CRÍTICA: “The Beekeeper”
La John Wick de David Ayer.
En 2014, Chad Stahelski y David Leitch nos presentaron a John Wick, un asesino a sueldo retirado que volvía otra vez a la acción para vengarse de los gánsteres que le quitaron todo. Bueno, a su perro.
En 2024, David Ayer nos presenta a Adam Clay, su Wick particular. Un agente secreto (un beekeeper) retirado que sale de su anodina y solitaria vida en busca de venganza. Sin embargo, a diferencia del personaje de Keanu Reeves, Clay no actúa por motivaciones egoístamente personales, sino que actúa como un buen samaritano en busca del bien social y la protección del indefenso. Por lo demás, Clay es el Wick de Ayer.
Y es que, este beekeeper recorre un camino (demasiado) parecido al que en su día recorrió John Wick. Un recorrido con los mismos tipos de implicados, solo que a una escala gubernamental superior, instigado por esa sed de venganza visceral que provocó que el personaje de Keanu Reeves también saliera de su retiro, y que David Ayer dirige con gran desparpajo.
Como si de la introducción de una película de la saga “The Equalizer” se tratase, el director de “Corazones de acero” nos presenta la figura estoica del justiciero al que da vida Jason Statham de forma bíblica. Un personaje solitario, continuamente iluminado por la luz de la escenografía rural en la que se nos presenta, que imbuye a este personaje que con su mera presencia llena la pantalla de cierta bondad y moralidad a nivel visual, contraponiéndose a la perversión cínica que rezuma la puesta en escena bulliciosa y artificialmente iluminada que se emplea para representar y villanizar a los antagonistas de la cinta. Un retrato que genera en el espectador una sensación de repulsión y asco, empujándonos a animar a Adam Clay en su aventura al más puro estilo Robin Hood.
Un trabajo de dirección centrado en exacerbar el factor empático y de conexión humana que posee el guion escrito por Kurt Wimmer (“Un ciudadano ejemplar”), y el cual es estructurado como si de un videojuego de plataformas se tratase. Un videojuego en el que nuestro protagonista tiene que ir eliminando las distintas amenazas y “jefes” (a cada cual más intencionalmente estereotipado) que se va encontrando por este viaje hacia la venganza, y que culmina de manera abrupta, en pleno subidón de adrenalina, eliminando ese reposo final tan característico del género.
Un claro ejemplo del entendimiento de la dupla director-guionista del cine de acción, capaces de nutrirse de los clichés del género, sacándole el máximo partido y rendimiento a los mismos, condensado de manera brillante todo el dinamismo y vitalidad que aporta este tipo de cine. Un dinamismo visual conseguido con viveza por Ayer a base de secuencias de acción muy bien coreografiadas y dirigidas, donde el juego de cámaras y planos aporta una alta dosis de adrenalina hasta a las escenas de “tertulia”, eliminando por el camino cualquier distracción superflua que pueda sacar al espectador del subidón que genera ver a Jason Statham en acción. Dinamismo aderezado a nivel sonoro por la magnífica y altiva banda sonora compuesta por Jared Michael Fry (quien debuta como compositor), permitiendo a “Beekeeper: El protector” postularse, de manera prematura, como candidata a mejor película de acción del año.
Además, en “The Beekeeper: El protector” David Ayer sabe exprimir el carisma y la faceta más cañera de Jason Statham, devolviéndonos a ese actor británico que una vez pudimos disfrutar en películas como ‘Parker’ o la saga “Transporter”. Un Jason que se limita a encarnar la figura del “one man army” como nadie, descentralizando (el guion) todo el desarrollo y motivaciones que guían a su personaje a lo largo de los 105 minutos de metraje sobre el resto de personajes. Un “one man army” representado en la teoría (los villanos son los encargados de explicar la reputación que precede a estos beekeeper al más puro estilo John Wick) y en la práctica (Jason Statham siendo Jason Statham) de manera progresiva, haciendo bastante convincente y creíble las hazañas del personaje, algo fundamental en este tipo de cintas.
En definitiva, y llena de analogías y paralelismos con el carácter solidario y protector de una colmena, “Beekeeper: El protector” es una muy entretenida película de acción, capaz de hacer moralmente empatizable la estela explícitamente sangrienta que deja este viaje hacia la venganza de Adam Clay, pero en el que subyace una cierta enseñanza sobre la inmoralidad de la codicia y lo gratificante, espiritualmente hablando, de velar por los desamparados e indefensos. Sin duda, una gran película para empezar el año.
NOTA: ★★★★☆
“THE BEEKEEPER”, YA EN CINES.
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