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CRÍTICA: “Horror Park” (“Karusell”)

Un slasher tan desgastado como insustancial.

© Selecta Visión

Por lo general, el slasher no suele ser un género muy novedoso ni arriesgado. Normalmente, se trata de un grupo de jóvenes acechados por un asesino enmascarado. Un género popularizado por películas como Scream, Halloween o Viernes 13, que han dado mucho de qué hablar y siguen siendo referentes para muchos cineastas. Entre ellos se encuentra el director sueco Simon Sandquist (Invisibles, Posesión), que decide rendir homenaje a los slashers más clásicos con su nueva película, Horror Park (Karusell).

La película presenta a Fiona (Wilman Lidén), a cargo de un parque de atracciones durante la noche de Halloween. Una noche especial en la que un grupo de antiguos amigos del instituto de Fiona han conseguido pases exclusivos que les permiten tener el parque para ellos solos. Pero, lo que parece una noche de diversión llena de algodón de azúcar, palomitas de maíz y tiovivos, se convierte en una auténtica pesadilla cuando se dan cuenta de que no están solos en el parque.

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Horror Park no solo es una de las peores películas de terror del año pasado, sino que también ha sido la responsable de romper una racha de buenas películas slasher. Sin lugar a dudas, el año pasado fue un año inmejorable para el género. Películas como Thanksgiving, Totally Killer o Qué bello es morir demostraron que aún quedan historias por contar dentro de este género. Sin embargo, Horror Park se nutre de lo peor del género para presentar una película aburrida, previsible y repetitiva. Y es que lo que empieza siendo una historia llamativa a simple vista, con un asesino acechando a un grupo de jóvenes en un parque de atracciones, acaba convirtiéndose en el peor ejemplo a la hora de representar el slasher.

Su primer gran problema es su incapacidad para aprovechar el espacio en el que se desarrolla la película. Un parque de atracciones nocturno da muchas posibilidades para crear momentos tensos e impactantes, pero en vez de eso, la película prefiere utilizar los lugares menos interesantes que ofrece el parque. De esta forma, desaprovecha lo que podría haber sido lo más emocionante de la película, como ya vimos en películas como Hell Fest y The Funhouse. Y es que, además del espacio, lo más importante en un buen slasher es el asesino. Éste debe ser imponente y carismático, y es lo único que destaca en esta película. El asesino tiene una buena motivación, aunque sea cliché y previsible, pero no por ello deja de ser sólida. Además, le acompaña una máscara con un diseño sencillo pero funcional, similar al de la película La conferencia.

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En cuanto al elenco, los actores sacan lo peor de sí mismos en unos personajes poco trabajados. La película se limita a presentar lo mínimo de ellos, creando así estereotipos en este género donde resulta imposible conectar o empatizar con estos personajes, y más cuando ellos mismos no sienten ninguna emoción ante lo que les está ocurriendo. De igual manera ocurre con el guion, donde todo es una amalgama de ideas ya vistas anteriormente, predecibles y clichés, lo que provoca que se pierda el interés por la película desde un primer momento. Aun así, la película consigue transmitir ese particular tono ochentero que mayoritariamente destaca en estas películas, ofreciendo al menos un estilo visualmente llamativo que hace más llevadera la experiencia.

 

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Como conclusión, Horror Park es una película que no ofrece nada nuevo que contar, lo cual no es del todo malo ya que el género slasher puede ser repetitivo y poco innovador, pero aun así, debe destacar en otros aspectos. Sin embargo, esta película no destaca en casi absolutamente nada: es un conjunto de ideas predecibles y estereotipadas con un asesino acartonado aunque destacable en su diseño. Una oportunidad perdida para crear una nueva saga de terror juvenil.

NOTA: ★☆☆☆☆

“HORROR PARK”, YA EN CINES.


TRÁILER:

PÓSTER:

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Carlos Mera

Carlos Mera

Un enamorado del Cine y todo el apartado audiovisual, estudiante de Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos. Vivo para ver cine y nutrirme de todo tipo de historias.