CRÍTICA (27FestivalMálaga): “Menudas Piezas”
La emotiva lucha por las causas perdidas.
A lo largo de la vida de una persona, lo más probable es que esta se encuentre con personas que le animen a dar lo mejor de ella. Personas que tratan de hacer valer el potencial que esconden, sirviéndoles como punto de inflexión a la hora de cambiar el rumbo de una vida que muchos habían dado por perdida. Personas como Candela (Alexandra Jiménez), una profesora que tras haber pasado más de diez años en un prestigioso instituto privado, volverá al barrio que la vio crecer, teniendo que hacerse cargo de un grupo de chavales que la sociedad ha dado por perdidos.
Unos chavales de barrio humilde cuyas vidas personales y familiares no les ayudan a la hora de querer cambiar el cartel de perdedores sin futuro que la sociedad les ha colgado. Sin embargo, con la ayuda de los valores de equidad que residen en el ajedrez, y gracias a una Candela motivada por su anciano padre (Francesc Orella), esta recién llegada profesora pondrá todo su esfuerzo en hacerles ver que esta imagen que la gente tiene de ellos no tiene por qué ser así.
Con Menudas piezas, su director Nacho G. Velillas (Villaviciosa de al lado) parece querer poner en valor la casi denostada labor de esos docentes españoles que sobrepasan lo mínimo exigido para poder sembrar la semilla del cambio en sus alumnos. Docentes que dan la vida por sus alumnos y por demostrarles todo lo que pueden llegar a hacer con todo ese potencial que otros no quieren hacer florecer, y que en Menudas piezas se aplica en un variopinto grupo de jóvenes interpretados con suma naturalidad y desparpajo por el elenco novel de la cinta. Un elenco que brilla, demostrando una inmensa sintonía entre ellos, haciendo valer con cada gesto y cada expresión toda la carga emotiva que las intrahistorias que sus personajes poseen.
Y es que, aunque Menudas piezas se contemple como una comedia, esta consigue balancear a la perfección el apartado humorístico con el lado más sentido de la historia, haciendo del guion coescrito por el propio Velillas junto a David S. Olivas (Que se mueran los feos) uno de los más entrañables de este principio de año. Una faceta sentida que pivota en torno a la relación paternofilial de los personajes de Alexandra (Buscado a Coque) y Francesc (Merlí), y que hacen mucho más trascendental el aprendizaje mutuo que experimentan los estudiantes y la profesora.
Y no solo eso, sino que guiando al espectador por una serie de situaciones que le permiten conectar con la idiosincrasia de cada uno de los chicos, la historia detrás de Menudas piezas – inspirada en hechos reales, por cierto – consigue encapsular la importancia del mensaje a las mil maravillas, presentando las dificultades inherentes de las vidas de los jóvenes con un montaje que alterna momentos de pura felicidad con dosis de amarga realidad.
Una realidad de barrio obrero plasmado a nivel visual a través del paupérrimo que se percibe de la puesta en escena dibujada por el director de Que se mueran los feos. Realidad que se trasmite también a nivel auditivo con el uso de la banda sonora compuesta por Juanjo Javierre (Perdiendo el norte) plagada de música urbana que te traslada al corazón de este barrio zaragozano.
Todo ello convierte a Menudas piezas en una ‘feel good movie’ tan inspiracional como emotiva. Una historia humana plagada de actuaciones sinceras y la cercanía con la que se trata la trama, y que pone en valor la importancia y buen hacer de los docentes. Una cinta con un mensaje de equidad e igualdad, reflejado a través de la nobleza de los valores del ajedrez.
NOTA: ★★★★☆
“MENUDAS PIEZAS”, ESTRENO EN CINES EL 12 DE ABRIL.
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