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CRÍTICA: “Deadpool y Lobezno”

Un derroche de fan service, pero poco más.

© Disney

El Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), se ha convertido en un fenómeno global, no solo por sus narrativas interconectadas y sus espectaculares secuencias de acción, sino también por su habilidad para satisfacer a sus seguidores más devotos a través del fan service. Este término, que se refiere a la inclusión de elementos que apelan directamente a los deseos y expectativas de los aficionados, ha sido una estrategia recurrente en las producciones de Marvel, contribuyendo a su éxito sostenido. Sin embargo, algunas veces, un exceso de este fan service nubla a los productores y directores detrás de las producciones, dejándonos películas memorables, pero narrativamente irregulares (no miro a nadie: Spider-Man: No Way Home). Justo lo que le ocurre a Deadpool y Lobezno.

Bajo la dirección de Shawn Levy (Stranger Things), Deadpool y Lobezno se concibe como la última gran entrega del siempre en expansión UCM. Una cinta que reúne a dos de los personajes más queridos e irreverentes de Marvel, Wade Wilson (Ryan Reynolds) y Logan (Hugh Jackman), generando un considerable hype entre los espectadores más leales de la marca creada por Kevin Feige hace ya más de 16 años. Sin embargo, a pesar de la anticipación y el elenco estelar, la película no logra ofrecer una experiencia cinematográfica verdaderamente convincente, llevándonos por los mismos derroteros que la mayoría de las últimas producciones de la marca.

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Uno de los rasgos más destacados de Deadpool y Lobezno es su compromiso inquebrantable con este fenómeno fan service del que hablábamos previamente. Desde el inicio, es evidente que Levy y su equipo creativo han priorizado satisfacer los deseos y expectativas de los aficionados de Marvel, dejando a un lado el resto de aspectos de la cinta.

En este sentido, la película está repleta de guiños a cintas anteriores de Marvel, especialmente aquellas producidas por 20th Century Fox previas a la creación del UCM. Esto se manifiesta a través de numerosos cameos, easter eggs y referencias que los fanáticos más acérrimos sin duda apreciarán – donde el regreso de Jackman (Los miserables) como Lobezno, un papel que ha definido y hecho propio durante casi dos décadas, es el punto culminante.

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Sin lugar a dudas, el humor de la Deadpool y Lobezno es uno de sus puntos más fuertes, manteniéndose fiel al espíritu de las películas anteriores del mercenario bocazas. La inclinación de Deadpool por romper la cuarta pared y hacer meta-referencias está representado en su máxima expresión durante los 127 minutos de metraje, proporcionando numerosos momentos que podrán sacar más de una carcajada entre los espectadores.

Además, la química entre Reynolds (La proposición) y Jackman es palpable, donde su intercambio de bromas a menudo roba el espectáculo. Ya sea con las bromas de Deadpool sobre las diversas líneas de tiempo y reinicios, o sus comentarios sobre las complejidades del MCU; el humor es agudo y acertado.

No obstante, el compromiso de la película con el fan service y el humor tiene un coste. Y es que, Deadpool y Lobezno sufre significativamente en términos de profundidad narrativa y calidad en la fotografía creada por George Richmond (Rocketman). La trama es decepcionantemente plana e insípida, sintiéndose más como una serie de sketches vagamente unidos que como una historia cohesiva. Esta falta de impulso narrativo hace que sea difícil mantener el interés en los viajes de los personajes, a pesar del encanto y el carisma de los protagonistas. Como resultado, el ritmo de la película se siente del todo irregular, con escenas que se alargan demasiado y otras que se sienten apresuradas, contribuyendo a una sensación general de desconexión.

Y no solo eso, sino que la cinematografía y la puesta en escena de Deadpool y Lobezno dejan mucho que desear. Mientras que las entregas anteriores del UCM han establecido altos estándares para la narración visual y la innovación estética, esta película se siente mediocre en comparación. Las secuencias de acción, aunque numerosas, carecen de la coreografía inventiva y el estilo visual que se han convertido en características del género. En cambio, a menudo resultan repetitivas y poco imaginativas, sin lograr dejar una impresión duradera. El estilo visual de la película es decepcionantemente aburrido, con diseños de escenarios poco inspirados y una paleta de colores que carece de la vitalidad y la calidad dinámica vistas en otras películas de Marvel, dejándonos muchos momentos en los que todo se siente vacío y poco vívido.

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El desarrollo de los personajes es otro aspecto en el que Deadpool y Lobezno flaquea. Aunque Deadpool y Lobezno son personajes bien establecidos y con historias ricas, la película hace poco para explorar nuevas facetas de sus personalidades o relaciones. Los personajes secundarios, asimismo, están poco desarrollados, sirviendo principalmente como vehículos para chistes o dispositivos de la trama, en lugar de individuos completamente realizados. Esta falta de profundidad impide que la película logre la resonancia emocional que podría haberla elevado más allá de un mero espectáculo de fan service.

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En conclusión, Deadpool y Lobezno es una mezcla agridulce. Cumple con su promesa de humor y fan service, con abundantes bromas internas, cameos y momentos de ruptura de la cuarta pared que deleitarán a los fanáticos de Marvel más longevos. Sin embargo, y debido a las deficiencias significativas de la cinta, si bien es cierto que seguramente será un éxito entre los fanáticos que buscan una experiencia divertida y nostálgica, lo más seguro es que Deadpool y Lobezno finalmente no logre dejar una huella duradera en el tiempo.

NOTA: ★★½

“DEADPOOL Y LOBEZNO”, YA EN CINES.


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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.