CRÍTICA (72SSIFF): “Los Destellos”
Un canto a la vida que rebosa humanidad.
En un mundo donde la necesidad de estímulos constantes es algo cada vez más común entre los espectadores, Los destellos, de Pilar Palomero (Las niñas), emerge como una pausada pero profunda exploración de los lazos familiares, la enfermedad y la cicatrización de las heridas del pasado. Una película en la que Pilar demuestra una sensibilidad que se alinea a la perfección con la nueva ola de directoras españolas, en la que nombres como Carla Simón (Alcarràs), Estíbaliz Urresola (20.000 especies de abejas) y Elena Martín (Creatura) son de los más destacados. Directoras que comparten un estilismo narrativo que aboga por la cercanía, la empatía, y la facilidad a la hora de dibujar un relato intenso que parte de los pequeños y en ocasiones olvidados momentos del día a día.
En el corazón de Los destellos se encuentra Isabel, interpretada con delicadeza por Patricia López (Nina). Y es que la historia comienza cuando la hija de ésta, Madalen (Marina Guerola), le pide que visite regularmente a Ramón (Antonio de la Torre), el exmarido de Isabel, quien padece una enfermedad terminal. Así, la narrativa se centra en la tensión que emana de la confrontación de Isabel con el pasado que creía haber dejado atrás, y la enfermedad del padre de su hija. La distante dinámica inicial existente entre Isabel y Ramón es la encargada de crear el core emocional de la cinta, que se va dilatando y humanizando a medida que avanza el metraje.
A nivel interpretativo, Patricia retrata a Isabel de manera cuanto menos remarcable. Imbuye al personaje con una calma e intensa contingencia que hace que el viaje de su personaje hacia el enfrentamiento de unos sentimientos sin resolver de pérdida y añoranza se cocine a fuego lento. Con cada interacción, la actriz vitoriana va dejando entrever el conflicto interno de Isabel, capturando las complejas emociones de una mujer que está siendo testigo del gradual apagar de un hombre al que una vez amó.
Por su parte, el trabajo de Antonio De la Torre (Tratamos demasiado bien a las mujeres) es igualmente desgarrador. Su interpretación de un hombre avasallado por la enfermedad es tan sentimental como humanizadora. De la Torre nos brinda una interpretación plagada de autenticidad, permitiendo a la audiencia empatizar con las vulnerabilidades de Ramón sin necesidad de explotar la faceta melodramática. Su habilidad para transmitir la fragilidad humana con semejante verdad es sin duda uno de los elementos más conmovedores de la cinta.
Los recurrentes momentos compartidos entre ambos actores están repletos de emociones que no se cuentan, sino que se sienten. Y son en esos silencios y palabras sin expresar donde la dirección de Pilar brilla con más fuerza. En vez de saturar a la audiencia con diálogos emotivos, Los destellos se permite el lujo de otorgarle a las pausas y las miradas la carga del amor inexpresado y el dolor de los protagonistas.
En lo visual, Los destellos es una clase magistral de sutiliza. La directora utiliza los espacios de manera elocuente para expresar la naturaleza contemplativa de la cinta. La puesta en escena es un continuo contraste entre espacios cerrados carentes de luz natural con amplios y panorámicos escenarios con el frondoso paisaje del mediterráneo rural como fondo, donde los cuidados planos cortos invitan al espectador a la intrincada dinámica emocional de esta fracturada familia, y los más contemplativos invitan a la introspección.
Argumentalmente hablando, el delicado guion escrito por la propia Pilar – y basado en el relato de Eider Rodríguez –, se orquesta como una oda a esos momentos fugaces de felicidad que nos brinda la vida. La narrativa nunca se contenta con exponer y aislar el dramatismo y desasosiego que produce la historia que se nos está contando, sino que celebra con alegría y quietud las conexiones y sentimientos que emergen al ser conscientes del caótico día a día. El propio título de la película, Los destellos, resume esta idea: el atisbar con claridad la luz que esconde las emociones más complejas provocadas por la experiencia de la vida, incluso cuando uno se enfrenta a una inevitable pérdida.
Todo ello, bajo el compromiso de explorar la complejidad familiar con una autoridad casi documentalista. La directora de Los destellos captura el ritmo de las iteraciones familiares con una precisión remarcable, algo que ya habían conseguido sus obras anteriores. Al igual que autoras como Carla Simón y Estíbaliz Urresola, la cinta de Pilar no apuesta por dramáticos giros de guion, sino que aboga el avance natural de las cosas, invitando a la audiencia a sentarse junto a los personajes y reflexionar sobre la profundidad de los lazos familiares y el paso del tiempo.
En conclusión, Los destellos es una película profundamente humana que trasciende su simple pero potente premisa. Junto a las obras coetáneas de Pilar, esta película representa a un creciente movimiento en la industria cinematográfica española, en la que sus directoras se centran en contar historias que son tan personales como universales. Enfocando sus narrativas en la familia, la memoria, y el anodino día a día, ofrecen al espectador una nueva forma de explorar la condición humana. Los destellos no es solo una película sobre el fin de la vida, sino una celebración de los pequeños y fugaces momentos que hacen que merezca la pena vivirla.
NOTA: ★★★★★
“LOS DESTELLOS”, ESTRENO EL 4 DE OCTUBRE EN CINES.
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