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CRÍTICA (28FestivalMálaga): «Lo que queda de ti»

El jazz como eco del alma.

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© Karma Films

El cine español ha encontrado en el medio rural una fuente poética inagotable en la que plasmar narrativas con suma carga emocional. Recientemente, directores noveles como Carla Simón (Alcarràs) y Oliver Laxe (Lo que arde) han explorado las tensiones entre la modernidad y la tradición, el peso del legado familiar y el inexorable paso del tiempo. Ahora, le llega el turno a Gala Gracia, quien se incorpora a esta tradición con Lo que queda de ti, un delicado e íntimo retrato sobre la pérdida y el autodescubrimiento incrustado en el sereno e imponente paraje rural del Pirineo oscense. 

Una película que nos introduce a Sara (Laia Manzanares), una joven pianista de jazz a punto de grabar un nuevo álbum en Nueva York. Sin embargo, la repentina muerte de su padre la obliga a regresar a su pueblo natal, donde ella y su hermana acaban de heredar la granja familiar. Saturada por la culpa de haberse perdido los últimos años de su padre, Sara se niega a vender la propiedad, queriendo así mantener el legado de su padre en un claro acto de penitencia, pero también de amor. En este sentido, la narrativa se construye en torno a este cruce emocional: la tensión entre la ambición personal y el deber familiar; entre una vida moldeada por la pasión y una dirigida por la responsabilidad.

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© Karma Films

El enfoque que le da Gala Gracia a este dilema es profundamente introspectivo. En vez de apostar por grandes confrontaciones emocionales, Lo que queda de ti se desarrolla a través de los pequeños y cotidianos gestos: la forma en la que Sara se preocupa por las ovejas, los silencios que llenan el espacio que una vez perteneció a su padre o los biorritmos del paraje que se acompasan con crudeza con los ritmos melódicos del jazz. Cada plano está cargado de un duelo silencioso, con el peso de la ausencia que penetra en cada poro del paisaje.

La dirección de Gala se siente contenida, pero también profundamente afectiva. Su apuesta por largas y contemplativas tomas favorece que el espectador absorba por completo el peso emocional de cada escena. La puesta en escena es austera, simbolizando el estado emocional de la protagonista, la cual verbaliza los diálogos mínimos en un entorno recogido por una paleta de colores donde predominan los tonos terrosos. Con esto, la directora se alinea con directores como Carla Simón o Jonás Trueba (Volveréis), cineastas que confían en el poder de lo sutil. Del silencio.

Un silencio que inunda el paisaje al que Lo que queda de ti transforma en un personaje de pleno derecho. A través de la fotografía de Michele Paradisi (Alla Vita), el medio rural pirenaico es capturado con melancólica belleza, reflejándose como un retiro paradisíaco. Uno que requiere de sacrificios y compromisos. Y es que, la película no romantiza la vida rural. Tampoco la plasma como un anticuado páramo que deba ser olvidado. En vez de eso, muestra las complejidades inherentes de decidir quedarse: el esfuerzo físico de un estilo de vida tan demandante, la soledad dentro del inmenso paraje o la profunda resiliencia que se requiere para desarrollar.

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© Karma Films

Un significado visual que asemeja a Lo que queda de ti con la ópera prima de Pilar Palomero, Las niñas, película en la que el entorno moldea el viaje emocional de las protagonistas. Sin embargo, Gracia aporta su propia voz al género, confeccionando una historia personal que se siente tan universal como arraigada a una realidad concreta.

Realidad en la que la banda sonora de Filipe Raposo juega un papel crucial, ya que es la encargada de reforzar la temática principal de la película. El jazz, con su naturaleza fluida e improvisada, simboliza la vida que Sara debería de llevar –una de momentos, de creación e individualismos–. En contraposición, los sonidos naturales de los Pirineos –esos balidos de las ovejas, el susurrar del viento o los ladridos lejanos de los perros– atestiguan la realidad de Sara de manera tan sofocante como confortable.  El compositor consigue fusionar estos elementos de manera elegante, creando así una banda sonora que se mueve entre lo melódico del jazz y la austeridad del silencio rural. Una composición que no se limita a acompañar a las imágenes, sino que profundiza sus significados, resaltando así el contraste entre lo que fue y lo que es. 

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© Karma Films

Por todo ello, Lo que queda de ti se consagra como una espléndida ópera prima que coloca a Gala Gracia en el futuro del cine español. Con su sentida exploración del duelo, su impresionante escenografía y su ritmo meditativo, la película ofrece una conmovedora reflexión sobre los lazos que nos unen al pasado y las elecciones que definen nuestro futuro. Al igual que lo mejor del cine rural español, Lo que queda de ti encuentra belleza en la contención, poder en el silencio y significado en los lugares a los que llamamos hogar. 

NOTA: ★★★★☆

«LO QUE QUEDA DE TI», ESTRENO EN CINES EL 16 DE MAYO.


TRÁILER:

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CARTEL LO QUE QUEDA DE TI
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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.