Crítica de ‘Ciudadanos Soberanos’ (‘Sovereign’): Retrato de una obsesión límite.

El cine indie norteamericano tiene una serie de puntos calientes a lo largo del calendario cinematográfico, en lo que a festivales se refiere. Pasada ya la edición del Festival de Toronto, con Hamnet y No Other Choice entre las galardonadas, el cine independiente también tiene su escaparate a inicios y mediados de año con los Festivales de Sundance y Tribeca. Este último, un certamen veraniego, estrenó este año un título que llamó la atención de todos: Ciudadanos soberanos (Sovereign), que desde el lunes podéis disfrutar en Movistar Plus+. Un filme que ha sembrado conversaciones por lo polémico que puede llegar a ser en relación con la política actual.
Un ciudadano soberano en Estados Unidos es alguien que sigue una ideología marginal que sostiene no estar sujeto a las leyes federales, estatales ni locales, alegando que el gobierno carece de autoridad legítima sobre ellos. Por ello, suelen rehusar pagar impuestos y cumplir con regulaciones oficiales, postura que ha sido identificada como una posible amenaza de extremismo interno. En este contexto, Ciudadanos soberanos narra la historia de Jerry, interpretado por Nick Offerman (Civil War), un padre que convence a su hijo Joe, encarnado por Jacob Tremblay (La habitación), de que las leyes son mentiras, y juntos se unen a un grupo de extremistas antigubernamentales en plena crisis económica de 2008. Inspirada en hechos reales, la película expone cómo estas ideologías radicales aprovechan los tiempos turbulentos para crecer, y muestra cómo esta relación paterno-filial es puesta a prueba cuando su movimiento se enfrenta violentamente a las fuerzas del orden.


La ópera prima de un director tan poco reconocido como Christian Swegal se compone de un reparto de lujo, en el que, además de los ya mencionados, participan el legendario Dennis Quaid (La sustancia) y un habitual del cine independiente estadounidense como Thomas Mann (Yo, él y Raquel). La presencia de un equipo interpretativo tan sólido parece sugerir que vieron algo en ella, y lo cierto es que así es.
La potencia de esta película radica en lo fundamental que resulta ante el auge de los extremismos políticos en todo el continente, y más en concreto en Estados Unidos. La base se sostiene en estas figuras soberanas y en la implicación hasta los últimos límites a los que pueden llevar los radicalismos, sirviendo como ejercicio de prevención ante la catástrofe. Un guion muy adulto, también firmado por Swegal, para el mensaje que quiere transmitir es lo que enfoca a este título como un portento que, por desgracia, se desinfla en otros aspectos.

En lo técnico, el trabajo de fotografía de Dustin Lane (La vida soñada de Miss Fran) destaca por su capacidad de inventar otro tipo de cinematografía, no obstante, la película no se sostiene en muchos aspectos formales, como es el caso de algunas interpretaciones, que carecen de conexión debido al escaso desarrollo de algunos personajes.
El relato avanza muy rápido y de forma tan abrupta que, por momentos, el ritmo se condensa de manera intimista entre los dos protagonistas, para luego dar un giro emocional inesperado, y de por medio una pobre inclusión de ciertas subtramas que no logran cohesionar el conjunto de la ficción.
Del mismo modo, Ciudadanos soberanos no sobresale en aspectos como el diseño de producción o el apartado creativo, cuya banda sonora no tiene nada destacable más allá de lo que te puede aportar a un thriller dramático.

En ese sentido, esta es una película muy visceral en su fondo, pero plana en su forma. Los temas que se abordan a lo largo del largometraje están cogidos con pinzas. Sí, quizás un fiel reflejo de la masculinidad tóxica, aunque sin querer serlo. Quizás una revisión de los radicalismos para no obviarlos, pero sin darles la absoluta seriedad que necesitan. Y un final fuera de tono, o al menos uno que busca conmover antes que dejar una lección en sí misma.

En definitiva, son muchos los fragmentos inconexos que encontramos en Ciudadanos soberanos, que vale más por lo que aporta al debate sociopolítico que por sus virtudes cinematográficas, y que, como ópera prima, necesita más riesgo creativo para trascender. Por lo primero, es recomendable; por lo segundo, no tanto.
NOTA: ★★★☆☆
«CIUDADANOS SOBERANOS», YA EN MOVISTAR PLUS+.
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