Crítica de ‘Una Batalla Tras Otra’: La espiral infinita de violencia y odio.

¿Se puede escribir una crítica de Una batalla tras otra, la nueva película del director de culto Paul Thomas Anderson (Licorice Pizza, Boogie Nights), sin entrar en política? Supondría todo un reto, máxime en los tiempos de alta polarización que corren.
Todos y todas conocemos a personas de opiniones muy fuertes que se sitúan en los extremos y creen estar “en el lado correcto de la historia”. Afortunadamente, en nuestro país las cosas se quedan en el postureo y la performatividad: unos creen que parando la Vuelta a España hacen daño al Estado de Israel, y otros defienden agresiones contra inmigrantes en Torre-Pacheco. Estos pequeños incidentes se saldan, como mucho, con unos pocos heridos. Ahora imaginad lo que pasaría si estas personas tuviesen acceso fácil a armamento pesado: el horror. Estados Unidos en la última década.


Una batalla tras otra no excusa ni justifica la violencia política. Tampoco elige bando. Simplemente muestra lo desagradable de la situación día a día. En un extremo, un grupo de revolucionarios idealistas que realizan ataques terroristas con el objetivo de acabar definitivamente con las fronteras, permitiendo el libre tráfico de personas en América. En el otro extremo, un coronel ultra racista, especialmente sádico y salido (Sean Penn, en uno de sus mejores papeles), que intenta entrar en una secta de alto standing (el 0,1 % de poderosos y privilegiados) de auténticos supremacistas blancos que buscan acabar de una vez por todas con la multiculturalidad. Como siempre, la vida real pasa por la convivencia y la cooperación entre miembros de la sociedad. Todo ello reflejado brillantemente en la cinta
No os equivoquéis, pues el marketing le hace un flaco favor a la película: no estamos ante un dramón de tres horas con ínfulas pretenciosas, sino ante un thriller de acción que pisa el acelerador y no lo suelta hasta el final. Una batalla tras otra atrapa al espectador con una situación absurda tras otra, una revelación tras otra, y no lo suelta hasta la última curva de esta montaña rusa de odio y violencia.
Es una película que muestra la realidad de ser un fugado de la justicia: algunas personas siguen con su actividad clandestina, peleando hasta el último momento. Otras, como Bob Ferguson, encarnado por Leonardo DiCaprio (Los asesinos de la luna), se hunden en las aguas de la lástima y el arrepentimiento, ahogando sus penas con porros y alcohol, teniendo como único consuelo la presencia de su hija Willa, interpretada por Chase Infiniti (Presunto inocente). Otras, sin caer en la violencia, muestran la compasión cristiana de la cooperación en un pueblo lleno de inmigrantes ilegales que no buscan hacer daño a nadie, pero que, desde luego, se van a defender si se remueve el avispero. El personaje de Benicio del Toro (La trama fenicia), Sergio San Carlos, es el mayor exponente de esta tercera vía, y otorga a la historia un corazón alternativo.

Una batalla tras otra se mueve entre el thriller y la comedia negra, hasta el punto en que la sensación, a veces, es la de estar viendo una película de los Coen. Y, efectivamente, estamos ante un clásico instantáneo a la altura de Fargo o No es país para viejos. El público de la sala se lleva las manos a la cabeza constantemente, entre el shock y la carcajada. Prácticamente todo en ella es superlativo, desde las actuaciones hasta la cinematografía.
Pero no es una película perfecta: el primer acto, los primeros 15-20 minutos en los que seguimos la acción violenta del grupo revolucionario Francés 75 en la frontera con México, resultan chocantes, desagradables y descolocan al espectador. Sin embargo, es algo que encaja mucho mejor más tarde, en el contexto del resto de la película. Son los “años de oro” que luego son vistos con arrepentimiento y melancolía a partes iguales. La banda sonora original, a cargo del habitual colaborador de Paul, Jonny Greenwood (El hilo invisible), igualmente, peca de repetitiva, con un tema leitmotiv muy plano: un piano machacando las mismas notas de un solo acorde una y otra y otra vez. ¿Pone en tensión? Sí, pero cuando usas la misma canción en ocho escenas, pierde efectividad. Afortunadamente, salvan los platos algunas canciones licenciadas, como la genial Dirty Work de Steely Dan.
La nueva película de Paul Thomas Anderson va a resonar en los Óscar, especialmente debido a su reparto. En actrices de reparto, tenemos pequeños papeles maravillosos como el de Regina Hall (Plan de chicas) como Deandra, protectora de la joven Willa Ferguson. Y en actores principales, por muy potente que sea (que lo es) el papel de Leonardo DiCaprio como hombre fuera de tiempo que envejece en un mundo que no le pertenece, es probable que resuene aún más el papel de Sean Penn (Ciudad de asfalto) como el coronel Lockjaw, una figura desagradable y memorable, a la altura de villanos de los Coen que ya hemos mencionado, como Javier Bardem en No es país para viejos o Peter Stormare en Fargo.
![Crítica de 'Una Batalla Tras Otra': La espiral infinita de violencia y odio. 6 Crítica de ‘Nuremberg’ [73SSIFF]: Psicología es cuando “truco de magia”.](https://mundocine.es/wp-content/uploads/2025/09/nuremberg-2025-critica.webp)

¿Es Una batalla tras otra una película para todo el mundo? Desde luego que no; una parte del público va a chocar contra sus excentricidades. Pero es una cinta a la que todo el mundo debería dar una oportunidad, ya que, si consigues entrar en su historia, vas a disfrutar de uno de los mejores viajes y experiencias en sala de cine de la última década. Este humilde redactor aún está volando.
NOTA: ★★★★★
«UNA BATALLA TRAS OTRA», YA EN CINES.
TRÁILER:
PÓSTER:

¡SÍGUENOS!
- Crítica de ‘Una Batalla Tras Otra’: La espiral infinita de violencia y odio. - septiembre 28, 2025
- Crítica de ‘Agárralo Como Puedas’: Renace la comedia americana. - agosto 23, 2025
- Crítica de ‘Sin Cobertura’: Fuera de tiempo. - agosto 23, 2025