Crítica de ‘Primate’: El bueno, el mono y el malo.

Desde los inicios del séptimo arte, uno de los subgéneros de terror más explotados ha sido, sin duda, el de los animales asesinos. Muchos de estos filmes se apoyan en la idea de que estos seres son malvados por naturaleza, y que no tienen un objetivo mayor en sus vidas que el de ser un depredador de humanos durante 90 minutos. Películas como Tiburón (1975) o The Host (2006) presentaban un contexto humano lo suficientemente amplio e interesante como para que no nos diéramos cuenta de esta unidimensionalidad que los villanos de estas historias siempre han tenido.
En 2025, se ha podido presenciar en el Festival de Sitges Primate, obra del director inglés Johannes Roberts (A 47 metros). En esta ocasión, el animal elegido es un chimpancé. El último acercamiento reciente que tuvimos con un planteamiento similar –sin contar la fantástica The Monkey, de Osgood Perkins–, se puedo disfrutar de la mano de Jordan Peele, en su película Nope (2022). Si bien el concepto del mono asesino funcionaba más como un añadido a la historia, la crudeza de sus escenas se quedaron grabadas en la retina de los espectadores. Además, su participación en la trama ayudaba a complementar a varios personajes y dotar a la película de una capa mucho más simbólica y cautivadora. Primate ha optado la acción frenética y el gore, antes que la búsqueda de un significado propio que pudiera diferenciarla de otros productos dentro de este subgénero.

Lucy, una estudiante veinteañera, vuelve de la universidad para reencontrarse con su familia, sus amigos y Ben, un chimpancé que tienen como mascota desde hace varios años. Sin embargo, lo que podría haber sido una agradable bienvenida se convierte en una terrible pesadilla cuando Ben contrae la rabia y empieza a atacar a Lucy y a sus amigos.

Johannes Roberts es todo un especialista en dirigir películas de serie B en las que los animales salvajes son la causa principal de una matanza sangrienta. Sus últimos proyectos, A 47 metros (2017) y A 47 metros 2: el terror emerge (2012), lo demuestran con creces. Su estilo de dirección caracterizado por la crudeza, la violencia extrema y el objetivo de no dejar ningún tipo de respiro al espectador, funciona como un tiro en este tipo de productos audiovisuales de bajo presupuesto.
Para Primate, Roberts ha optado por añadir unos ápices de comedia negra a la historia del chimpancé Ben. Esta decisión –aplaudida por la audiencia en Sitges–, supone un elemento diferenciador respecto a sus previas películas. En una cultura moderna en la que ver a un mono haciendo un backflip en un vídeo de 10 segundos es el peak del humor en internet, se entiende esta apuesta por parte del director para que el largometraje conecte mejor con la audiencia joven.

Como aspecto a destacar, la película goza de un uso excepcional de efectos prácticos. Las muertes están muy bien logradas y se sienten absolutamente realistas si se dispone de unos conocimientos mínimos sobre cómo funciona la anatomía del cuerpo humano. Ben asesina de forma despiadada, destroza cráneos y no duda en jugar al escondite antes de lanzarse y quitarte la vida. En ese sentido, Primate satisfará a los fans del terror que busquen un conjunto de muertes ingeniosas, persecuciones mortales y un sinfín de jumpscares que te obliguen a aguantar las palomitas para que no se caigan ni salten por los aires, tal y como pasa con los sesos de algún adolescente que aparece en el filme
Sin embargo, durante el metraje desconoces qué es lo que el director realmente quiere contar. Sabiendo los numerosos estudios que existen sobre los chimpancés, centrados en su comportamiento intrínseco y la posibilidad de su domesticación –un ejemplo muy interesante es el documental Proyecto Nim (2011)–, es una pena que Roberts no haya querido ahondar más en este campo y entregarnos una historia en la que el villano tenga un contexto más trabajado e interesante. La rabia como causa principal del comportamiento del chimpancé no es una motivación vaga, pero el guion podría haber incluido ciertas cuestiones sobre si Ben habría acabado siendo igual de violento sin necesidad de contraer una enfermedad que lo provocara. En cuanto al resto de los personajes, desde sus primeras apariciones sabes de antemano que no van a gozar de un desarrollo mucho más amplio que el del simio, salvo por la forma sangrienta en que morirán durante el metraje.


Es por ello que Primate es una película festivalera de visionado imprescindible para los cinéfilos más fanáticos del cine de animales asesinos. Se entiende que este tipo de planteamientos no requieran ahondar demasiado en la naturaleza del animal, pero, siendo el chimpancé un ser con tanto trasfondo científico, resulta extraño que, durante el visionado, no sepas quién es el bueno, el mono y el malo.
NOTA: ★★★☆☆
«PRIMATE» SE PROYECTA EN SITGES Y SE ESTRENA EL 9 DE ENERO EN CINES.
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