Crítica de ‘Death of a Unicorn’: Huele a película de culto.

Existe un fenómeno dentro del séptimo arte conocido como las películas de culto. Se tratan de productos audiovisuales que, en el momento en el que fueron estrenados, no tuvieron un buen recibimiento por parte de la crítica y tampoco una recepción en taquilla que pudiese sacarles beneficios. En resumen: un fracaso total. Sin embargo, conforme pasaron los años, estos batacazos comenzaron a reivindicarse y a formarse una especie de culto hacia ellos, elevando su presencia entre los cinéfilos hasta llegar al punto de considerarse productos relevantes dentro de la cultura popular cinematográfica. Algunos ejemplos de gran renombre serían: Donnie Darko, El club de la lucha o The Room. Death of a Unicorn, proyectada en el Festival de Sitges, huele a película de culto.
Elliot y su hija Ridley viajan hasta la casa de una familia multimillonaria para firmar un acuerdo que podría salvarlos de sus problemas financieros. Sin embargo, durante el trayecto, atropellan a un unicornio en mitad de la carretera. Cargados con la culpa, deciden esconderlo en el maletero del coche y llevarlo a la casa de la familia, dando inicio a una serie de acontecimientos perturbadores que podrían cambiar el futuro tal y como lo conocemos.


Death of a Unicorn supone el debut del director Alex Scharfman, traído de la mano de la famosa productora A24 y producido por uno de los cineastas más comentados en los últimos años: Ari Aster (Hereditary, Eddington). Lo primero que sorprende al visionar su ópera prima es la libertad creativa que se le ha otorgado al director estadounidense. Ya de por sí, la premisa suena bastante hilarante y sacada de una película de serie B. El unicornio, como principal aliciente para una monster movie, funciona de manera sorprendentemente efectiva, consiguiendo crear un impacto aterrador sobre la imagen dulcificada y pacífica que siempre se ha tenido de esta criatura fantástica. Además, la película se toma el tiempo necesario para explicar la mitología del unicornio y el porqué de sus decisiones a lo largo de la historia, lo cual se agradece en este tipo de producciones, donde el menor de los intereses suele ser relatar al espectador información básica sobre la amenaza a la que se enfrentan los personajes.
Desde los primeros diez minutos del metraje, Scharfman sitúa la historia dentro de un tono de comedia negra con altas dosis de gore y muertes viscerales, lo cual puede confundir al espectador promedio que pensara que se encontraría ante una película de corte más infantil. Durante el visionado, a muchos cinéfilos especializados en películas sobre monstruos legendarios se les vendrá a la cabeza la fantástica Troll Hunter, especialmente por la creación de situaciones absurdas y de carácter cómico que se generan a raíz de la aparición del monstruo.
El largometraje no escatima en escenas violentas de alto nivel, apoyadas en un reparto de excelente rango actoral con nombres de referencia internacional como Paul Rudd (Ant-Man), Jenna Ortega (Miércoles), Richard E. Grant (Saltburn) y, en especial, Will Poulter (Guardianes de la Galaxia Vol. 3), quien se roba todas las escenas en las que participa, interpretando al hijo alcohólico y mimado de una familia que parece vivir a base de contradicciones andantes, de las que ni ellos mismos son conscientes debido a su estilo de vida basado en una hipocresía infinita

Scharfman decide apostar por mandar un mensaje claro y muy utilizado en estos tiempos: kill the rich. Los gags cómicos surgidos a partir de esta premisa funcionan lo suficientemente bien como para no desentonar con la temática general de la película. A pesar de ello, los mejores chistes acaban siendo los de carácter más escatológico y explícito: aquellos que no esperas y que suceden en el momento en que menos convendría usarlos. El final es un claro ejemplo de ello, y de cómo, en otras circunstancias de despacho, habría sido recortado e incluido como un final alternativo en los contenidos extra de su versión en formato físico.
El guion, escrito por el propio Scharfman, tampoco parece esforzarse en relatar una historia que no contenga elementos ya vistos en otras producciones de temática similar. No obstante, su virtud reside en cómo toma estos ingredientes y los fusiona con otras temáticas de carácter satírico, como la burla a las dinámicas familiares de una generación que parece vivir en su propio mundo elitista. Además, la banda sonora, a cargo de los compositores John Carpenter (La noche de Halloween), Cody Carpenter (Halloween Kills) y Daniel A. Davies (Ojos de fuego), embellece este tipo de secuencias, aportando sintonías que remiten a películas míticas de corte fantástico de los años ochenta, como Dentro del laberinto.


En conclusión, resulta curioso que A24 haya apostado por otorgar un presupuesto bastante generoso a una película que parte de un planteamiento más cercano a la mente de un autor de novela gráfica que a los despachos de una sucursal en Hollywood. Existe una alta probabilidad de que el espectador no llegue a conectar con esta fusión de géneros y vea este largometraje como una propuesta novedosa, pero que no termina de funcionar en su totalidad. Además, su contenido vulgar y grotesco frenará a muchos padres a llevar a sus hijos a verla. Por todo ello, y atendiendo a las principales características que definen a las películas de culto, Death of a Unicorn tiene bastantes papeletas para que, en unos años, se reivindique como es debido.
NOTA: ★★★½
«DEATH OF A UNICORN» SE PROYECTA EN SITGES Y SE ESTRENA EL 20 DE OCTUBRE EN PLATAFORMAS DE ALQUILER.
TRÁILER:
PÓSTER:

¡SÍGUENOS!
- Crítica de ‘Death of a Unicorn’: Huele a película de culto. - octubre 14, 2025
- Crítica de ‘Primate’: El bueno, el mono y el malo. - octubre 13, 2025
- Crítica de ‘Dexter: Resurrección’: A la tercera va la vencida. - septiembre 12, 2025