Crítica de ‘Subsuelo’: La sombra de Michael Haneke es alargada.

En el panorama cinematográfico español actual, la figura de Fernando Franco es cada vez más relevante. El cineasta, con una larga trayectoria como montador, debutó como director en 2013 con La herida, que le valió el Goya a la Mejor Dirección Novel. Aquel título era un íntimo estudio de personaje, con una mujer con trastorno límite de la personalidad, un impedimento constante para alcanzar la felicidad. Su filmografía posterior ha repetido este modelo de película, con resultados peores –Morir (2017)– y mejores –La consagración de la primavera (2022)–, pero en todas hay una constante: un personaje cuya vida está atravesada por una enfermedad.

Subsuelo, que compite por la Espiga de Oro en la Sección Oficial de la SEMINCI, es la primera película de Fernando Franco que se aleja parcialmente del drama introspectivo para adentrarse en el terreno del thriller. Y eso se refleja desde su inicio: un largo plano secuencia presenta a sus protagonistas, Eva, interpretada por Julia Martínez (La promesa), y Fabián, encarnado por Diego Garisa (Bienvenidos a Edén), dos hermanos mellizos que pasan el verano en la casa de campo junto a su familia y amigos. Los hermanos y un tercero se ven involucrados en un trágico accidente que acaba con la vida de su amigo y marcará sus vidas para siempre: Eva cae en una profunda depresión y Fabián queda postrado en una silla de ruedas. Pero las circunstancias del accidente son responsabilidad de ambos, lo que los carga de culpabilidad y resentimiento.

De esta forma, Subsuelo trata de combinar el drama personal de su protagonista femenina, Eva, con los mecanismos del thriller, y es aquí donde la nueva película de Fernando Franco no termina de cuajar. El thriller domina tanto la narrativa que el drama se ve relegado a un segundo plano. Sin embargo, la estructura de la película, en términos de thriller, es impecable: una narración capitular y no lineal, en la que el accidente funciona como prólogo y cada nueva perspectiva añade capas de complejidad al guion.
Fernando Franco sigue demostrando ser uno de los narradores españoles más hábiles, en lo que respecta a la dosificación de la información. Fabián ya no puede usar las piernas, pero el cómo y el cuándo de esa revelación no son inmediatos, esperando al momento idóneo para que el impacto sea mayor. Lo mismo sucede con Eva, que está saliendo con alguien, pero la identidad de su pareja se mantiene en la sombra durante buena parte del metraje, invitando al espectador a unir cabos. Este puzle plantea un desafío –ligero– que busca tanto intrigar como incomodar. Porque Subsuelo es una película deliberadamente incómoda.

En este aspecto, y en lo dicho previamente, resuena el cine de Michael Haneke (La pianista, Funny Games). Sin ser tan frívolo ni calculador en cuestiones de puesta en escena, Fernando Franco elabora un thriller que recuerda al cine del director austríaco. Cómo y cuándo emplea el plano secuencia funcionan como recurso de tensión en tiempo real, con un gran trabajo interpretativo. A ello se suma el uso de imágenes de móvil (chats, vídeos, etc.), ocultando además la identidad del interlocutor y algunos mensajes anteriores según convenga, la estructura no lineal en forma de puzle, el tema de la culpa, la responsabilidad y el abuso, y el personaje de Fabián, un psicópata con todas las letras, que actúa como antagonista y perpetrador de los actos más provocadores de la cinta. Tanto su interpretación como su aspecto pueden recordar a Arno Frisch en Funny Games, aunque sin llegar a sus niveles de comicidad y sadismo. Sin duda, un papel fascinante (y odioso).
Distinguiéndose estéticamente de Haneke –con una fotografía más colorida y naturalista, y un diseño sonoro más complejo y aparatoso (más música, más efectos de sonido)–, Fernando Franco se acerca mucho a él y se aleja del drama introspectivo que lo caracteriza. Aquí todo gira en torno a Eva, cargada de culpabilidad, quien empieza a mejorar cuando entabla una relación con el personaje interpretado por Nacho Sánchez (Una cabeza en la pared). Ella protagoniza los momentos en los que el drama se impone sobre todo lo demás, aunque son escasos y aislados: uno es la conversación que mantiene con su amante en la cama, con un plano fijo, picado, tenue y sensible; otro, el plano fijo con la psicóloga, tan sencillo como evocador.


El resultado es una película emocionalmente distante. El thriller rompe con la sensibilidad del propio relato y con la magia de los anteriores títulos de su director. De haber sido más equilibrada, Subsuelo podría haber sido realmente potente.
NOTA: ★★★½
«SUBSUELO» SE PROYECTA EN LA SEMINCI Y SE ESTRENA EL 7 DE NOVIEMBRE EN CINES.
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