Crítica de ‘Pluribus’: ¿La serie más original del año?

Si 2025 nos ha dejado series que se alzan como las mejores del año –The Studio o The Pitt, por ejemplo–, pocas merecen el adjetivo «original». Con original no hablamos de satirizar Hollywood, ni de otro drama hospitalario, ni de adaptaciones literarias (como Matabot o El instituto) ni de la enésima ramificación de sagas longevas (véase Alien: Planeta Tierra), por muy bien que estén todas ellas. Tampoco –por mucho aprecio que les tengamos– encajan en esa categoría Yakarta, con su drama oculto bajo un barniz deportivo, ni Mobland y sus gánsteres. Y es que, la originalidad es hoy día una especie casi en peligro de extinción. Esta industria insiste en acabar con ella, a base de remakes, spin-offs, secuelas, precuelas y fórmulas que priorizan la seguridad y la rentabilidad sobre el riesgo. El pan de cada día. Y, sin embargo, la originalidad ha encontrado en Apple TV un santuario improbable.
La plataforma de la manzana –aunque tenga muchos menos suscriptores que gigantes como Netflix y arrastre pérdidas anuales que rondan los mil millones de dólares–, ha desarrollado un radar casi infalible para aquello que se sale de la norma y que se resiste a obedecer algoritmos y métricas. Lo demostró con su multipremiada serie Separación y sus Lumon-empleados, y ahora repite la hazaña con Pluribus.

Su primer teaser ya era una declaración de intenciones: una mujer lamiendo donuts uno tras otro, para luego devolverlos, impecablemente glaseados con su ADN –¡ñam!–, a la caja donde un cartel rezaba: «Sírvete tú mismo». Nada más. Internet, lógicamente, puso manos a la obra con toda clase de teorías intentando descifrar qué diantres estaba pasando. Pero Apple TV, lejos de dar respuestas, continuó alimentando el desconcierto con microavances que poco o nada explicaban, con frases enigmáticas incluidas. Y, cuando por fin llegó el tráiler, tampoco respondió la pregunta del millón: «¿De qué trata Pluribus?». Pero no hacía falta, porque había un nombre en letras enormes que actuaba como anzuelo absoluto: Vince Gilligan. Con el creador de Breaking Bad y Better Call Saul, podían permitirse el lujo de no explicar nada de nada. De hecho, su única pista era una sinopsis de poco más de una línea: «La persona más desgraciada de la Tierra tiene que salvar al mundo de la felicidad».

Vistos ya siete de los nueve episodios que componen esta primera temporada, evidentemente, esto es mucho más que un brote contagioso a lo Mr. Wonderful que reparte sonrisas y frases motivacionales. Pluribus –en alusión al lema estadounidense E pluribus unum, que significa «De muchos, uno»– nos sumerge en un planeta Tierra en el que, a partir de un virus alienígena, la humanidad se convierte en un solo organismo vivo. Médicos, profesores, ingenieros, camareros o bebés recién nacidos: todos funcionan como un único cerebro planetario, compartiendo movimientos, recuerdos, pensamientos y conocimientos. Es como si frases como el «todos para uno y uno para todos» de Los tres mosqueteros o «la unión hace la fuerza» se llevaran a un extremo literal. Porque todos se convierten en un «nosotros» gigantesco.
Ahora bien, por muy original que sea esto, Pluribus, que remite más a la etapa Expediente X de Gilligan, bebe de influencias reconocibles, como La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), con extraterrestres que reemplazaban a toda la raza humana por copias carentes de sentimientos y sumadas a una única conciencia colectiva.

La elección entre un apocalipsis zombi y el virus de Pluribus parece clara: el segundo. Especialmente, si formas parte del selecto grupo de inmunes, como Carol Sturgis (Rhea Seehorn), y tienes a disposición al resto del planeta a tus órdenes para complacerte con comidas copiosas y caprichos imposibles, que incluyen un Air Force One para moverte a tu antojo. Pero Carol, escritora de novelas románticas con cierta fama y una vida que, sobre el papel, parecía perfecta junto a su esposa Helen, ve cómo el mundo tal y como lo conocía deja de existir, y le resulta irrelevante y hasta sospechosa la amabilidad de los nuevos humanos. Con la compañía de uno de ellos, Zosia (Karolina Wydra) –con quien forma un tándem magnífico que protagoniza algunas de las mejores escenas– intentará descifrar, con muchos insultos y rabietas de por medio, qué significa este estado de felicidad y paz universal obligatoria al que ella y doce personas más han permanecido al margen.
Tras un episodio piloto brillante, la particular Pluribus demuestra semana tras semana su capacidad para mantener al espectador pegado a la pantalla. Gran parte de su magnetismo recae en su antiheroína, interpretada con convicción por la colaboradora habitual de Gilligan en Better Call Saul, que tiene la difícil tarea de sostener capítulos en solitario y de ser prácticamente la única intérprete recurrente, pero también en los interesantes interrogantes que surgen: ¿Es realmente deseable la felicidad universal si eso implica la pérdida de la individualidad? Si Carol lograra que un solo miembro del colectivo recuperara su yo, ¿le estaría agradecido? Y, en última instancia, si consigue que el mundo vuelva a su estado anterior, ¿estaría salvando a la humanidad o la destrozaría al volver a una realidad en la que robar, matar, etc. es posible?

Pero hay que tener paciencia con Pluribus. Su ritmo pausado es su mayor defecto y se extiende incluso a escenas de espléndida factura cinematográfica, pero que pueden dejar a más de un espectador desconectado o hasta aburrido, sobre todo si uno espera episodios más moviditos como el primero, con el comienzo de toda esta locura, o el cuarto, en el que la protagonista intenta averiguar si puede revertir el mundo. Una sensación de parsimonia que se acentúa en episodios más avanzados, como el séptimo en su totalidad.
La gran incógnita ahora es si la serie será capaz de seguir avanzando con giros y resoluciones satisfactorias, sin quedarse bloqueada en la singularidad de su idea central, como le ha ocurrido a otras tantas producciones recientes (From, por ejemplo). Y esta duda se intensifica al saber que ya hay varias temporadas planeadas.

Por todo ello, lo nuevo de Vince Gilligan puede que sí sea la serie más original del año, pero no por ello la mejor de todas (ese honor sigue reservado a algunas de las mencionadas en el primer párrafo). Pluribus merece, en cualquier caso, celebrarse como una bocanada de aire fresco en un panorama televisivo tan homogeneizado que, por momentos, parece un organismo colectivo de poca personalidad como el que plantea la propia serie.
NOTA: ★★★★☆
«PLURIBUS», YA EN APPLE TV, CON EPISODIOS CADA VIERNES HASTA EL 26 DE DICIEMBRE.
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