Crítica de ‘Adiós, June’: Una luz en Navidad.

Destaca el periodista Pedro G. Cuartango, en un reciente artículo de ABC, que el escritor Thomas Mann (Muerte en Venecia) escribió que los hospitales pueden volverse una forma de vida. Entrar en uno de estos, tanto como visitante o, sobre todo, como paciente, es dejar fuera de sus fronteras los conflictos consuetudinarios para afrontar aquellos que son los que, de verdad, importan. De manera inevitable, la fina línea entre la vida y la muerte se desdibuja en estos edificios asépticos e impasibles ante la enfermedad y el drama que sostienen sus paredes.
En una paradoja infinita, el tiempo se para adentro, pero nunca afuera, aletargando un día de la marmota infinito en el que poco importa qué día de la semana sea. No obstante, el ser humano tiene una capacidad resiliente que nos trae hasta donde estamos –no sé hasta cuándo, también os digo– y que le hace sacar lo mejor de sí mismo, tanto individual como colectivamente, cuando las cosas están tan mal.

Kate Winslet, la inolvidable Rose de Titanic (1999) y ganadora del Óscar por The Reader (2008), debuta en la dirección de la mano de Netflix con Adiós, June, estrenada hoy en la plataforma de streaming, aferrándose a la característica habitual de las directoras noveles: contar una historia que han vivido de cerca. Sin llegar a ser autobiográfica y con un texto escrito por Joe Anders, el hijo común que tiene con Sam Mendes, Winslet plasma momentos y sentimientos que vivió en un hospital en los días previos a la pérdida de su progenitora.

En una historia de reconstrucción de lazos familiares que se han ido perdiendo con el paso del tiempo, cuatro hermanos que han desarrollado vidas emocional y profesionalmente antagónicas se reencuentran en un hospital de paliativos para acompañar a su madre, June, en los últimos días de una vida que se apaga a causa de un cáncer terminal. Esta situación pone a prueba las diferencias fraternales que deberán dejar de lado para gestionar de la manera más humana un adiós que es más duro, si cabe, a tan solo dos semanas del día de Navidad. No obstante, antes de emprender su viaje, June será el elemento catalizador para unir los fragmentos de una familia rota.
La forma en que Winslet va cosiendo las relaciones entre los cuatro hermanos de la familia, siempre en torno al conflicto dramático que provoca la enfermedad de June, es uno de los aspectos más a destacar en su debut como cineasta. Desde un prólogo caótico, que presenta las diferentes rutinas de cada uno de los hermanos, así como la situación de debilidad física tanto de June como de su marido, va aportando calidez e intimismo a lo largo del metraje en una historia que peca de no estar contada con demasiada originalidad.
Sobre todo en su primera hora, la película no hace demasiadas concesiones y se centra sin tapujos en los síntomas y tratamiento que recibe June, protagonizada de manera más que resuelta y convincente por la leyenda de la interpretación Helen Mirren (El club del crimen de los jueves).

A una dirección sobria y clásica, le acompaña un guion demasiado explícito con la enfermedad como motor de la emoción, que debería surgir de manera más fluida en el espectador. En sus casi dos horas de metraje, se echa en falta que el arco de desarrollo del conflicto entre hermanos tenga una mayor progresión o profundidad, quedando superfluo y resolviendo conflictos de largo plazo con un diálogo ingrávido que no deja demasiado poso.

Más allá de June, el interés desde el propio prólogo se centra en la situación individual de cada uno de los hermanos y el conflicto común que esto genera entre todos. Contando con un reparto de altura, la propia Winslet ofrece la mejor interpretación de la obra como la hermana con mayor éxito profesional pero más ausente en lo personal dentro del seno familiar, Jules. Su contrapunto directo es Andrea Risebrough (Mandy), siendo ellas dos las únicas que no tienen ningún tipo de relación entre los cuatro hermanos. La también nominada al Óscar Toni Collette (Mickey 17) encarna a la hermana mayor de los cuatro, un personaje muy caricaturesco y excesivo cuyo conflicto personal reside en la maternidad tardía. El menor de los cuatro –y más interesante de todos ellos– es el interpretado por el actor irlandés Johnny Flynn (Ripley). Es, precisamente, por su opacidad y el misterio acerca de un pasado que duele y no ha cerrado, el personaje de mayor calidez y pesadumbre de un reparto convincente y bien dirigido.
De nuevo, es una pena que el guion no acabe de explorar en profundidad las heridas internas de cada uno y que gran parte del metraje apueste por el dolor físico de la enfermedad y la luz que se apaga para buscar la emoción. Habiendo, incluso, algunos puntos humorísticos, se sienten demasiado ahogados por el drama acerca de la muerte en una película que, realmente, pide mayor peso al conflicto familiar que debe resolverse a causa del detonante de la enfermedad de la matriarca.

Adiós, June no es una película, por tanto, sobre la celebración y la calidez de la Navidad, como otras que pueden venir a la cabeza en estas fechas, como The Holiday, de Nancy Meyers. El debut de Kate Winslet en la dirección es el drama de una familia rota en torno a la pérdida inminente de una madre. La Navidad es el marco en el que celebrar la unión entre los seres queridos presentes y el recuerdo de las sillas vacías que dejan los que ya no están.
NOTA: ★★★☆☆
«ADIÓS, JUNE», ESTRENO HOY EN NETFLIX.
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