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CRÍTICA (21SEFF): “Flow”

Una película sin diálogos, pero con mucho que decir.

© SEFF

Se oye mucho eso de que el cine de animación ya no es lo que era, pero si algo está demostrando este 2024 es que está viviendo uno de sus mejores momentos. Secuela de Del revés 2 aparte, este año Dreamworks nos ha regalado la maravillosa Robot salvaje, pero hay otros estudios más independientes que también han sorprendido, con la Memoir of a Snail de Adam Elliot, que nos trae una emotiva y lacrimógena historia en stop-motion, y a la que ahora se suma Flow, que nos brinda una historia única.

Flow, que ya se alzó con cuatro galardones en Annecy y fue presentada en la sección Un Certain Regard de Cannes, nos ofrece un relato tan íntimo como épico: una inundación fuerza al gato (negro) protagonista – tan adorable y cabezota como cabría esperar – a abandonar su hogar y a compartir un pequeño bote con animales muy variopintos: un perro, una capibara, un lémur y un pájaro secretario.

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Sin diálogos y con una elegancia minimalista que mantiene la atención del espectador durante sus casi 90 minutos, el letón Gints Zilbalodis – director, co-guionista, editor, diseñador de producción y co-compositor de la banda sonora, sí, para caerse de espaldas – convierte esta travesía acuática en una road movie introspectiva y transformadora con destellos de coming of age. Aquí, el agua es mucho más que un escenario (y una catástrofe): simboliza el cambio, como lo hace en tantas y tantas religiones. Porque cada uno de los pasajeros de este improvisado arca de Noé – un gato negro solitario y arisco, un lémur materialista, un perro labrador juguetón, un pájaro secretario majestuoso y, tal vez la excepción, la capibara tranquila – cambia a lo largo de este peligroso periplo. El resultado es que el espectador empatiza, se ve reflejado en ellos (a pesar de ser animales) y se preocupa por ellos, y Gints consigue todo esto sin una sola palabra (y con voces, por cierto, de animales de verdad).

La destreza técnica del letón es innegable. La cámara, siempre inquieta, sigue a los personajes – con movimientos muy naturalistas – de cerca, haciendo de esta historia una muy cercana. Por otro lado, largos planos secuencia inundan (literalmente) el filme y crean una sensación de inmersión total, tanto que hace que uno parezca estar jugando a un videojuego de mundo abierto. A todo esto se añade un diseño de mundo excepcional y un tanto onírico: un universo habitado solo por animales, pero con vestigios de que en algún momento hubo seres humanos, como esas impresionantes arquitecturas o esa ciudad laberíntica para perderse.

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Se trata de una fantástica película que podría perfectamente valerle una nominación en la categoría de Mejor Película de Animación en los Oscar. Y no solo eso, la cinta es también la candidata de Letonia a la Mejor Película Internacional, un país que nunca ha logrado la nominación en dicha categoría. Pero todo podría cambiar este año gracias a Gints.

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En definitiva, Flow es un viaje que, a pesar de su sencillez, nos sumerge – nunca mejor dicho – en un recorrido memorable con temas tan universales como el crecimiento personal, la convivencia o la solidaridad. Y es que Zilbalodis te hace conectar con un grupo de animales sin necesidad de palabras. Una joya que se ha proyectado en el 21 Festival de Cine Europeo de Sevilla y que ha cosechado tres más que merecidos premios.

NOTA: ★★★★☆

“FLOW”, ESTRENO EN CINES EL 24 DE ENERO.


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Marta Medina

Marta Medina

Graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Sevilla (US) y con un nivel C2 de inglés. Fundadora de mundoCine con diferentes roles como crítica, redactora y gestora de redes sociales. Amante del cine y seguidora de la temporada de premios y festivales de cine.