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CRÍTICA (27FestivalMálaga): “Disco, Ibiza, Locomía”

Pura adrenalina visual.

© DeAPlaneta

Mediados de los ochenta. España.

El panorama musical español ha sido eclipsado por el movimiento socio musical denominado como “la Movida madrileña”. La industria musical nacional se sustenta sobre los hombros de grupos de pop rock neonatos que levantan pasiones en jóvenes sedientos de música, y cuyas carreras están siendo lanzadas al estrellato por distintas productoras.

Mediados de los ochenta. Ibiza.

Un trío de jóvenes dispuestos a comerse el mundo decide asentarse en la isla balear en busca de cumplir sus sueños y experimentar su libertad todo lo que puedan y más. Trío liderado por Xavi Font (Jaime Lorente), un modisto con una visión excéntrica para la época deseoso de reconocimiento y prestigio. A medida que su estancia en la isla se alarga, y a raíz de encontrar en la discoteca más selecta y mediática de la isla el escenario perfecto para lucir sus diseños, la familia que crea bajo el nombre de Locomía va creciendo.

Familia que descubrirá José Luís Gil (Alberto Ammann), el gran productor de música del momento interesado en encontrar algo diferente, algo novedoso, y que impacte en la sociedad del momento. Algo que ocupe el vacío del trono de la música dance español. Algo como Locomía.

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A estas alturas de la película – nunca mejor dicho – la industria del cine ha tratado de mostrar al espectador el lado más personal y desconocido de los grandes artistas del panorama musical a través de los denominados biopics. Películas que tratan de captar la esencia de la banda o solista que las protagonizan a través de los elementos cinematográficos y técnicos empleados por su creador. Algo que Kike Maíllo (“Eva”) ha conseguido a la perfección en esta “Disco, Ibiza, Locomía”.

Con unos tres primeros actos arrolladores que supuran adrenalina en cada plano, el director trabaja sobre su propio guion – que coescribe con Marta Libertad – con desparpajo y maestría, al más puro estilo Locomía. Un guion que empieza por el final, y donde todo lo que vemos es narrado por los propios implicados desde la sala donde se está llevando a cabo el proceso de conciliación entre los miembros del grupo y José Luís Gil. Un proceso en el que se intenta llegar a un acuerdo sin tener que llegar a los tribunales y poner remedio así a los acontecimientos que el espectador irá descubriendo a medida que esta excéntrica y liberadora cinta avanza.

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Excentricidad visual que se logra gracias al simbiótico trabajo artístico detrás de los vestuarios, peinados, y maquillaje; y que transportan al espectador al epicentro de esta gran familia. Familia cuyas rencillas y discrepancias irán cogiendo fuerza a medida que sus miembros vayan sumergiéndose en el mundo más serio del ‘show business’, y que provocarán una montaña rusa de emociones y experiencias a sus integrantes.

Unos integrantes que se mueven libremente (a nivel físico y espiritual) por la pantalla gracias a una puesta en escena que exacerba toda la convulsión y caos confortable en el que estaba sumergido el día a día de Locomía. Un canto a la vida y libertad personal que se encapsula a la perfección en las carismáticas interpretaciones de un elenco que funciona como uno solo, captando a la perfección la idiosincrasia de los personajes a los que dan vida. Personajes liderados por un Xavi Font encarnado por la faceta más sentida y extrovertida de Jaime Lorente, y que se contrapone al rictus serio y contenido con el que Ammann da vida a José Luís Gil.

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Todo ello bajo un montaje que derrocha extravagancia y viveza visual gracias al continuo cambio de estilos y escenografías que hacen de este viaje que supone “Disco, Ibiza, Locomía” uno bastante disfrutón. Un disfrute que proviene del contraste de personajes, y que sacarán al espectador más de una carcajada a costa de la simpleza que el personaje interpretado por Vito Sanz posee.

Contraste que en ocasiones puede resultar irreal y demasiado exagerado, pero que se baja a lo terrenal gracias a la incrustación de material sacado de la hemeroteca que hacen conocedor al espectador de que, aunque sea solo en parte, está presenciando una historia real.

Historia en la que se deja vislumbrar la represión y persecución que sufrían las personas cuya condición sexual no era la normativa para la época, y que construye un discurso de liberación en torno al legado de Locomía. Un legado que en su momento marcó época, y que movilizó a gran parte de la comunidad hispanohablante de finales de los ochenta.

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En definitiva, “Disco, Ibiza, Locomía” se concibe como un excéntrico y efervescente biopic sobre la familia que una vez fue Locomía. Una familia tan excéntrica como liberada, que ponía su forma de vida por encima de todo, y que nunca se llegó a domar de todo por nada ni por nadie. Pura adrenalina visual que pone en valor la importancia de querer ser uno mismo y dejar a un lado los prejuicios y estigmas.

NOTA: ★★★★½

“DISCO, IBIZA, LOCOMÍA”, ESTRENO EN CINES EL 17 DE MAYO.


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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.