CRÍTICA (27FestivalMálaga): “El Hombre Bueno”
La vuelta apática de Trueba al cine minimalista.
En España, un 60% de los matrimonios acaban en divorcio. Una estadística demoledora que puede serlo aún más para los cónyuges. Cónyuges que se ven envueltos en un huracán de reuniones con abogados, citaciones judiciales y sentencias legales que mercantilizan y simplifican a la mínima expresión un amor que en su día existió, pero cuya llama ha quedado extinta. Un huracán al que también se ven atraídos los hijos de la pareja, que ven como lo que parecía una idílica y modélica familia se desvanece ante sus ojos sin poder remediarlo. Y no solo eso, sino que en numerosas ocasiones se ven en el punto de mira de unos progenitores que los utilizan como parapeto emocional ante el otro miembro de la dupla parental.
Una situación cuanto menos desagradable de la que muchas parejas quieren huir, sobre todo las que poseen hijos menores de edad en común. Parejas que entienden que el cambio de ciclo emocional es algo intrínseco en el ser humano, y que valoran el tiempo pasado con su hasta el momento compañero de vida, y que no quieren reducir a lo meramente económico una vida marital en ciernes. Parejas que deciden buscar la justicia en la sabiduría popular, estableciendo como mediador la figura conocida como “el hombre bueno”. Una persona objetiva, que no gane nada con la separación de la pareja, y que actúe como “árbitro” a la hora de hacer una partición amistosa de todo lo conseguido a lo largo de la vida conjunta.
Un juez afable y conciliador al que acuden Vera (Macarena Sanz) y Juan (Vito Sanz), un matrimonio con el tiempo de descuento por cumplir, padres de una hija, y que ven en Alonso (Jorge Sanz) al candidato perfecto. Un ex compañero de trabajo de Juan que, tras un hecho que le hizo cambiar la forma en la que veía el mundo, decide llevar una vida de ermitaño en una pequeña casita costera mallorquina. Casita que será testigo de cuatro días de Semana Santa en la que la pareja tratará de convencer a Alonso – Al para los amigos – para que los ayude en esta delicada situación.
Tras el éxito por parte del público y de la crítica de Saben aquell, David Trueba vuelve al cine minimalista y de “bajo presupuesto” con El hombre bueno. Una cinta que pretende poner en valor la complejidad de la condición humana, alejando a los protagonistas de esta comedia dramática de los arquetipos y estructuras simplistas. Un intento con más corazón que ganas, en el que el guion lleno de conversaciones que pretenden poner en valor lo difícil y tumultuoso que puede resultar una separación para una persona se siente tan vacío como apático.
Una apática que deriva de la dirección de actores deficiente, y que resulta en unas actuaciones por parte del trío protagonista que cruzan esa fina línea que separa la veracidad de lo impostado en la interpretación. Y es que, pese al mensaje que se vislumbra a lo largo de la cinta de querer mostrar como el desgaste de una pareja puede afectar a los miembros que la componen, insuflando a estos de un miedo por convertirse en una versión de ellos mismos amargada y exasperante, este no llega a impactar en un espectador que nota como falsas unas interpretaciones que deberían de rezumar veracidad.
Veracidad que tampoco es capaz de transmitir un departamento técnico que desaprovecha el poder visual que otorga la geografía de Mallorca, y cuyo trabajo en el departamento acústico deja situaciones de desacople entre el nivel de audio con el que se escucha a los personajes. Algo que consigue despistar a un espectador que si logra encontrar semejanzas con su entorno en las vivencias y momentos narrados durante la trama, llegando a poder ponerse en la situación de los personajes. Personajes que simplemente dan vida a gente buena y con corazón que simplemente tiene la mala suerte de encontrarse en una tesitura difícil de gestionar, y de la que el espectador, al que se le sitúa en un plano distanciado, no juzga, contempla.
En definitiva, El hombre bueno acaba resultando en una cinta en la que se aprecia el corazón de la propuesta, pero cuyo trasfondo se siente vacío. Un dibujo insulso de la contradicción imperfecta que nos hace humanos, en la que dos personas cargadas de buenas intenciones se topan con el declive afectivo de una vida marital poco satisfactoria. Una vuelta apática de Trueba al cine minimalista.
NOTA: ★★☆☆☆
“EL HOMBRE BUENO”, ESTRENO EN CINES PRÓXIMAMENTE.
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