CRÍTICA (27FestivalMálaga): “Pájaros”
Cuando lo importante no es el camino.
«Caminante, no hay camino, se hace camino al andar». Probablemente una de las frases más reconocibles de la obra de Antonio Machado por su sonoridad y significado. Un extracto de su poema “Caminante, no hay camino” que simboliza el paso de la vida y como el ser humano no es más que un viajero que recorre su propio destino. Un destino marcado por la gente con la que crecemos, con las que nos relacionamos y con las que convivimos; las cuales son capaces de marcarnos de una forma u otra. Vivencias que se acumulan para definirnos como complejos individuos, moldeándonos y haciéndonos como somos. Individuos como Colombo (Javier Gutiérrez) y Mario (Luis Zahera), dos desconocidos cuyos destinos se entrelazarán en esta Pájaros.
Colombo es un músico venido a menos que se gana la vida cobrando un mísero sueldo en un taller 24h (el cuál complementa trapicheando con marihuana) pero que todavía no ha perdido las ganas de vivir y sentirse joven. Mario es un abogado introvertido y tartamudo amante de la ornitología al que le da pavor conducir y que tiene que dirigirse como sea a Rumanía. Tras un encuentro fortuito en el trabajo (legal) de Colombo, estos dos extraños con cargas morales que llevar a cuestas emprenderán un viaje por carretera a través de media Europa no exento de percances y complicaciones.
A simple vista, Pájaros puede parecer una ‘road movie’ más en la que dos personas totalmente diferentes están obligadas a entenderse por razones egoístas. Una ‘road movie’, como es el caso de la ganadora del Oscar a Mejor Película, Green Book, donde la dupla protagonista recorre un marcado viaje interior que le permita desarrollarse y sentirse mejor persona. Y aunque es cierto que algo de esto último se puede llegar a atisbar en la última película dirigida por Pau Durá (Toscana), no es para nada el enfoque principal que tiene la cinta.
Con el uso de planos cercanos cerrados capaz de encapsular las expresiones faciales de los protagonistas, Durá decide hacer que el espectador sea el que recorra el viaje que le permita ir conociendo a los personajes. Unos personajes que se van abriéndose el uno al otro – y por ende al espectador – desgranando poco a poco todas las facetas de su personalidad, a través de unas situaciones tan emotivas como cómicas.
Situaciones que se suceden en el guion coescrito por el propio Pau y Ana Peiró, capaz de crear dos personajes que se complementan a la perfección, y que forman parte de dos caras de una misma moneda. Un dibujo de dos personajes antagónicos en espíritu, y que permite crear comedia a partir de ese choque de personalidades, llevándolos por escenarios que explotan esas diferencias, y que los sacan de su zona de confort. Diferencias que también ayudan a la hora de profundizar en los aspectos más tiernos y emotivos de una película que marca un ritmo lento y contemplativo sobre una trama capaz de culminar en un cuarto acto tan esperanzador como devastador. Un cuarto acto al que el espectador llega con todas las cartas sobre la mesa, habiendo sido participe de un viaje de conexión entre dos personas, y que permite generar el impacto suficiente como para que la secuencia final pase a quedarse en la retina de muchos durante un tiempo.
Un viaje donde la conexión con los personajes y su trasfondo desplaza a un segundo plano el trayecto que están recorriendo – algo que alcanza cierta literalidad cuando el personaje de Colombo decide tomar carreteras secundarias para evitar problemas – y donde las actuaciones de Zahera (As bestas) y Javier Gutiérrez (Campeones) nos dejan dos de los reflejos más humanos de este inicio de año.
Dos actuaciones capaces de encarnar esa disonancia que existe en los personajes tan solo con la expresión corporal y no verbal, y que sacan todo el partido a la vis cómica y dramática que rezuman los actores. Dos actuaciones carismáticas, que salvan a Colombo y Mario de parecer dos caricaturas de lo que realmente representan – algo que hubiera sido muy fácil debido a lo estereotipado de figuras como el canalla o el tartamudo – permitiendo que el espectador sea capaz de empatizar con sus personajes a medida que se van abriendo.
En definitiva, Pájaros conforma una conmovedor pero divertido melodrama, que usa la comedia para sanar las heridas que deja las decisiones del pasado, y que pone en valor el lado más puro y cálido de la amistad. Un viaje que el espectador recorre a través de las figuras de Colombo y Mario, y donde las interpretaciones de Javier Gutiérrez y Luís Zahera darán mucho de qué hablar.
NOTA: ★★★★☆
“PÁJAROS”, ESTRENO EN CINES EL 5 DE ABRIL.
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