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CRÍTICA (27FestivalMálaga): “Segundo Premio”

Un (no) biopic diferente para un grupo diferente.

© BTeamPictures

El cine actual, movido por los intereses de los espectadores que deciden invertir su tiempo y dinero en ver una película en la gran pantalla, está repleto de grandes producciones mainstream que llenan cada plano de una espectacularidad visual que reside en el histrionismo y extravagancia visual. Una tendencia cada vez más empleada por las grandes productoras hollywoodenses que en los últimos años han apostado por acelerar la maquinaria de un vistoso subgénero cada vez más explotado. El de los biopics musicales.

Subgénero que acerca al espectador, normalmente con este histrionismo visual citado anteriormente, la vida y obra de las grandes personalidades de la música mundial. Figuras como Queen, Elvis, Elton John, o – aunque de manera más sutil – Bob Marley; que son dibujadas por directores y guionistas de forma grandilocuente y potenciadora de los vicios por los que los protagonistas se movieron a lo largo de su carrera.

Un intento, en ocasiones más acertado que en otros, por captar la esencia de estas grandes figuras de la música, y sobre el que el director Isaki Lacuesta (“Un Año, Una Noche”) aporta un enfoque diferente. Un enfoque intimista que no pretende juzgar, sino narrar la leyenda del grupo granadino “Los Planetas” en esta “Segundo Premio”, y que escapa de la “profesionalidad comercial”. Y es que, parafraseando a uno de los protagonistas, “Lo profesionalmente forzado, resulta en aséptico”.

Una película donde la carga lírica de las imágenes que parecen sacadas de fragmentos de la “Fallen Angels” de Wong Kar-wai presentan al espectador la mirada onírica con la que los miembros de esta banda miraban sus vidas y su Granada. Una banda indie en plena efervescencia artística y personal que, durante la grabación de su tercer disco, pasarán desde la casi autodestrucción al estrellato. A la leyenda.

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Lacuesta nos relatada de manera cercana y envolvente, apoyado siempre de la poderosa letra de las canciones compuestas por la banda, la amistad masculina tan complicada que se profesan los protagonistas. Unos protagonistas interpretados por un Daniel Iáñez (“Las Leyes de la Frontera”) y un Cristalino que derrochan química y emotividad pasional en sus interpretaciones. Una pasión que en el caso concreto de Cristalino, rebosa esa realidad anestesiada en la que su personaje se mueve, y cuyo contraste con la “realidad” del espectador deja momentos de comedia involuntaria.

Protagonistas cuya complejidad y adicción a las drogas es representada por un excelso apartado visual en el que, al igual que le ocurría a los propios Juan y Floren, el espectador no es capaz de discernir qué es real y qué es parte de este viaje provocado por el continuado consumo de drogas en el que viven las piezas clave de “Los Planetas”. Un intento acertado de hacer material lo intangible, cuya simbología visual permite trasladar al espectador esa forma sensorial con la que los protagonistas vivían sus emociones. Algo que no llega a romantizar el uso de las drogas, pero sí permite manifestar la tremenda admiración que alguno de los miembros de “Los Planetas” parecían profesarles. Un ejercicio de lo más acertado de captar la esencia del grupo granadino.

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A diferencia de otros biopics “comerciales”, la película con alma indie de Lacuesta derrocha veracidad gracias a esa narración en off que la cinta emplea para expresar las emociones y pensamientos que los protagonistas no se atreven a verbalizar, profundizando en la comunicación ineficiente de las emociones y sentimientos que compartían los miembros originales de la banda, y que le da cierta sensación de atestiguación sobre la veracidad de lo que se está viendo.

Una atestiguación ficticia, donde lo importante no es lo fehaciente de lo que se ve, sino de lo que se transmite, en una huida por el histrionismo visual y narrativo falsificador. Una elección de estilo y forma que permite al espectador retrotraerse a la Granada de principio de los noventa, con ese toque vintageque aporta la fotografía granulada de Tauro Tekeuchi (“The Curse”) y el formato de Super 8 que emplea Isaki.

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Todo esto hace de “Segundo Premio” un (no) biopic que no se siente uno más, para una banda que definitivamente no era una más. La visión psicodélica con la que los componentes de “Los Planetas” vivían su verdad, que invita al espectador a conocer más sobre una de las bandas indie españolas más relevantes de finales del siglo pasado.

NOTA: ★★★★★

“SEGUNDO PREMIO”, ESTRENO EN CINES PRÓXIMAMENTE.


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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.