CRÍTICA (72SSIFF): “El Hoyo 2”
Más dinamismo, mismas incógnitas.
En 2019, la película El hoyo fue un sorprendente hit, captando la atención de los espectadores a nivel global gracias a su distópica premisa y brutal crítica al sistema de clases y de poder. Una claustrofóbica cinta dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia que resonó por su estilo visual y visceral alegoría de la sociedad, y que encuentra su segunda entrega cinco años después con El hoyo 2.
Desde el inicio, El hoyo 2 decide explorar un nuevo territorio. Mientras que el escenario sigue siendo la misma infame prisión vertical, los personajes y la narrativa se desvían del minimalista horror de su predecesora. La historia ya no se centra en el viaje existencial de un hombre a lo largo del hoyo, sino que centra su atención en un juego por la supervivencia que escala hacia un conflicto mucho más grande, orquestado por un misterioso líder que impone su estricta y autoritaria ley. Una premisa que cambia el tono contemplativo de la original por uno mucho más dinámico, cargado de acción y violencia.
En este segundo viaje al hoyo, Gaztelu-Urrutia abandona de manera sabía el efecto sorpresa que hizo tan impactante a El hoyo a favor de una historia mucho más atractiva y con más capas. La película ya no se fundamenta en el descubrimiento de cómo funciona el hoyo, sino que profundiza en la brutal dinámica de poder que en esta se vive, y cómo es moldeada por la naturaleza humana. El hoyo 2 intensifica la temática de rebelión y los dilemas morales que surgen a raíz de enfrentarse a situaciones desesperadas que se atisbaba en la primera entrega. Ahora, los personajes no solo tienen que enfrentarse físicamente a la realidad que les rodea, sino que también tienen que someterse a la retorcida estructura social que la sostiene. En este sentido, la apuesta que realiza la cinta se siente mayor, aunque el resultado final acabe siendo tan frío y poco esclarecedor como el de su sucesora.
Y es que, a pesar del mayor dinamismo de la cinta, El hoyo 2 sigue dejando las mismas respuestas sin resolver que su predecesora. No solo eso, sino que aumenta el lore entorno al hoyo, lo que invita al espectador a una mayor especulación sobre los orígenes de esta peculiar cárcel, las motivaciones de los mandamases que no se muestran, o el impacto a nivel social de este cruel sistema de alimentación. El carácter abierto de la trama sigue frustrando y fascinando a partes iguales, creando una cinta cargada de adrenalina pero que no pretende dar respuestas fáciles.
Sin embargo, este nuevo enfoque ofrece al espectador una cinta mucho más saturada en los apartados de acción y tensión. Si El hoyo se nutría de su pasividad y reflexión filosófica, El hoyo 2 ejerce presión en la narrativa desde la primera escena, llevando siempre a situaciones límites a sus personajes. Como resultado, se obtiene una película que no se siente tanto como una metáfora cocinada a fuego lento, sino como un thriller de supervivencia, en el que no se descuida las temáticas que dan mayor profundidad a la historia y a la cinta. Las secuencias de acción están siempre acompañadas por la misma ambigüedad moral que rezumaba la primera cinta, aunque aportando un sentido de la urgencia, transportando al espectador por un arco narrativo más comercial y tradicional.
Por su parte, las actuaciones que nos deja El hoyo 2 son dignas de mención. Encabezado por una espléndida Milena Smit (Madres paralelas) que aporta una cruda intensidad a su personaje, el elenco en su conjunto es capaz de abordar la complejidad emocional y la exigencia física que la película demanda. Centrándonos en Milena, su representación de un personaje varado en este torbellino de violencia y conflicto moral otorga un componente humano al grisáceo y deshumanizado entorno en el que se desarrolla la cinta. Solo con su presencia, atrae todo el componente emocional de El hoyo 2, haciendo del viaje de su personaje uno con el que resulta fácil empatizar.
A lo que la dirección de Galder se refiere, en El hoyo 2, esta se siente más segura y deliberada que en la primera entrega. Manteniendo la opresión y la estética minimalista de El hoyo, se palpa un claro signo de confianza a la hora de explorar los matices de este mundo distópico. Las escenas de acción están muy bien coreografiadas, y el ritmo que sigue el metraje mantiene en todo momento la tensión, sin desmerecer el desarrollo de los personajes.
En conclusión, El hoyo 2 ofrece una continuación notable al distópico punto de vista de su predecesora, otorgándole un tono más dinámico y atractivo. Sacrificando su contemplativa naturaleza, apuesta por un sentido de la inmediatez y un componente de acción mucho más marcado para profundizar en el lore de un mundo cuyas incógnitas siguen sin resolverse.
NOTA: ★★★☆☆
“EL HOYO 2”, ESTRENO MAÑANA EN NETFLIX.
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