CRÍTICA (72SSIFF): “Emilia Pérez”
Una atrevida ruptura de los estándares de género.
Con Emilia Pérez, el director Jacques Audiard (Los hermanos Sisters) suma una nueva cinta a su diversa y aclamada filmografía. Conocido por su magistral capacidad de combinar y fusionar géneros cinematográficos y el profundo desarrollo de los personajes que copan sus obras, Audriad, quien ya ha ganado reconocimiento internacional, sigue apostando por el moldeamiento de las convenciones estilísticas cinematográficas como punta de lanza de su último gran éxito.
Concretamente, en Emilia Pérez, Audiard se adentra en el inexplorado territorio que supone mezclar el género musical con el drama criminal, creando así una historia tan audaz como llena de inventiva. Con su signo autoral de exploración de la identidad, la moralidad y viaje personal, el director francés consigue demostrar una vez más la facilidad que tiene a la hora de balancear narrativas complejas con atrevidas decisiones estilísticas, haciendo de Emilia Pérez un fascinante nuevo capítulo en su ya meritoria carrera.
La película, que recientemente ha sido galardonada con el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, se ha proyectado en la sección Perlak de la 72ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (SSIFF), provocando en servidor un estado de estimulante estrés desde el inicio.
Y es que, este híbrido que fusiona el drama, con la comedia y el dinamismo musical inicia con una explosión visual y sonora, introduciendo al espectador en la dinámica vorágine que predomina en la cinta. Con su puesta en escena vibrante, chillona y estridente, Audiard crea desde el inicio una atmósfera teatral que se siente tan viva como la misma vida. Colores brillantes, movimientos de cámara continuos y unas coreografías rítmicas de lo más llamativas son los ingredientes perfectos para esta receta que provoca una sensación de celeridad y viveza tan pura como adictiva.
Y no solo para embellecer la pantalla se vale Audiard de los números musicales, sino que estos también contribuyen a la hora de darle más profundidad y carga emocional a la narrativa, llenándola de energía y capas imposibles de crear sin el componente musical. No son meros espectáculos, sino que sirven como motores emocionales que hacen avanzar la trama y el desarrollo de los personajes de manera orgánica, dándole a los espectadores una visión más visceral de sus emociones y motivaciones. Algo ideal para hacernos ver desde el principio la complejidad del viaje que recorren las protagonistas.
Porque el corazón de Emilia Pérez tiene tres nombres: los de las tres protagonistas de esta historia. Tres mujeres, en busca de su identidad, que tratan de darle sentido a sus vidas, haciendo todo lo que está en su mano. Tres mujeres, Rita (Zoe Saldaña), Jessi (Selena Gómez), y la propia Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón); cuyas vidas se ven entrelazadas cuando Emilia decide dejar atrás su vida como jefa de un cartel de droga mexicano y convertirse en mujer. Un cambio no solo físico, sino también emocional y psicológico, que la llevan a realizar un giro de trescientos sesenta grados, abandonando la espiral de violencia y dominación en la que estaba sumergida.
Sin duda alguna, uno de los aspectos más fascinantes de Emilia Pérez es como Audiard es capaz de transmitir las distintas etapas y momentos por los que pasa la protagonista a lo largo de este viaje con la modulación del tono de la película. Deja atrás la carga dramática que predomina el inicio del metraje y que sumerge al espectador en los estragos psicológicos y personales que están causando a Emilia su intento desesperado por avanzar y dejar atrás su pasado, y se adentra en un tono mucho más liviano, dejándonos, incluso, momentos donde la comedia y el humor se adueñan de la pantalla. En ese sentido, el guion compuesto por el mismo Audiard es capaz de crear un equilibrio perfecto entre el humor negro y la complejidad emocional que supone el viaje de Emilia, permitiendo del mismo modo respirar y procesar según que situaciones al espectador con mayor calma y distensión. Complejidad emocional que queda encapsulada por los planos cortos de las protagonistas del que tanto uso hace Audiard en esta cinta.
Sin embargo, y pese a que visual y narrativamente Emilia Pérez es un delicioso festín para el espectador, falla a la hora de reducir el contexto y cultura mexicana a pura corrupción y violencia. Es cierto que la fotografía deliberadamente lánguida creada por Paul Guilhaume (París, Distrito 13) enfatiza todo el dramatismo y tensión que Audiard le da a la cinta, pero el reflejo de México como un lugar marcado por los estragos y la dureza del dia a dia puede resultar excesivo. El tono terrenal y la poca iluminación crean una constante sensación de melancolía, que mal entendida, puede hacer correr el riesgo de convertir a Emilia Pérez en un retrato sobre simplificado de la diversa y rica cultura mexicana.
En conclusión, Emilia Pérez es una atrevida y audaz película que rompe las barreras de género y narrativa. La dirección y trabajo de guion de Jacques Audiard crea un mundo visualmente dinámico, rebosante de emoción y musicalmente rico. Una película que explora el sentido de identidad a través del género y roles de poder de manera profunda y vibrante, convirtiéndola en una de las cintas del año. Habrá que estar muy atentos a su rendimiento en la próxima temporada de premios.
NOTA: ★★★★½
“EMILIA PÉREZ”, ESTRENO EN CINES EL 5 DE DICIEMBRE.
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