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CRÍTICA (72SSIFF): “En Fanfare” (“Por Todo lo Alto”)

Una experiencia que hincha el pecho y humedece los ojos.

© SSIFF

El cine francés tiene una larga y distinguida tradición a la hora de fusionar la comedia con el reflejo social, combinando las risas sobre lo absurdo de la vida con un tono más profundo y melancólico. Un género, el de la comedia francesa, que ha ido floreciendo en los últimos tiempos, apostando por el concepto de “dramedia” para crear personajes tan frágiles como divertidos. Directores como Cédric Klapisch (Una casa de locos) o Olivier Nakache y Éric Toledano (Intocable) han sido pioneros de un estilo que ha ido creando un cine que provoca en la audiencia carcajadas y reflexión. En Fanfare, de Emmanuel Courcol (El triunfo), casa a la perfección con este molde, ofreciéndonos una cálida exploración sobre los lazos familiares a través de una narrativa cargada de humor y optimismo.

Y es que, En Fanfare es una emotiva comedia fraternal que crea una delicada balanza entre un alegre humor y una profunda carga temática en torno a la reconciliación familiar. Ambientada en el norte de Francia, la cinta combina el viaje hacia el autodescubrimiento con el poder que tiene la música a la hora de crear vínculos. Sustentada sobre el clásico arquetipo de “la extraña pareja” que crean las figuras de Thibaut (Benjamin Lavernhe), un prestigioso director de orquesta; y Jimmy (Pierre Lottin), un trabajador de fábrica y cocinero en un comedor infantil que toca el trombón en una banda local, la historia toma como punto de partida el encuentro de ambos al necesitar Thibaut un donante compatible para un trasplante de médula.

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En su core, En Fanfare es una feel good movie que, a pesar de la gravedad emocional de su premisa, nunca cae en el sensacionalismo barato. En ese sentido, la dirección de Emmanuel Courcol es sumamente hábil, superponiendo momentos de ligereza tonal con otros de genuina emoción. El descubrimiento inicial de Thibaut – el de tener un hermano perdido –, se siente como una comedia de errores a medida que su mundo choca con el de Jimmy. La sofisticación con la que se representa a Thibaut resulta hilarante frente al carisma tranquilo y pasota de Jimmy. Sin embargo, su creciente conexión revela que, debajo de lo meramente superficial, los hermanos comparten mucho más que talento musical. Esta intersección entre lo gracioso y lo emotivo es uno de los pilares en los que se sustenta la película, proporcionando a la audiencia una cálida hinchazón en el pecho mientras se reflexiona sobre la sensación de pertenencia, de identidad y de clases.

Uno de los elementos más interesantes es la dinámica entre Lavernhe (Jeanne du Barry) y Lottin (Cuando cae el otoño). El retrato de Levernhe como un hombre refinado con aires perfeccionistas que ha refinado su arte se siente tan vivo como veraz. Como contrapunto, encontramos a Lottin como un Jimmy que irradia una mundana energía de impredecibilidad. Un contraste que crea un timing cómico que da de lleno en el blanco, dando lugar a un humor que recuerda en ciertos aspectos a la screwball comedy de los años cuarenta, eso sí, cambiando el componente romántico por el amor fraternal.

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Por su parte, el guion escrito por el propio Courcol junto a Irène Muscari está finamente orquestado, casi tanto como la música de la película. Su ritmo es casi perfecto, permitiendo al espectador el tiempo suficiente para reflexionar sin necesidad de perder el tono humorístico que mantiene a la historia en su curso. Un guion que emplea hábilmente la música, ya no solo como temática, sino como una metáfora de la relación de los hermanos. La música se convierte en un puente que los une, curando sus heridas emocionales y ofreciéndoles un sendero hacia la reconciliación.

En cuanto a la dirección, el trabajo actoral que hace Courcol con el elenco en su conjunto es digno de admiración. Los actores secundarios, que acompañan a los dos protagonistas de manera continua a lo largo de la cinta, enriquecen el mundo que crea la película. Ya bien sean las simpáticas escenas de Jimmy con su banda o los momentos más formales que rodean a la orquesta, todos y cada uno de los actores aportan un sentido de autenticidad a sus personajes. Se aprecia una clara generosidad de Courcol para con sus personajes, especialmente a la hora de representar el ambiente en el que vive la clase obrera. En vez de reducir la vida de Jimmy a meros clichés, el director francés dibuja una vívida imagen de comunidad y camaradería. Una sensibilidad en torno a la clase trabajadora que añade una connotación social a la cinta, tratando temas como la desigualdad, la identidad personal y el sentido de pertenencia. Sin llegar a sermonear al espectador, En Fanfare le recuerda la dignidad intrínseca que reside en la vida de aquellos que no han sido tan agraciados por la vida.

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En conclusión, y más allá de su dimensión social, En Fanfare es una película que deja a la audiencia sonriendo, tarareando la música que protagoniza la cinta. La naturaleza de feel good movie no solo proviene de la resolución del viaje, sino por el camino que se ha recorrido hasta llegar a él. Una cinta que te llenará el pecho, y te humedecerá los ojos.

NOTA: ★★★★½

“EN FANFARE”, ESTRENO EN CINES PRÓXIMAMENTE.


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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.