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CRÍTICA: “Aquí” (“Here”)

El aquí y el siempre.

© Vértice 360

Robert Zemeckis, el aclamado director detrás de películas como Regreso al futuro, Forrest Gump o Naufrago, siempre ha sido considerado un pionero en cuanto a innovación cinematográfica se refiere. Ya bien fuera a través de efectos visuales nunca antes vistos o narraciones que te hablaban directamente al corazón, Zemeckis ha creado un legado cimentado en la ruptura de barreras. Con Here, el director se aventura hacia un mundo que es tan íntimo como expansivo, creando una narración contenida en tan solo una habitación, pero que alberga generaciones a lo largo de la historia de la humanidad. Adaptando la novela gráfica del mismo nombre de Richard McGuire, Here no se apoya tanto en el argumento, sino en la perspectiva, erigiéndose como una exploración del tiempo, la memoria, y la huella que deja el ser humano en el espacio en el que habita.

Y es que, en el corazón de Here podemos encontrar un experimento en la narración cinematográfica. La película adopta un punto de vista estático, con la cámara fijada en un mismo lugar a lo largo de cientos de años. Un enfoque atrevido que fuerza a la audiencia a centrarse en el paso del tiempo en vez de a las dinámicas tradicionales cinematográficas. Zemeckis usa un montaje en forma de collage para superponer distintos momentos del tiempo, cohesionando en un mismo lugar el pasado más lejano, el inmediato presente, e incluso pinceladas de un futuro cercano. Con este atractivo efecto, Here crea un tapete lleno de vida que se desarrolla en un mismo lugar. El amor, el conflicto, el nacimiento de un bebé, e incluso la muerte, se solapan, mezclándose en un emotivo mosaico que trasciende el individualismo.

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En cuanto a la narrativa, Here no es particularmente innovadora o reseñable. La película se centra en la vida de distintas familias, centrando su foco en la del personaje al que da vida Tom Hanks (Asteroid City), la cual es presentada como el ancla patriarcal en torno a la cual gira gran parte de la narrativa. Narrativa que se mueve entre las mundanas interacciones y los conmovedores puntos de inflexión, ofreciéndonos una única perspectiva sobre cómo las vidas interactúan y resuenan a lo largo de las generaciones. Algo que por desgracia no se le acerca al dramatismo e intensidad con el que Zemeckis nos deleitó a finales del siglo pasado, sino que se asemeja más a una etapa más reflexiva del director. Sin embargo, es precisamente esta simplicidad lo que permite brillar al componente experimental de Here.

Por ello podríamos decir que el verdadero protagonista de Here no es ninguno de sus personajes, sino la propia habitación -un testigo silencioso de la historia-. La decisión de Zemeckis de navegar a través de la vida de las distintas familias que moran en el hogar para crear una narrativa cohesionada es tan ambiciosa como efectiva. Si bien es cierto que algunos momentos carecen de la profundidad emocional necesaria debido a la fragmentada narración, el efecto general es atrayente, mostrando al espectador las experiencias universales que nos conectan como seres humanos.

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Otro elemento que conecta gran parte de la trama es el propio Tom Hank, atrayendo todas las miradas con su usual carisma, y dando vida a su personaje a lo largo de distintas décadas. Sin embargo, una de las decisiones menos acertadas de la Here es el rejuvenecimiento digital de Hanks, algo que le permite dar vida a su personaje desde su juventud a su senectud, pero que demuestra, una vez más, que pese al avance tecnológico experimentado en los últimos años, esta sigue siendo una metodología imperfecta, pudiendo correr el riesgo de sacar al espectador de la narrativa.

A Hanks le acompaña un reparto plagado de actores y actrices que interpretan a personajes de distintas épocas, siendo todos ellos capaces de dar vida de manera formidable a muchos de los moradores de la habitación que vemos en Here. Sin embargo, y debido a esta estructura de collage de la que hablábamos antes, algunos de los personajes se sienten subdesarrollados, creando historias que sirven más como breves viñetas que como arcos independientemente funcionales.

En cuanto al apartado visual, la fotografía se Don Burguess (Un asunto familiar) es capaz de capturar la profundidad de la habitación con suma precisión, desde sus austeros comienzos hasta las opulentas transformaciones. La cámara fija dibuja los momentos del día a día con una calidad que parece sacada de un cuadro, dándole vida a los pequeños detalles que nos acompañan -la luz filtrándose a través de la ventana, los pequeños cambios en la decoración, los restos de la vida que un día la casa albergó, etc.-, y que resultan en una experiencia inmersiva para el espectador.

En este sentido, el diseño de producción es cuanto menos remarcable, mostrando el paso del tiempo a través de la meticulosa atención a los detalles. Cada época es representada con autenticidad, desde la simplicidad rústica característica del siglo dieciocho, hasta el pulcro minimalismo del futuro. La habitación cobra vida, y los cambios en su apariencia reflejan las vidas de sus moradores.

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Por todo ello, Here no es una película hecha para todo el mundo. Su poco convencional estructura visual y la falta de una linealidad en el argumento puede desilusionar a aquellos espectadores que buscan una narración más directa. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a apostar por este particular enfoque, Here les premia con una profunda y conmovedora reflexión sobre el tiempo, la memoria, y ese lugar al que llamamos hogar. A pesar de no estar entre los trabajos más queridos y laureados de Zemeckis, Here es un testamento acerca de su voluntad a la hora de tomar riesgos y explorar un nuevo territorio cinematográfico. Una película que nos empuja a ver lo extraordinario en lo ordinario, para encontrar significado al lugar que ocupamos en el mundo y reconocer el impacto de aquellos que estuvieron antes que nosotros.

NOTA: ★★★½

“HERE”, YA EN CINES.


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Mario Hernández
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Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.