CRÍTICA: “Concrete Utopia”
Una distopía tan salvaje como limitada.
La frase «dicen que cuando la gallina canta, la familia se arruina» es un dicho popular que se utiliza para expresar la creencia de que la llegada de una gallina al hogar puede traer mala suerte o problemas financieros. Se trata de una expresión folclórica que no tiene un origen conocido, pero la cual se ha transmitido a través del tiempo en diversas culturas y regiones. Un proverbio que advierte de los peligros de la ociosidad y la falta de responsabilidad. Concrete Utopia explora esta idea mediante un suceso catastrófico.
Concrete Utopia nos sitúa en la ciudad de Seúl, totalmente destruida por un terremoto. Todo en la ciudad se ha derrumbado, excepto un edificio, los apartamentos Hwang Gung, que siguen en pie. Esto hace que los residentes originales del edificio empiecen a sentirse amenazados, ya que todas las personas externas al edificio quieren acceder a él para poder resguardarse. Entonces, los residentes prohíben estrictamente la entrada de extraños y se elabora un nuevo reglamento para los residentes. Pero, en medio de las continuas amenazas a la supervivencia de los residentes, empiezan a surgir entre ellos conflictos inesperados.
Concrete Utopia fue la película elegida por Corea del Sur para representarla en la última edición de los Oscars. Por desgracia, la película no pasó el corte final y no llegó a estar nominada. Sin embargo, no por ello deja de ser una de las películas más interesantes del año pasado; una distopía que mezcla diversos géneros, como el thriller, el drama, el humor negro y, por supuesto, el cine de catástrofes. Una película, a manos del director Um Tae-hwa (Vanishing Time: A Boy Who Returned), que sabe muy bien qué quiere expresar, cómo lo quiere contar y qué camino tomar con el fin de abordar los límites a los que puede llegar el ser humano para sobrevivir y cómo el miedo revela la verdadera cara de las personas. Todo ello narrado a través de una gran puesta en escena y una dirección muy fluida.
La película comienza de manera directa, sumergiéndonos en la historia desde el primer momento al presentar la gran amenaza: un terremoto que ha desatado el caos, donde un edificio se convierte en el único rayo de esperanza. En este primer acto, conocemos a los protagonistas, entre ellos, a Min-seong, interpretado por Park Seo-joon (Parasite, The Marvels), un joven que se ve cada vez más superado por la situación y que debe adaptarse a un nuevo mundo para tomar el mando de su propia vida y la de su familia. Por otro lado, tenemos a su esposa, Myeong-hwa, interpretada por Park Bo-young (Your Wedding, The Silenced), una mujer que no está conforme con la situación y hará todo lo posible por asegurarse de que todo vaya de la forma correcta. De esta forma, se crea una dualidad entre la pareja protagonista, en la que ninguno de los dos comprende al otro completamente pero se aman a pesar de todo. Aunque sin lugar a dudas, el mejor y más interesante personaje de la película es Yeong-tak, interpretado por Lee Byung-hun (El juego del calamar, La fortaleza), que se presenta como un héroe cuando es elegido delegado de los residentes para mantener a salvo el edificio, pero acaba siendo un individuo cruel, violento, malvado y con grandes secretos.
Son varios los temas que se abordan, desde observar cómo crean un mundo propio, con normas, trabajos e instrucciones para vivir, hasta ver cómo las personas se evaden del exterior explorando temas como la vivencia, la inmigración o la civilización. En lo que respecta al apartado técnico, destacan todos los efectos especiales, no solo los del terremoto, sino también los utilizados para construir ese mundo catastrófico y destruido, acompañados por una gran fotografía y unos colores fríos y apagados con el fin de empatizar y comprender mejor a los personajes.
A pesar de todo esto, hay que reconocer que la película tiene un ritmo pausado. No le cuesta arrancar pero es cierto que el segundo acto puede llegar a hacerse repetitivo ya que se enfoca en desarrollar más a sus personajes, lo que hace que la historia pase un poco a un segundo plano. Además, al terminar la película, se siente un vacío por no conocer más sobre este mundo, no solo se enfoca en el edificio, sino que también se desea conocer todo lo que está ocurriendo afuera y cómo afecta al resto del mundo, por lo que puede llegar a sentirse algo limitada. En su secuela, Cazadores en tierra inhóspita, estrenada en Netflix a principios de este año, se explora esta idea.
Como conclusión, Concrete Utopia es una película fantástica que logra crear un mundo propio, interesante y violento. Sus personajes están llenos de matices y están bien construidos, al igual que los momentos más tensos que se desarrollan entre los habitantes del edificio. Y es que lo que comienza como un terremoto que destruye una ciudad entera, termina siendo una lucha por la supervivencia y por mantenerse con vida, porque como bien se dice en la película: “Si estás vivo, puedes vivir”.
NOTA: ★★★★☆
“CONCRETE UTOPIA”, YA EN CINES.
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