Crítica de ‘Dejar el Mundo Atrás’: El ciberapocalipsis según Esmail es una intrigante pero anticlimática película.

En la serie ya de culto Mr. Robot, el director y guionista Sam Esmail nos llevó a través del intrincado telón de fondo de los ciberataques y las conspiraciones digitales a través de su protagonista, un hábil hacker. Pues bien, ahora, en su nuevo trabajo cinematográfico para el gigante de streaming, Dejar el mundo atrás, adaptada del libro homónimo de Rumaan Alam, Esmail nos introduce en un escenario apocalíptico desencadenado por un ciberataque de proporciones bíblicas.
Con el respaldo en la producción de los mismísimos Obama, Barack y Michelle, Dejar el mundo atrás sigue a Amanda (Julia Roberts) y su esposo Clay (Ethan Hawke), quienes, junto con sus hijos Archie (Charlie Evans) y Rose (Farrah Mackenzie), alquilan una lujosa casa para pasar un fin de semana tranquilo. Todo parece ir bien hasta que, entrada la noche, llaman a la puerta G. H. (Mahershala Ali) y su hija Ruth (Myha’la), alegando ser los verdaderos dueños de la casa y trayendo noticias inquietantes de un apagón en la ciudad. En poco tiempo, descubren que no se trata de un simple apagón, sino de algo más generalizado.

Dejar el mundo atrás se decanta por una ejecución deliberadamente anticlimática más que por los esperados giros argumentales que caracterizan al thriller clásico; no obstante, la intriga se consigue mantener a lo largo de todo el metraje. Un filme con un tono slow-burn que, más que sumergirse en las consecuencias de este ciberataque, se enfoca en la dinámica de los personajes, reflexionando sobre la era digital y nuestra dependencia tecnológica, así como las reacciones humanas ante catástrofes de gran escala que, por momentos, roza la sátira, como es el caso de la hija menor, cuya mayor inquietud no es el caos exterior, sino la frustración de no poder terminar su visionado de la serie Friends. Un enfoque que evoca al cine de M. Night Shyamalan y remite a ciertos códigos hitchcockianos, pero que puede exasperar a aquellos que esperan un thriller al uso, repleto de tensión y plot-twists de por medio.
Su elenco –rebosante de talento hollywoodiense– lo encabezan Julia Roberts (Pretty Woman) y Ethan Hawke (trilogía Before), pero es el secundario Mahershala Ali (Moonlight) quien destaca por encima del resto.

En el apartado técnico, Esmail vuelve a dejar su impronta autoral mediante un dominio virtuoso del lenguaje audiovisual, con movimientos de cámara elaborados y encuadres visualmente hipnóticos que buscan canalizar la creciente paranoia de los personajes, aunque en ocasiones estos recursos pueden distraer y desconectar al espectador de la trama. Asimismo, su sello distintivo –esa obsesión por lo digital y lo tecnológico– se manifiesta en pequeños guiños, como la alusión al malware «iloveyou». En sintonía, la banda sonora, a cargo del habitual colaborador de Esmail, Mac Quayle, cumple con solvencia su cometido, edificando una atmósfera sugestivamente enrarecida que impregna todo el relato.

Como conclusión, a pesar de su ritmo pausado y un mensaje algo simplón y reiterativo sobre la era digital, Dejar el mundo atrás constituye una película intrigante y atractiva desde el punto de vista formal gracias a la mirada estilizada de Esmail. Sin embargo, su debilidad está en que promete mucho más de lo que realmente da, y deja al espectador con un sabor agridulce y la sensación ambivalente de que el filme podría haber ido más allá. Mucho más allá.
NOTA: ★★★☆☆
“DEJAR EL MUNDO ATRÁS”, ESTRENO MAÑANA EN NETFLIX.
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