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CRÍTICA: “El Conde”

Terroríficamente satírica.

© Netflix

Desde que en 1922 el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau nos trajese la primera película sobre el mito del conde Drácula de la mano de su “Nosferatu: Una sinfonía del horror”, muchas han sido las adaptaciones de este escalofriante monstruo creado por Bram Stoker en la gran pantalla. Adaptaciones que no necesariamente suelen ser fieles al material original, pero que emplean la figura del vampiro como estandarte principal de la historia. Versiones del chupasangre de lo más variopintas, y que en el caso concreto de “El Conde” de Pablo Larraín, se emplea para imaginar una realidad paralela en la que Augusto Pinochet, símbolo del fascismo mundial, es un vampiro que, después de doscientos cincuenta años de vida, ha decidido dejar de beber sangre y abandonar así el privilegio de vivir eternamente.

© Netflix

De este modo, con “El Conde”, el director chileno nos presenta a un Pinochet consumido por la deshonra, y cuyos hijos buscan adueñarse de todo el dinero y poder que ha ido adquiriendo a lo largo de su más que longeva vida. Para ello, se sustenta de un guion costumbrista (aunque en ocasiones demasiado histriónico) escrito por él mismo y por Guillermo Calderón, y que centra el foco en dibujar a una familia tan disfuncional como adinerada, ansiosa de poder y dinero, sin importar los medios necesarios para conseguirlo. Un guion sofisticadamente sombrío y repleto de diálogos satíricamente punzantes que, pese a desvirtuarse sutilmente en su tramo final, nos deja uno de los primeros actos más atrayentes del año, capaz de fundir sabiamente el mito de Drácula con el legado del dictador chileno. Sin duda, un guion a la altura del Premio a Mejor Guion en el pasado Festival de Venecia.

© Netflix

En cuanto a su labor al frente de la dirección, Larraín aporta a esta satírica comedia negra la crudeza que tanto le caracteriza de manera brillante. Para ello, el director se apoya en una puesta en escena sencilla pero eficaz, donde los planos sombríos y lúgubres aportan cierto grado de horror a una película que trata de desmarcarse del típico retrato sagaz y burlesco que nos dejan otras cintas sobre grandes dirigentes militares como “La muerte de Stalin” o la más reciente “Jojo Rabbit”.

Un terror que también se transmite gracias a una banda sonora tétrica que se hace notar durante toda la cinta, y una fotografía a cargo del doblemente nominado al Oscar Edward Lachman (por “Carol” y “Lejos del cielo”), que exprime al máximo la versatilidad que aporta al género de terror el uso del blanco y negro.

A lo que respecta a las actuaciones, el elenco está copado de grandes nombres y caras conocidas del cine chileno que nos dejan unas actuaciones más que notables, sabiendo transmitir en todo momento el tono que impera en la escena. Sin embargo, si alguien lleva la voz cantante durante la mayor parte del metraje de “El Conde”, resaltando levemente sobre sus compañeros, es la actriz Paula Luchsinger, quien con su expresiva interpretación nos deja los momentos más ingeniosos y mordaces de la cinta original de Netflix.

© Netflix

En definitiva, la película de “El Conde” de Pablo Larraín supone una sagaz comedia negra donde la figura caricaturizada y fantasiosa de Augusto Pinochet es el pilar que sustenta a una familia disfuncional, corrompida por el poder, y donde los escrúpulos (o la falta de estos), la traición y las conspiraciones juegan un papel clave. Puro cine de autor sustentado sobre un guion sólido y mordaz, y envuelto en una fotografía y banda sonora tan penetrante como tétrica.

NOTA: ★★★★☆

“EL CONDE”, YA EN NETFLIX.


TRÁILER:

PÓSTER:

© Netflix

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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.