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CRÍTICA: «Estado Eléctrico» («The Electric State»)

Un intento ambliniano sin chispa.

© Netflix

Tras el descomunal éxito de Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame, los hermanos Russo, Anthony y Joe, no han logrado dar pie con bola en su etapa post-Marvel. Primero, fue la película de Apple TV+ Cherry, con un Tom Holland como un médico militar que sufría estrés postraumático. Luego, un blockbuster de 200 millones para Netflix, El agente invisible, con un Ryan Gosling como un asesino a sueldo con pasado en la CIA. Y ahora, vuelven al gigante de streaming con Estado eléctrico, una película con más presupuesto todavía que la anterior –una desorbitada cifra de 320 millones de dólares (el producto más caro de la plataforma hasta la fecha)– que se presenta como una aventura familiar que busca –en vano–  recuperar el espíritu aventurero ambliniano de los años 80 y 90.

Basada en la novela gráfica de 2018 del escritor sueco Simon Stålenhag, Estado eléctrico está ambientada en una versión alternativa de los años 90 marcada por las secuelas de una fallida rebelión de robots, momento a partir del cual los robots han sido aislados en una región desértica, la denominada Zona de Exclusión, y los humanos están consumidos en la tecnología de realidad virtual promovida por el multimillonario Ethan Skate (Tucci). Michelle (Bobby Brown), en cambio, es una adolescente huérfana que rechaza el uso de dicha tecnología, y un día, recibe la visita de un robot, Cosmo, que parece estar controlado por Christopher (Norman), su hermano menor, al que creía muerto, y decide así emprender un viaje por el oeste estadounidense para encontrarlo. Para ello, une fuerzas con Keats (Pratt), un contrabandista de poca monta, y con Herman, el ocurrente robot que lo acompaña.

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© Netflix

Estado eléctrico, lo nuevo de los Russos, se articula como una road movie –que no tiene nada de electrizante, ni mucho menos– en la que se fusionan ciencia ficción, aventura y el componente coming of age en un intento de fabricar una película de corte familiar al más puro estilo de clásicos como E.T., Super 8 o Los Goonies, siguiendo la tradición del estudio Amblin, pero hablándole a las nuevas generaciones. A aquellas inmersas en la era digital y, por supuesto, abordando temas tan pertinentes como la adicción a la tecnología (de una forma exageradamente subrayada).

Es una película con un guion plagado de lugares comunes y una fórmula previsiblemente débil, un tanto monótona y nada imaginativa, que impide que el espectador llegue a conectar de forma genuina con los personajes y sus conflictos. Y una de las principales razones de esta desconexión con la audiencia se encuentra en su errático montaje, repleto, además, de elipsis abruptas, y su narración, que rompe de lleno con el principio básico de «mostrar, no contar». Y es que, en lugar de permitir que el espectador descubra por sí mismo el contexto y los matices de este mundo alternativo noventero o la historia de Michelle y su hermano, recurre en exceso a una sobrecarga expositiva, como en sus diálogos de carácter descriptivo, sus varios flashbacks o su arranque en clave telediario.

Su reparto de lujo tampoco puede salvar la película, con nombres destacados como Millie Bobby Brown (Stranger Things, Damsel), Chris Pratt (Guardianes de la galaxia) y su estrambótica peluca, Ke Huy Quan (Todo a la vez en todas partes), Giancarlo Esposito (Breaking Bad), Stanley Tucci (Cónclave) y el ya no tan pequeño Woody Norman (C’mon C’mon), además de aquellos que prestan sus voces a los robots, también A-list, entre ellos, Anthony Mackie (Capitán América: Brave New World), Brian Cox (Succession) y Woody Harrelson (Fly Me to the Moon).

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© Netflix

Sin embargo, donde la película sí destaca es en su apartado técnico –faltaría más, con semejante presupuesto–, con efectos visuales de primer nivel –si bien no nos libramos de las insustanciales batallas robóticas–, un evocador diseño de producción para recrear ese mundo postapocalíptico con un look retrofuturista y, sobre todo, unos robots, en particular, Cosmo, con una estética acertada.

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© Netflix

Estado eléctrico es, en última instancia, una más en el catálogo de Netflix para una visualización familiar sin grandes expectativas. De esas de usar y tirar. En su tercera incursión fuera del UCM, los hermanos Russo no han logrado que la tercera sea la vencida. Y, tal vez, su regreso a Marvel con las futuras entregas de Los Vengadores sea lo más sensato para ellos.

NOTA: ★½

«ESTADO ELÉCTRICO», ESTRENO MAÑANA EN NETFLIX.


TRÁILER:

PÓSTER:

Poster de la película de Netflix Estado Eléctrico
© Netflix

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Marta Medina

Marta Medina

Graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Sevilla (US) y con un nivel C2 de inglés. Fundadora de mundoCine con diferentes roles como crítica, redactora y gestora de redes sociales. Amante del cine y seguidora de la temporada de premios y festivales de cine.