Crítica de ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’: Un adiós un tanto agridulce a muestro querido Indiana Jones.

No necesita carta de presentación. Es el arqueólogo más famoso y querido de todos los tiempos, y regresa para entonar su canto del cisne en Indiana Jones y el dial del destino, quinta y definitiva entrega –aunque nunca se sabe– de la mítica saga que marcó a generaciones desde que irrumpió por primera vez en 1981. Esta vez, Steven Spielberg, responsable de las cuatro películas anteriores, cede el testigo al cineasta neoyorquino James Mangold (Logan), quien asume la hercúlea tarea de despedir a un icono. A una leyenda. Casi nada.
En esta última aventura, Harrison Ford –con sus ochenta años a cuestas–, se enfunda de nuevo el sombrero y el látigo para encarnar a ese incombustible Indiana Jones, ahora en una carrera contrarreloj para recuperar un legendario dial con el poder de alterar el curso de la historia. A su lado, su ahijada (Phoebe Waller-Bridge), y frente a él, un nuevo enemigo: Jürgen Voller (Mads Mikkelsen), un exnazi que ha encontrado refugio en la NASA y que está dispuesto a utilizar el poder del artefacto –cómo no– para sus propios fines oscuros.

Resulta bastante decepcionante –y no menos frustrante– ver cómo un director tan solvente como James Mangold, que tan bien despidió al Lobezno de Hugh Jackman en Logan, no logra cerrar satisfactoriamente la etapa de Harrison Ford como Indy. A diferencia del fantástico filme de 2017 sobre el mutante de Marvel, en Indiana Jones y el dial del destino no hay épica, ni adrenalina, ni emoción alguna (¡cuántas set pieces sin personalidad y rutinarias encontramos!). Ni tan siquiera nostalgia.

Al desfile de secundarios ilustres –Phoebe Waller-Bridge (Fleabag), Mads Mikkelsen (La Caza), Boyd Holbrook (Logan) o Antonio Banderas (La máscara del Zorro)–, los lastra un guion convencional y previsible, firmado por cuatro (¡) manos: Jez y John-Henry Butterworth (Al filo del mañana), David Koepp (La momia) y el propio Mangold. De esta forma, se quedan en meros acompañantes del Dr. Jones.
Y es que, la película cae demasiado en el esquema de siempre, sin arriesgarse a ir más allá y aferrándose a mantener la esencia de la saga, pero careciendo de la chispa y la originalidad que hicieron de las otras películas todo un clásico, quedándose muy por detrás del resto de las películas del arqueólogo. Aunque quizá no tanto de la (para mí) desastrosa Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.

En definitiva, Indiana Jones y el dial del destino es una película que intenta rendir homenaje a Indiana Jones, pero que no consigue encontrar el equilibrio entre honrar su legado y ofrecer algo nuevo, atrevido y rompedor. Aquellos que esperaban una arriesgada y refrescante entrega de Indiana Jones se sentirán, así pues, decepcionados. Puro entretenimiento de usar y tirar.
NOTA: ★★½
“INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO”, YA EN CINES.
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