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CRÍTICA: “La Piscina” (“Night Swim”)

Una película que no logra salir a flote.

Imagen de la película Night Swim (La Piscina)
© Universal Pictures

El género de terror tiene una larga tradición en el uso de piscinas como escenario de escenas escalofriantes. Desde la asfixiante escena final de “It Follows” hasta la impactante entrada de Freddy Krueger en una fiesta de piscina en “Pesadilla en Elm Street”, pasando por la icónica escena de “Gremlins”, la inquietante escena con esqueletos en la piscina de “Poltergeist” o la terrorífica secuencia premonitoria de “Destino Final”, las piscinas se han transformado en escenarios aterradores. Ahora, la película “La Piscina” (“Night Swim”), del director y guionista Bryce McGuire, continúa esta tradición pero cediendo todo el protagonismo a la piscina.

Basada en el corto de 2014 del mismo McGuire, la película sigue a Ray Waller (Wyat Russell), una estrella de béisbol obligada a retirarse prematuramente a causa de una enfermedad degenerativa, que se muda a una nueva casa con su esposa Eve (la nominada al Oscar Kerry Condon), su hija adolescente Izzy y su hijo pequeño Elliot. Con la esperanza secreta de recuperarse y volver al deporte profesional, Ray convence a Eve de que la fabulosa piscina del jardín de su nuevo hogar será divertida para los niños y le servirá a él como terapia física, pero esta piscina tiene un oscuro secreto.

© Universal Pictures

Mientras que las casas encantadas han sido el epicentro de innumerables pesadillas en la gran pantalla, “Night Swim” da un gran salto al sumergirse literalmente en aguas desconocidas con la novedosa (pero también absurda) premisa de una piscina encantada. Y es que normalmente el agua es símbolo de vida, fecundidad, espiritualidad o sabiduría entre muchas otras cosas. Connotaciones muy positivas que en “Night Swim” deciden aprovechar como vehículo de terror. “Nadar o hundirse” le decía el padre de la protagonista, Eve, cuando era niña; una frase que se convertirá en un leitmotiv a lo largo de la película ya que la familia se afronta a una situación de vida o muerte revestida de terror. Un terror que Eve, Izzi y Elliot perciben pero del que Ray sin embargo no se percata, sintiéndose absorbido por este ente sobrenatural y únicamente viendo lo positivo de la piscina que le otorga su mayor deseo: la mejora de su salud. Un terror que se ve limitado en cierta medida por una calificación por edades de 13 años que no contiene escenas gráficas o explícitas y que decepcionará a los fans del género porque no consigue generar terror en el espectador y, en ocasiones, y sin pretenderlo, genera situaciones de lo más hilarantes.

Y pese a que la secuencia inicial, ambientada en 1992, genera grandes expectativas, lamentablemente, la película en su conjunto funciona mejor como un cortometraje (el de 2014, específicamente) que como largometraje. Esto se debe a que muchas de las estructuras de sus escenas parecen repetirse insaciablemente. De hecho, todas las escenas de terror en la piscina comienzan de la misma manera, con sonidos espeluznantes, burbujas y luces parpadeantes. Esto hace que el espectador tenga la sensación de estar viendo las mismas escenas una y otra vez y hace que la experiencia resulte monótona, con una constante sensación de déjà vu. Pero, si hay que salvar algo de la película, sería la escena de Marco Polo (no la del último acto, sino la primera) y la fiesta en la piscina. Eso, y su reparto, encabezado por Wyat Russell (“The Falcon and the Winter Soldier”, “Monarch: Legacy of Monsters”) y Kerry Condon (“The Banshees of Inisherin”) que dan lo mejor de sí mismos, aunque no consigan salvar la película debido a su escueto guion.

© Universal Pictures

Por otro lado, la película bebe de filmes como “It”, con una escena que recuerda a la del payaso asomándose por la alcantarilla y hablando con un niño, pero también recuerda a otras como “El Resplador”. Estas influencias ayudan a la película a no hundirse del todo pero es un recordatorio de que la piscina encantada no es un recurso que funcione para la totalidad de la película, cuya duración aproximada es de hora y media.

En lo que respecta al apartado técnico, destaca la banda sonora, que adquiere un simbolismo importante. El protagonista tiene una enfermedad degenerativa que le obliga a retirarse del béisbol y por ello tiene que pasar página del pasado y el hecho de que esté atrapado en el pasado se refleja en el uso de canciones de los años ochenta, las cuales a su vez tienen mensajes que se relacionan con la película, como la canción “The Swimming Song” de Loudon Wainwright III. Además de la banda sonora, llama la atención que esta película fue rodada en su mayor parte en agua real, sin el uso de efectos especiales, y en este sentido, las escenas acuáticas están muy logradas.

© Universal Pictures

Como conclusión, “Night Swim” es la prueba de que no se puede esperar gran cosa de las películas que se estrenan en las primeras semanas del año y quienes no toleren el cine de terror podrán estar tranquilos y darse un chapuzón en esta película. Y es que entre nadar o hundirse, parece que la película ha elegido lo segundo.

NOTA: ★½

“LA PISCINA” (“NIGHT SWIM”), YA EN CINES.


TRÁILER:

PÓSTER:

© Universal Pictures

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Marta Medina

Marta Medina

Graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Sevilla (US) y con un nivel C2 de inglés. Fundadora de mundoCine con diferentes roles como crítica, redactora y gestora de redes sociales. Amante del cine y seguidora de la temporada de premios y festivales de cine.