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CRÍTICA: “Las Vidas de Sing Sing”

La interpretación como plan de fuga.

© A24

Instalados ya en plena temporada de premios, se multiplican en las salas una serie de películas “galardonables” como setas en los bosques. Mayoritariamente dramas inspiracionales con un toque “bigger than life” –tan del gusto de los académicos–, y en el caso que nos ocupa, un barniz de denuncia social. Si además llevan la manoseada etiqueta de “basado en hechos reales”, como es el caso, mejor que mejor.

Las vidas de Sing Sing (no se han devanado mucho los sesos al “inventarse” un título en español del original Sing Sing) narra la historia de un grupo de presos de la famosa prisión de máxima seguridad que formó una compañía de teatro tras las rejas. Las representaciones teatrales que llevaban a cabo tenían un aparente propósito de rehabilitación, pero era el evidente efecto catártico, la fuga de sus mentes a través de las interpretaciones, la que los acercaba a la tan ansiada libertad. El grupo estaba liderado por Divine G, el personaje interpretado por Colman Domingo (nominado al Globo de Oro y presumiblemente al Óscar), una especie de bonachón sensible que, por supuesto, estaba en la cárcel de manera injusta por un delito que no había cometido. Y aunque es Domingo quien se está llevando todas las alabanzas y reconocimientos, acaba siendo Clarence Maclin (que fue un preso real en Sing Sing durante diecisiete años) quien traspasa la pantalla con su carisma, convirtiéndose en el auténtico robaescenas de la cinta. 

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Sin embargo, esta historia, sobre el papel interesante y poderosa, se convierte en manos del director Greg Kwedar (Transpecos) en un drama plano y esquemático, muy alejado de la emoción que deberían transmitir una trama y unos personajes como estos. La gris realización no suma ni aporta significado, tirando de metáforas visuales muy manidas (como la de los pájaros sobre los alambres de la prisión) o recursos visuales tan poco imaginativos como la cámara en mano para dar un aspecto documental. La terrosa fotografía de Patrick Scola (Un lugar tranquilo. Día 1) no ayuda a darle solidez o capacidad de evocación al conjunto. 

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Pero es el guion el verdadero talón de Aquiles de la película, pues, no se sabe si por ser fiel a la historia real o por otro motivo oculto, este resulta más bien lineal, sin puntos de giro o picos de interés. Dicho de otra forma; no pasa gran cosa y lo que pasa no interesa especialmente. Mención aparte merece el hecho de que el grupo de presos es verdaderamente adorable, más parecido a una congregación de Hermanas de la Caridad preparando dulces de Navidad, que a una banda de asesinos, ladrones y violadores condenados.

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En resumen, Las vidas de Sing Sing es una película bastante televisiva –casi una TV movie algo aseada– con evidentes buenas intenciones y que se salva por la interpretación de sus dos protagonistas, pero que en ningún momento consigue levantar el vuelo por encima de los muros de la prisión.  

NOTA: ★★½

“LAS VIDAS DE SING SING”, YA EN CINES.


TRÁILER:

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Pablo Fernández Barba
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Pablo Fernández Barba

Guionista y Profesor de Guion, el cine es mi pasión irrenunciable y la escritura en sus diversas variantes, mi oficio. Soy Diplomado en Guion por la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) y cuento con diversos libros de relatos publicados. La crítica de cine me ha acompañado desde niño y me parece un juego divertidísimo. Mando callar en las salas de cine, mi templo personal.