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CRÍTICA: “Monkey Man”

Hanumân bendiga a Jordan Peele.

© Diamond Films

Pese a ser una de las grandes religiones actuales, y una de las más practicadas a nivel mundial, la sociedad y cultura accidental es en su mayoría desconocedora de las epopéyicas leyendas y mitos de los que se componen la religión hindú. Una religión caracterizada por su faceta politeísta, que venera a distintos dioses y deidades al igual que lo hicieran los griegos y romanos en su momento – venerando estos a otros dioses distintos.

Dioses que representan valores y principios con los que el ser humano se siente identificado o atraído, siendo para muchos modelos a seguir. Dioses como Hanumân, el dios mono del valor, la fuerza, y la autodisciplina, y que juega un papel protagonista en el Ramayana, una de las epopeyas más conicidad y representadas por la tradición hindú. Hanumân, representado en la mayoría de ocasiones como un ser con torso humano y cabeza de mono, no sólo protagoniza numerosas historias en el texto que se estima que se escribió en el siglo III a.C, sino que ahora, también sirve de inspiración en la ópera prima de Dev Patel.

Y es que, este actor y director británico que encandiló a crítica y público al protagonizar “Slumdog Millionaire”, rescata de la tradición hindú la leyenda de Hanumân, y la coloca en el centro neurálgico de su “Monkey Man”, película que dicho sea de paso vio la luz gracias al también director Jordan Peele (“Déjame Salir”).

Al igual que le ocurre al dios mono, Kid (Dev Patel) es un chico con un potencial inconmensurable, que se ve despojado de todo por una falsa figura endiosada movida por la avaricia y la codicia. Una figura que acumula cada vez más seguidores, y que en “Monkey Man” constituye el componente de denuncia sociopolítica que el protagonista de “Lion” deja marcado en su primer largometraje como director. Movido por la sed de venganza, recorrerá un viaje para infiltrarse en las altas esferas de esta ficticia ciudad india para acabar con el hombre que una vez le arrebató todo lo que tenía.

© Diamond Films

No es un secreto que Dev Patel ha querido rendir tributo a las grandes películas de acción asiáticas que, en demasiadas ocasiones, y al igual que pasa con gran parte de la cultura hindú, han pasado desapercibidas a ojos del mundo occidental. Películas donde las artes marciales y el dinamismo que se imprimen en las escenas de acción dejan un sello distintivo, el cual Dev Patel estampa desde las primeras secuencias en su ópera prima.  De hecho, todo el primer y segundo acto es una consecución de escenas que rebosan adrenalina y tensión gracias al marcado montaje con el que cuenta la cinta, transmitiendo esa sensación de vertiginosidad tan característica del cine de acción al espectador desde el minuto uno. Algo que se ve acentuado en cada escena gracias a la selección musical realizada por Volker Bertelmann (“Sin Novedad en el Frente”) en su frenética y llena de energía banda sonora.

© Diamond Films

Una vertiginosidad que nos conduce por la India más profunda, la más pobre y sin embargo, la más abundante, que queda obviada por la mirada condescendiente de las grandes esferas del país. Una India más humana y cercana, recogida a base de planos cortos y cerrados que te transportan al sufrimiento de sus gentes – encarnado por el personaje principal – y que otorgan a esta cinta de una candidez y humanidad únicas.

Sin embargo, todo este frenetismo vengativo se ve relajado durante el tercer acto, reduciendo el componente de “acción” de la cinta, centrándose en sacarle todo el jugo posible a la leyenda de Hanumân. Un tercer acto en el que el espectador termina por comprender el pasado tortuoso que marcó al protagonista, algo que tan solo era capaz de intuir gracias a los recurrentes y desdibujados flashbacks que inundan la primera mitad de la película.

Una estructura narrativa – la de esperar al tercer acto para mostrar las razones por las que actúa el protagonista – bastante inteligente por parte de los guionistas de la cinta (el propio Dev Patel, Paul Angunawela y John Colle), y que permiten al espectador acompañar a Kid en su viaje, permitiendo “ver la luz” justo en el momento en el que lo hace el protagonista.

Un viaje que pasará de estar motivado por la venganza a estarlo por un propósito mucho menos “egoísta” y más altruista, que derivará en un cuarto acto donde las pilas de adrenalina que se han ido cargando durante los dos primeros actos terminan por dotar al clímax final de una energía vigorosa, dejándonos unas de las secuencias de acción más tensas y bien dirigidas de lo que llevamos de año.

© Diamond Films

En definitiva, Dev Patel se corona con su primer largometraje demostrando que el cine de acción asiático tiene mucho que ofrecer a la industria de Hollywood. Una película que funciona como una montaña rusa a nivel adrenalina, con una estructura simétrica en lo narrativo, y que hace que merezca la pena toda la sangre, sudor y lágrimas que los creadores de “Monkey Man” derramaron para poder llevarla a cabo. Una razón más para estar agradecidos con Jordan Peele.

NOTA: ★★★★☆

“MONKEY MAN”, YA EN CINES.


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© Diamond Films

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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.