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CRÍTICA: “Rebel Moon (Parte Dos): La Guerrera que Deja Marcas”

Barra libre de slowmotion apático.

© Netflix

Tras haber cosechado uno de los mayores fracasos a nivel de crítica de su carrera, la segunda entrega de la saga Rebel Moon creada por Zack Snyder (“300”) ha llegado a Netflix sin hacer mucho ruido previo. Y es que, parece que los encargados del departamento de promoción y marketing de la plataforma de streaming eran más que conocedores de la prácticamente insalvable situación en la que se encontraba esta versión edulcorada de Star Wars. Una versión que, en boca de Zack Snyder, tiene jugo suficiente como para poder exprimir cuatro películas más centradas en el personaje interpretado por Sofia Boutella (“La Momia”). Otra cosa es que alguien quiera llegar a beber semejante zumo.

En esta ocasión, Zack Snyder establece como punto de partida la última casilla en la que nos quedamos en Rebel Moon (Parte Uno): La niña del fuego. Tras haber ganado una batalla decisiva para el futuro de la colonia pacifista que había acogido a Kora (Sofia Boutella), el recientemente creado grupo de marginales guerreros vuelven a la luna de Veldt con la esperanza de que el asedio y acoso del imperio cese. Sin embargo, pronto se darán cuenta de que no podrían estar más equivocados, forzándolos a combatir y luchar de nuevo por la supervivencia de las gentes de la colonia.

© Netflix

Al igual que le ocurría a la primera entrega, esta Rebel Moon (Parte Dos): La guerrera que deja marcas peca de una apatía narrativa provocada por lo poco trabajado que está la trama. Sin embargo, las razones detrás de la pobreza en el guion difieren mucho entre una cinta y otra.

Si en la primera la inconexión entre momentos y escenas provocaban que el espectador se encontrara perdido y desconectado emocionalmente con lo que estaba viendo, en esta segunda entrega, el valiente espectador que habría decidido darle una segunda oportunidad a la propuesta de Snyder se arriesga a sentir la misma apatía y vacío emocional debido al intento a nivel narrativo de poder abarcar más loredel que la cinta puede retener. Y realmente resulta extraño ver que ambas películas se rodaron de manera consecutiva puesto que da la sensación de que con La guerrera que deja marcas el director nacido en Wisconsin trata de compensar todo el vacío narrativo y de presentación de su universo que denotaba la primera entrega.

Es precisamente esta sobrecompensación desacompasada a la hora de mostrar en más detalle la intrahistoria y pasado de los personajes lo que llena de verborrea a esta ‘space opera’. Toda la presentación e intento de hacer los personajes empatizables y cercanos al espectador llega una película tarde, provocando una reducción de los tiempos narrativos tan innecesaria como vacua. Una lentitud en demasía, donde la desmejorada fotografía (en comparación con la primera entrega) y el excesivo uso de la técnica predilecta de Snyder, el slowmotion, hacen que las epopéyicas escenas aparezcan en la película cuáles refrescantes oasis en medio del árido desierto.

© Netflix

Unas escenas de acción muy bien rodadas y coreografiadas, y donde la puesta en escena, el montaje, y la penetrante banda sonora a cargo de Junkie XL (Deadpool), transportan a la perfección al espectador al centro del fragor de la batalla. Una batalla en la que sobrevuelan conceptos como la lealtad, el compañerismo y la camaradería, que, de haber sido mejor tratados durante el resto de la cinta, hubieran resultado en pilares fundamentales donde haber sustentado la empatía de la que carece la película.

© Netflix

En definitiva, Rebel Moon (Parte Dos): La guerrera que deja marcas presenta las mismas luces y sombras que su predecesora, convirtiendo a la (por ahora) bilogía dirigida por Zack Snyder en un intento fallido por crear su propio Star Wars. Una película con una espectacularidad técnica a la altura de su director, pero que no es suficiente para mitigar las deficiencias y tropezones de su guion.

Esperemos que a la tercera vaya la vencida…

NOTA: ★★☆☆☆

“REBEL MOON (PARTE 2): LA GUERRERA QUE DEJA MARCAS”, YA EN NETFLIX.


TRÁILER:

PÓSTER:

© Netflix

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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.