CRÍTICA: “Red One”
Un regalo navideño de parte del Grinch.
En los últimos años, el panorama de las películas navideñas se ha visto salpicado de blockbusters que tratan de combinar el espíritu festivo de la época con distintos géneros cinematográficos con el fin de llamar la atención del público general. Klaus nos trajo un encantador y animado punto de vista del origen de Santa, mientras que Last Christmas añadía un giro romántico y reconfortante a la narrativa navideña. Incluso películas puramente de acción, como La Jaula de Cristal (Die Hard), se han postulado como clásicos navideños por su mezcla de emoción y espíritu navideño. Más recientemente, Noche de paz ofrecía una cargada dosis de adrenalina y acción a la Navidad al dibujar a Santa Claus como un héroe de acción al más puro estilo Arnold Schwarzenegger.
Todas estas películas supieron balancear de manera más o menos satisfactoria el humor, la calidez y la espectacularidad, reavivando el espíritu festivo mientras mantenían a la audiencia expectante. Sin embargo, la Red One dirigida por Jake Kasdan (Juamanji) cae en una categoría completamente diferente. Y es que, a pesar de una premisa prometedora que sugiere una cinta de acción navideña extravagante, Red One desaprovecha su potencial por culpa de un guion plano, unos deslucidos efectos especiales y un tono sorprendentemente poco festivo.
Uno de los problemas más evidentes de Red One son sus efectos especiales. A pesar de que el CGI funciona a la hora de crear ciertos personajes -aquellos seres mágicos y mitológicos que se dejan ver en la película-, el resto de efectos visuales se sienten extremadamente poco desarrollados para un blockbuster navideño de este calibre. Las escenas de acción que deberían de rebosar adrenalina y dinamismo se sienten poco inspiradoras, con una marcada falta de pulimento en su ejecución. En concreto, las escenas que conllevan explosiones, persecuciones, o distintas tecnologías ficticias del Polo Norte, carecen de esa delicadeza en su creación tan necesaria para crear una experiencia inmersiva para con el espectador. Para una película que se autoconsidera como una aventura cargada de acción, Red One se ve sorprendentemente desactualizada, como si el tratamiento de sus efectos especiales hubiera sido precipitado y con un bajo presupuesto detrás. Dado el cast de estrellas y su supuesta ambición, esta falta de cuidado en la calidad de la producción resulta tan misteriosa como decepcionante.
Estos deslucidos efectos visuales podrían haber sido pasado por alto si la historia hubiera estado a la altura de lo que prometía. Sin embargo, el guion confeccionado por Chris Morgan (Fast and Furious) está acribillado con insípidos y planos diálogos que hacen un flaco favor al avance del argumento o la profundización de los personajes. Las interacciones entre el jefe de seguridad del Polo Norte encarnado por ‘The Rock’ (Alerta Roja) y el cazarrecompensas al que da vida Chris Evans (El negocio del dolor), quienes deberían de formar un dúo dinámico, se sienten forzadas y artificiales. Los diálogos carecen del carisma e ingenio necesarios para sostener una relación propia de las buddy-cops, haciendo que cada frase se sienta plana e incapaz de hacer emerger la química entre los personajes o introducir al espectador en la misión que estos tienen que cumplir. Algo especialmente frustrante en una comedia de acción, donde los diálogos son esenciales para mantener el ritmo.
Una falta de sustancia -se ve que se la quedó toda Demi Moore- que se ve reforzada por el aséptico e insatisfactorio final que presenta la cinta. En vez de apostar por una conclusión memorable o emotiva, Red One cierra su historia con una simplicidad que se siente perezosa. El acto final carece de cualquier tipo de resonancia emotiva que uno podría esperar de una misión de suma importancia como es la de salvar la Navidad. En vez de esto, Red One concluye con un más que tibio final que deja a la audiencia con el sentimiento de que la gran parte de la narrativa ha sido un mero relleno y no un viaje transformador.
Es por todo esto por lo que la dinámica central entre Johnson y Evans, que fácilmente podría haber sido el corazón de Red One, se queda corta. Mientras que ‘The Rock’ es conocido por su carismática presencia, y Evans ha demostrado en los últimos años cierta versatilidad en lo que a acción y comedia respecta, ambos actores tienen problemas a la hora de crear una química palpable. Sus interacciones carecen de la camaradería y la broma que normalmente hacen funcionar a las buddy movies. Una energía descafeinada que mina la supuesta asociación que tienen que realizar los protagonistas, haciendo difícil creer en su alianza o incluso llegar a importarnos su misión. En vez de dos profesionales que saben perfectamente lo que están haciendo y cómo jugar el papel que les toca defender, se comportan como dos compañeros de trabajos que no se entienden y que se limitan a dejarse llevar.
Y no solo eso, sino que excepto por el secuestro de Santa (J. K. Simmons) -un punto argumental que, sobre el papel, entra de lleno en la temática navideña-, la película falla a la hora de capturar ese espíritu festivo que debería de poseer. Hay muchos menos elementos tradicionalmente navideños de los que uno podría esperar, y el decorado del Polo Norte se siente más como un genérico y anónimo background que un lugar lleno de magia y fantasía. Incluso la línea argumental principal, salvar la Navidad, carece del sentido de la urgencia y peso emocional propia de una verdadera película navideña. Sin el calor y el corazón que la audiencia busca en el cine navideño, Red One acaba sintiéndose como una película de acción con un fino recubrimiento festivo.
A todos estos problemas hay que añadirle que la acción en sí misma es decepcionantemente escasa y gestionada de manera pobre. Red One se jacta de una premisa llamativa y estrellas conocidas por su capacidad física para crear una cinta donde la mayoría de las escenas de acción son cuanto menos olvidables. Los problemas coreográficos y de ritmo inundan secuencias que deberían de ser apasionantes, sintiéndose torpes y ridículas. Existe una palpable falta de creatividad en cómo se desarrolla la acción, dando la sensación de que el director se apoya en lo genérico sin querer añadir un ápice de originalidad. Para un blockbuster navideño, esta escasez de estimulante acción es una clara laguna ya que borra del mapa cualquier tipo de sentido aventurero o emoción.
En conclusión, Red One parece más un regalo navideño envenenado del Grinch que un blockbuster festivo. Con unos efectos especiales poco cuidados, su frío final, la falta de química de sus protagonistas, y la sorprendente falta de magia navideña, Red One falla a la hora de cumplir en casi todos los departamentos. Al final, la película termina por ejemplificar el punto de vista sin alma de los blockbuster navideños, ese que carece tanto del refinamiento técnico como del espíritu festivo que la audiencia desea encontrar en esta época del año.
NOTA: ★★☆☆☆
“RED ONE”, YA EN CINES.
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