Crítica de ‘Scrapper’: Una ópera prima que deslumbra gracias a su dúo protagonista.

El año pasado nos dejó una joyita en forma de debut con Aftersun, la emotiva carta de presentación de Charlotte Wells que nos rompió el corazón explorando el vínculo entre una hija y un padre. Este año, otra Charlotte británica –Regan, en este caso– aterriza con una propuesta que también gira en torno a la dinámica entre una hija y un padre.
Hablamos de Scrapper, que sigue a Georgie (Lola Campbell), una niña de 12 años que, tras la muerte de su madre, se las arregla para vivir sola en un apartamento en las afueras de Londres. Gana dinero robando bicicletas junto a su amigo Ali y se las arregla para mantener a raya a los servicios sociales inventándose un tío ficticio. Sin embargo, su equilibrio se ve amenazado cuando aparece Jason (Harris Dickinson), su padre ausente.

La película comienza con el conocido refrán «se necesita una aldea para criar a un niño» («it takes a village to raise a child») y seguidamente tachado por, supuestamente, la protagonista, Georgie, con un contundente «puedo criarme yo misma, gracias». Esta frase inicial y las secuencias que siguen a continuación introducen al espectador de forma inmediata en el singular mundo de esta niña que, después de la pérdida de su madre, vive sola. Independiente o autosuficiente son adjetivos para referirse a ella, que es capaz de hacer tareas domésticas y enfrentarse a la vida cotidiana sin ayuda de nadie. Pero, Scrapper no tarda en hacernos dudar de si esta aparente autosuficiencia es, en última instancia, suficiente, y plantea si realmente es posible que alguien se críe sin la interconexión vital con los demás.
Aunque la historia es simple y sencilla, Regan tiene una dirección singular y se arriesga en muchas de sus elecciones creativas: desde arañas parlantes y las imaginativas conjeturas de Georgie y Ali sobre la identidad de su padre (¿vampiro? ¿gánster?) hasta momentos mockumentary (es decir, falso documental). Unos elementos que aportan sin duda un toque distintivo a una historia que, de otro modo, podría haber sido un dramita indie predecible y convencional.

Eso sí, hay algo que le juega un poco en contra: su duración. Con solo 84 minutos, película no profundiza demasiado en temas cruciales como el duelo de Georgie, su amistad con Ali o la evolución de la relación con su padre.
A grandes rasgos, Scrapper logra encontrar un equilibrio entre los momentos de tristeza y humor, presentándose como una amalgama entre Aftersun y The Florida Project. Sin embargo, no alcanza la tristeza y emoción de la primera ni la hilaridad de la segunda, situándose de este modo en un punto intermedio entre ambas.

Como conclusión, Scrapper es una ópera prima simple pero efectiva, que augura un futuro prometedor para la talentosa Charlotte Regan. Una película que, a pesar de seguir ciertos clichés, consigue destacar gracias a su encanto y a su dúo protagónico: Lola Campbell y Harris Dickinson.
NOTA: ★★★½
“SCRAPPER”, YA EN CINES.
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