CRÍTICA: “Secretos de un Escándalo” (“May December”)
No es oro todo lo que reluce.
En 1997, Estados Unidos quedó conmocionada con uno de los mayores escándalos a nivel nacional acontecidos hasta la fecha. Un escándalo protagonizado por Mary Kay Letourneau, una profesora de Seattle que fue condenada por abusar sexualmente de Vili Fualaau, uno de sus alumnos de sexto curso. Un escándalo que salpicó las portadas y titulares de los principales diarios y programas sensacionalistas del país, y que terminó con Letourneau en la cárcel dando a luz a su tercer hijo con Fualaau — quien tan solo tenía 15 años en esa época —, y la publicación del libro Un solo crimen, el amor por parte de la pareja. Una pareja que, tras la puesta en libertad en 2004 de Letourneau, decidió luchar contra el viento y la marea jurídico legal para poder crear una familia. Una familia sobre la que el guion escrito por Samy Burch (Un amigo como tú) pone el foco en esta Secretos de un escándalo, y que supone una adaptación más que libre de esta grotesca historia real.
Una película en la que la dirección meticulosa de Todd Haynes (Carol) nos retrata de manera fría y desde un punto de vista ajeno como, veinte años después del romance mediático entre Gracie Atherton-Yu (Julianne Moore) y su ahora marido Joe (Charles Melton), la actriz Elizabeth Berry (Natalie Portman) debe pasar un tiempo con la familia que esta inusual pareja ha formado. Una estancia de lo más incómoda, plasmada con la frialdad con la que el trío protagonista se relaciona entre ellos, y que se consigue a través de una puesta en escena distante entre los personajes y la contención interpretativa del elenco; que provocará que la ya de por sí inestable dinámica familiar se deshaga bajo la presión de la mirada exterior.
Una mirada personificada a través del personaje interpretado por Natalie Portman (V de vendetta), y que el director sabe trasladar al espectador a la perfección gracias al uso de los planos medios que nos impiden poder llegar a conectar con los personajes de manera personal, y con una puesta en escena donde el espectador se ve forzado a ver gran parte de los momentos clave de la trama a través del reflejo de los espejos y cristales, dando esa sensación de lejanía y de no estar llegando a ver de manera directa a los protagonistas. Un trabajo de dirección inmaculado que además ayuda a plasmar la idiosincrasia particular de cada uno de los personajes, permitiéndonos descubrir estos secretos que se esconden detrás del escándalo.
Unos secretos en cuya indagación no resulta cómodo adentrarse. El personaje de Elizabeth, la personificación de la mirada externa sobre la historia, siempre se nos muestra cohibida entre los miembros de la familia, como si el respeto que le supone todo el trabajo de “mimetización” con la figura de Gracie no le permitiera conectar más allá de lo necesario con los protagonistas de su próxima película. Algo que Natalie Portman es capaz de plasmar a la perfección en una interpretación donde el lenguaje corporal y la frialdad de su comunicación se tornan más cálidos y envolventes al interactuar con los que una vez fueron testigos del escándalo.
Unos testigos que vieron como Joe, encarnado por un Charles Melton (Bad Boys for Life) capaz de mostrar esa inmadurez de su personaje provocada por haberse visto obligado a tomar unas responsabilidades a una edad demasiado temprana, caía en las garras de Gracie. Un personaje, el interpretado por la gran Julianne Moore (Magnolia), que se nos presenta como una cazadora (tanto literal como figuradamente), cuyas motivaciones e intenciones nunca llegamos a comprender. Y es que, aunque tanto Elizabeth como el espectador tratan durante toda la cinta de entender la figura de Gracie, esta lectura solo se consigue materializar de forma superficial, siendo capaz (el personaje de Portman) de mimetizar y adoptar su forma de actuar, pero sin llegar a conocer su trasfondo de manera certera.
A lo largo de Secretos de un escándalo, el director nos conduce a través de este guion que escapa de la literalidad con mucho acierto, planteándonos situaciones y presentándonos elementos de lo más simbólicos (las larvas que eclosionan de sus crisálidas para convertirse en mariposas o la escena de Gracie y el zorro), siendo capaz de materializar esa doble cara con la que se nos presentan a los personajes. Una doble cara que esconde la hipocresía de los que les rodean, y que suscitarán al espectador preguntas tan trascendentales como qué es el amor, qué es realmente estar enamorado, o hasta qué punto se está con una persona por cariño y no por compasión.
Todo ello, bajo la fotografía naturalista e hiperrealista de Christopher Blauvelt (Emma), capaz de transportar al espectador a unos escenarios y localizaciones que se siente inmaculados, huyendo así de la sensación de querer estar enfatizando más de la cuenta una historia capaz de hablar por sí sola. Una historia donde las notas intensas de piano están colocadas a destiempo de manera deliberada, creando una banda sonora compuesta por Marcelo Zarvos (Wonder) con el poder de potenciar esa sensación de incomodidad y misterio sobre lo que estamos presenciando que impera durante los 113 minutos de metraje.
En definitiva, Secretos de un escándalo conforma un melodrama psicológico con tintes de comedia negra sobre no dejarse llevar por las apariencias o lo que la gente proyecta sobre sí misma al resto, dirigida con suma maestría. Una película con un trío protagonista capaz de encapsular a la perfección la dinámica que se plantea a lo largo de toda la cinta, y donde los elementos técnicos ayudan al espectador a sentirlo todo de manera tan natural como intrigante. Sin duda, una de las mayores sorpresas del año pasado.
NOTA: ★★★★☆
“SECRETOS DE UN ESCÁNDALO” (“MAY DECEMBER”), YA EN CINES.
TRÁILER:
PÓSTER:
¡SÍGUENOS!
- CRÍTICA: “La Lección de Piano” (“The Piano Lesson”) - noviembre 22, 2024
- CRÍTICA (VPremiosLorca): “El Caso Ángelus, La Fascinación de Dalí” - noviembre 20, 2024
- CRÍTICA (VPremiosLorca): “La Fianza” - noviembre 18, 2024