CRÍTICA: “Sugar”
Una carta de amor al cine negro.
Es difícil resistirse al encanto del cine negro. Un género (o para muchos un estilo) cuyo nombre procede del francés, ‘film noir’, y cuyo esplendor se desplegó durante los últimos años de la década de los cuarenta y en la subsiguiente. Este universo sombrío y lleno de intrigas que tantas películas han explorado es el hogar de Sugar, la nueva serie de Apple TV+ protagonizada por Colin Farrell (Almas en pena de Inisherin).
El actor nominado al Oscar interpreta a John Sugar, un detective privado estadounidense que investiga la misteriosa desaparición de Olivia Siegel, nieta del legendario productor de Hollywood Jonathan Siegel. Mientras Sugar intenta averiguar qué le sucedió a Olivia, también desentierra secretos de la familia Siegel; algunos muy recientes y otros enterrados hace mucho tiempo.
Sugar es una serie de detectives con muy buen ritmo y que logra atrapar al espectador gracias a que los episodios (a excepción del primero, de una hora) duran menos de 40 minutos. Esto hace de Sugar una serie con un ritmo ágil y absorbente. Una serie que consigue ser adictiva y maratoneable, especialmente para los amantes del cine negro, y que supone una gran incorporación al catálogo de series de Apple TV+.
Una estimulante serie que comienza con una prometedora secuencia inicial en blanco y negro en Tokio. Un aperitivo del trabajo que realiza John Sugar. Un comienzo que es todo un homenaje al cine negro. Pero ahí no acaban los homenajes; prosiguen a lo largo de la serie. Homenajes que son especialmente visibles en los cortes rápidos a películas clásicas, en su mayoría de cine negro; Sunset Boulevard, Un largo adiós, Los sobornados, La noche del cazador, Perdición, En un lugar solitario, Sed de mal, El tercer hombre, y un largo etcétera.
Homenajes que no solo están en las ocasionales escenas de estas conocidísimas y míticas películas, sino también en el propio estilo técnico y narrativo de la serie. La narración onírica en primera persona, los flashbacks, los planos holandeses, el ambiente general de cinismo y los diálogos cortantes y secos son más elementos que reflejan la influencia del cine negro en la serie. Quizá lo único que no encaje del todo en esta serie sea su iluminación tan natural, que no abusa de los colores oscuros tan propios del género, y que nos ha privado de una fotografía más memorable. Así pues, por todos sus elementos, Sugar no solo es una entretenida e intrigante serie de detectives, sino también una carta de amor apasionada al género que la inspira.
Por otro lado, Sugar es una serie que está ambientada en el presente pero que bien podría estar ambientada en el pasado. Una serie con un aura nostálgica y con una banda sonora jazzística — aunque también encuentra hueco una canción de Rosalía, la de A ningún hombre (Cap.11: Poder) – y unos créditos iniciales con estética fílmica noir que nos transporta a un cine de otros tiempos.
Además, a pesar de que Sugar está bastante inspirada e influenciada por el cine negro y los clásicos del pasado, es capaz de desmarcarse. Hay un as bajo la manga con un plottwist que no se ve venir en el episodio 6, pero que no va a agradar a todo el mundo y podría sacar de la trama a más de uno. Sin embargo, es este giro argumental tan alocado (y, recalco, bastante divisivo) el que hace que se reinvente y se diferencie. Y, por si fuera poco, el final plantea un nuevo misterio para John Sugar de cara a una posible (y esperemos) segunda temporada que puede llegar a ser radicalmente más diferente al misterio que plantea la primera.
Un John Sugar interpretado por un estupendo Colin Farrell en el papel protagonista que interpreta a un detective privado – y también cinéfilo – en la búsqueda de Olivia. La presencia magnética de Farrell en la pantalla es palpable desde el primer momento y es difícil imaginar a otro actor en el papel de John Sugar. Su conexión con el mundo del cine negro se manifiesta en cada gesto y mirada, incluso en su voz en off, como si estuviera impreso en su ADN, lo que lo hace digno de pertenecer al panteón de los grandes detectives del ‘film noir’. Y es que todo el peso de Sugar recae sobre Farrell. Prácticamente ningún otro actor del elenco destaca, a excepción de Amy Ryan (The Wire), que interpreta de manera notable a Melanie Mackintosh, ex-rockera y madrastra de Olivia, la chica desaparecida, y que constituye a la femme fatale particular de la serie.
En definitiva, Sugar es una serie tan adictiva como el azúcar mismo. Una adición refrescante al canon del noir televisivo que honra sus raíces mientras traza su propio camino con un giro singular que dividirá y dará de qué hablar. Una serie más que recomendable.
NOTA: ★★★★☆
LOS DOS PRIMEROS EPISODIOS DE “SUGAR” SE ESTRENAN ESTE VIERNES EN APPLE TV+, SEGUIDOS DE UN NUEVO EPISODIO CADA VIERNES.
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