Crítica de ‘Blue Sun Palace’: Una herida latente en el corazón de Queens en la notabilísima ópera prima de Constance Tsang.

El contexto y entorno en el que se enmarca la trama de una película puede tener diversas finalidades como recurso para la misma. Algunos de estos fines acaban, incluso, escapando de las manos del propio autor por una cuestión puramente determinista. Alfred Hitchcock finalizó el rodaje de su película Foreign Correspondent meses antes del Blitz, el período de bombardeos nazis sobre Londres entre 1940 y 1941, algo que el maestro británico advirtió en el final de su film y que llevó la ficción al plano físico justo después de su estreno. Hitchcock entendió el caldo de cultivo que se estaba generando y acabó por profetizar el futuro.
Este es un ejemplo algo hiperbólico, pero útil, para hacer un símil con Blue Sun Palace, ópera prima de la estadounidense de origen chino Constance Tsang, que se estrena en España en 2025 tras hacerse con el premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes 2024.

Blue Sun Palace aterriza en un contexto de debate migratorio del todo vigente por las decisiones políticas de los diferentes países occidentales al respecto. También, por la situación de violencia y opresión que están sufriendo algunas comunidades migracionales que llevan décadas establecidas en algunos de estos lugares y que forman varias generaciones en territorio occidental.
En la película que nos trae, es el reflejo de la comunidad china de Nueva York el que establece el punto de partida de la historia. Escrita y dirigida por la propia directora en base a su experiencia personal y social. Durante el proceso de cinco años de preproducción, Tsang quiso reflejar en el guion sus vivencias con la pérdida, el duelo y la búsqueda, al igual que los actos violentos raciales, como el asesinato de una masajista china en el barrio de Flushing, Queens, misma localización donde transcurre la trama del film.

Durante los primeros 35 minutos, hasta la aparición del título de la película, se presenta a Didi y Amy, dos trabajadoras pertenecientes a la comunidad asiática establecida en el barrio neoyorquino de Queens. Durante esta larga introducción, conocemos las aspiraciones, sueños y responsabilidades de cada una de ellas, así como sus respectivos caracteres. Didi, además, está en proceso de comenzar una relación con Cheung, un personaje del que, en este comienzo, solo sabemos que no es económicamente boyante, pero con el que empieza a vislumbrar un proyecto de futuro. En la celebración del Año Nuevo Lunar, un hecho dramático subvierte el punto de vista y las aspiraciones del trío protagonista.

Sería injusto centrar el escrito sobre Blue Sun Palace en torno a la cuestión antirracial y migratoria de la misma. Tsang explora las posibilidades emocionales y dramáticas más allá de este tablero de juego, con unas normas que no cuestiona –pero sí pone de relieve– y que traen una serie de consecuencias que serán motor para los temas humanos e intimistas que quiere desarrollar.
Incluso en su dilatado prólogo lleno de luz, esperanza y sueños, la película toma cierta distancia con la acción, y Tsang centra su atención en los espacios, casi siempre interiores, donde los personajes desarrollan su actividad personal, pero siempre anclada a la labor profesional. La cámara o bien es estática o sus movimientos por estos espacios son suaves y elegantes, incluso cuando huye de la violencia que acontece, siempre oculta o fuera de plano. La directora toma algunas formas del cine de vanguardias de la Nouvelle vague, rompiendo el tradicional plano contraplano mediante el corte por el travelling entre los dos personajes que dialogan, algo que tendrá un sentido diferenciado en las dos escenas espejo en las que lo utiliza.
La posición de los personajes en estos encuadres indica la asimetría o distancia que, en función de la relación de unos con otros, será menor o mayor. Al igual que la luz, que ni siquiera en los momentos de esperanza iniciales acaba penetrando en las estancias de donde nunca saldrán sus sueños.
Del mismo modo que el ritmo es dilatado y contemplativo para hacer mella en el duelo y las emociones de cada personaje, la música es un mero testigo acompañante de la acción, y solo se hace presente cuando es diegética y tiene un sentido para los personajes, que bailarán al son de ella o, simplemente, se quedarán impertérritos ante una melodía de recuerdos nostálgica y dolorosa.

El trío protagonista está a gran nivel y logra mantener la presencia en aquellos planos secuencia exentos de música, donde el actor queda desnudo frente a la cámara. Didi, interpretada por Haipeng Xu, es un personaje fuerte que regenta este salón de masajes y quien ejerce de figura materna de Amy, a la que aconseja y protege emocional y económicamente. Es el punto de vista con el que empieza la película hasta la irrupción del título.
Kang-Sheng Lee (The River), actor fetiche de Tsai Ming-liang –con el que esta película tiene relación visual y formal–, es Cheung, un inmigrante taiwanés que huyó de su país por un problema de apuestas y donde dejó a toda su familia, que solo le reclama para saldar deudas económicas. Este es un personaje con el que es difícil empatizar en algunos momentos de la película, pero que acaba sosteniendo el plano final que acompaña a los créditos y que recuerda al de Call Me by Your Name, de Luca Guadagnino.
El tercer vértice de este trío protagonista es Amy, cuyo arco es el más completo, mejor construido y el que más evoluciona a lo largo del metraje, y cuyo papel interpreta de manera sobresaliente, bordeando la ingenuidad, la fragilidad y, finalmente, la fuerza, Ke-Xi Wu (The Road to Mandalay).

Blue Sun Palace es una notabilísima ópera prima que bebe, por un lado, del cine construido a fuego lento, con elegancia y pulso, por Ryusuke Hamaguchi (Drive My Car) o el ya mencionado Tsai Ming-liang, y por otro, de la construcción de personajes femeninos complejos y llenos de matices de Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas). Una película sobre la pérdida, cómo reaccionamos ante ella y las personas que elegimos para recorrer este tránsito.
NOTA: ★★★★☆
«BLUE SUN PALACE», YA EN CINES.
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