Crítica de ‘Un Gran Viaje Atrevido y Maravilloso’: Un pequeño y atrevido paseo que no maravilla.

La mirada crítica sobre los elementos que componen el significado cinematográfico constituye una clave esencial en el cine de Kogonada. El video-ensayo ha servido de refugio reflexivo para el cineasta surcoreano-estadounidense, puesto que este formato audiovisual permite articular ideas específicas mediante la yuxtaposición de imágenes y sonidos. Tal fue la elocuencia de sus propuestas que obtuvo el impulso necesario para dar el salto a los proyectos de ficción. Ahora bien, las inquietudes incubadas en sus video-ensayos persisten en sus largometrajes, tanto en el lenguaje visual como en las temáticas centrales.
Se reconocen en su obra la rigurosa composición de imagen, un ritmo lánguido que invita a la contemplación, la economía narrativa, la focalización en la arquitectura del espacio como analogía emocional y la exploración de la existencia humana en torno a temas como el duelo, la memoria, la cotidianidad, la transmisión intergeneracional y la tecnología como mediador afectivo.

En su debut, Columbus (2017), todos estos aspectos se presentaron contundentemente a partir de un modelo de producción independiente del que se intuye libertad creativa y transparencia autoral. A lo largo del film, la arquitectura y la geometría de los encuadres actúan como catalizadores contemporáneos de las emociones humanas. Más tarde, Despidiendo a Yang (2021) trasladó este camino visual y emocional al terreno de la ciencia ficción, empapado de intenciones poéticas a través de una osada edición. Ahora es turno de Un gran viaje atrevido y maravilloso, en que se mantienen algunos de estos mecanismos formales y narrativos, aunque adaptados a un tono fantástico y romántico.

La tercera película del director presenta a Sarah (Robbie) y David (Farrell), dos solteros que se conocen en la boda de un amigo común. Inesperadamente, ambos se embarcan en un viaje insólito que los lleva a revivir episodios de su pasado. Este recorrido de autodescubrimiento los enfrenta a recuerdos, heridas personales y decisiones que marcaron sus vidas ¿La comprensión de sus pasados les abrirá un futuro juntos?
Desafortunadamente, la gran cuestión del film resulta poco estimulante. Principalmente, las piezas que han definido el lenguaje audiovisual de Kogonada aquí no terminan de encajar como sí lo hicieron en sus trabajos previos. Las relaciones humanas, sobre todo familiares, han constituido el núcleo en torno al cual orbitan los demás elementos de su filmografía, mientras que en esta ocasión dichas dinámicas aparecen de manera colateral, cediendo protagonismo a la aceptación romántica del otro. Lamentablemente, esta propuesta podría ser más sugestiva si no fuera por la imposición de un fantasioso GPS que guía el devenir de los protagonistas, suponiendo un recurso caprichoso y artificioso que debilita la potencia alegórica del dispositivo espacial.

Este giro en la narrativa del cineasta no resulta casual, pues se trata de la primera película escrita por un guionista ajeno al realizador y respaldada, presumiblemente, por un gran estudio. Los elementos de fantasía y romance parecen responder a una estrategia comercial destinada a la atracción de un público más amplio, reforzada por la presencia de sus dos estrellas: Colin Farrell (Sugar) y Margot Robbie (Barbie), quienes sostienen buena parte de las debilidades acumuladas en el metraje. No obstante, persisten características propias de su sello autoral, pues el film conserva una medida intencionalidad sobre el espacio fílmico, respetando la composición visual para reflejar los desajustes internos de los protagonistas.


En definitiva, la última película de Kogonada marca un contrapunto dentro de su filmografía, alejándose de la identidad fílmica que había mostrado. Las secuencias de rememoración resultan más ornamentadas y cromáticamente saturadas de lo habitual, desviando el peso visual hacia lo decorativo, mientras que la premisa fantástica, unida al enfoque comercial, termina por debilitar el conjunto. Pese a ello, prevalecen destellos de la sensibilidad exhibida en su debut que compensa la ingenuidad argumental, así como un desempeño actoral que realza la propuesta. Lo que se anuncia como un gran viaje atrevido y maravilloso queda reducido a un pequeño y atrevido paseo que no maravilla.
NOTA: ★★½
«UN GRAN VIAJE ATREVIDO Y MARAVILLOSO», YA EN CINES.
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