Crítica de ‘Despelote’: Mantened a vuestros hijos lejos de esta animación.

En los últimos años, Netflix ha desplegado una multitud de estrategias, como si fuera un pescador plantando varias cañas en la orilla. La gran compañía de streaming es reconocida por ser un auténtico mastodonte del entretenimiento bajo demanda y por su sistema ultracapitalista de eliminar lo que no funciona e inventar otras veinte propuestas para sustituirlo (de las que, finalmente, acaban cancelando diecinueve). Su dinámica de ensayo y error deja claro que lleva años dando palos de ciego, y sus apuestas dejan entrever una falta de concordancia común entre lo que desean y lo que hacen.
Este es el caso de su nueva animación para adultos, Despelote, que antes de llegar a su catálogo pasó por las manos de Warner Bros. y Sony Pictures. Y conviene subrayar lo de «para adultos» porque el título lo requiere. Avisamos: no acerquéis a vuestros hijos a esta película (¡mantenedlos a kilómetros!).

Podría engañar por su dirección, a cargo de un consolidado profesional del cartoon como es Genndy Tartakovsky (El laboratorio de Dexter, Hotel Transylvania), pero no, no es para nada un título que se aproxime al corte de sus ficciones previas y para toda la familia, sino que en este caso ha tirado más por una trama similar a las creaciones de la compañía Adult Swim.

La historia sigue a Toro (con la voz de Adam Devine), un chucho que pasa sus días entre paseos por el parque y haciendo obscenidades con todo lo que encuentra por casa: cojines, mangueras y hasta la pierna de la abuela. Sus hormonas están a flor de piel, y eso lleva a su familia a decidir realizarle la castración. Ante esta noticia, y la posibilidad de tener algo con su vecina, Miel, una perra de raza de la que está enamorado, Toro emprende una aventura en la ciudad, huyendo de la posibilidad de quedarse estéril.

Como bien podéis comprobar, la trama, con guion del propio Tartakovsky junto a Jon Vitti (Los Simpson), es totalmente salida de tono. Bajo un dibujo 2D que recuerda a los antiguos títulos de cadenas como Cartoon Network o Nickelodeon –aires de Agallas, el perro cobarde o Ed, Edd y Eddy–, encontramos que el trasfondo de la película no pretende dar un gran mensaje, salvo, quizás, una pregunta tan absurda como legítima: ¿pensamos realmente en nuestros perros cuando decidimos castrarlos?
Y en parte, es lo único que tiene, más allá de escenas que a veces te hacen querer apartar la mirada de la pantalla por lo grotescas que son, aunque, desde luego, te saquen alguna que otra carcajada.


En definitiva, se podría decir que Despelote es una apuesta arriesgada y abrupta, que podría encajar en un universo como el de otras ficciones animadas como Big Mouth, pero que se queda como una simple anécdota en redes sociales, en este caso, la de una verde y retorcida subtrama de otro título de animación más reconocido como Mascotas (Chris Renaud, 2016).
NOTA: ★★½
«DESPELOTE», YA EN NETFLIX.
TRÁILER:
PÓSTER:

¡SÍGUENOS!