Crítica de ‘El Mejor’ (‘Him’): Arriesgarse no siempre te da las de ganar.

Al igual que en un partido de fútbol americano, si no arriesgas en algún momento del juego y aplicas una estrategia nueva, es posible que no llegues a alcanzar esa tan deseada victoria. En el séptimo arte ocurre algo parecido. Si el director o directora sabe que su producto funciona y que es seguro para el público, no siempre vale la pena arriesgarse y probar una estrategia distinta. Son pocos los casos en los que un director, casi debutante, arriesga en su primer partido y logra la victoria. En el caso de Him (El mejor), su director Justin Tipping (Kicks, historia de unas zapatillas) ha querido arriesgar, pero ha perdido el partido.

Cameron Cade es un quarterback con una carrera muy prometedora, que lleva entrenando toda su vida para ser el mejor. Días antes del comienzo de un campeonato de gran renombre, Cam sufre un ataque violento que lo deja sin poder participar. Su vida da un giro de 180 grados cuando Isaiah White, una estrella mundial del fútbol americano y referente para Cam, se ofrece para entrenarle y poder volver a la liga. Sin embargo, los métodos de White son bastante extraños y no parecen gustarle del todo a Cade.

El mejor, producido por el oscarizado Jordan Peele (Déjame salir),establece un punto de partida muy interesante en estos tiempos que corren: el deporte como religión (y deidad, en su consecuencia) que la gente adora y reza por encima de sus vidas personales. Esta idea no deja de ser un reflejo, llevado al extremo, de lo que para muchas personas significa el deporte como forma de vivir, y más concretamente, uno de los lemas más erróneamente utilizados en los últimos años: «no pain, no gain».

La primera hora de la película resulta prometedora al exponer la explotación del protagonista, un sólido Tyriq Withers (Sé lo que hicisteis el último verano), a los requisitos físicos y emocionales que supone ser el mejor en su deporte. Los simbolismos utilizados para representar esta condición, junto con los elementos religiosos, funcionan gratamente durante gran parte del metraje. Cabe destacar la presencia, con doble acepción, de la figura de la cabra, durante los momentos más perturbadores del filme.
En adición, la factura técnica del filme es impecable, la composición de los planos sugiere una intención que va más allá de ser estéticamente bonitos. Parece que, desde el estreno de la galardonada serie Euphoria, muchos cineastas han buscado replicar la brillante dirección de fotografía de Marcell Rév (Malcom & Marie), usando la estética analógica y los planos generales cargados de colores saturados. Además, el director hace gala de unos recursos visuales bastante cool, acompañados de un montaje frenético que no aburre al espectador en ningún momento. La utilización de los rayos X como recurso descriptivo de los daños físicos de los personajes es una idea que merece reconocimiento.

Sin embargo, al igual que un placaje en el último momento antes de llegar a la línea de meta, el filme se descarrila completamente, otorgando un final que decepciona en algunos de sus aspectos mejor conseguidos. La primera secuencia de la película establece la historia en un tono dramático, que funciona perfectamente como pistoletazo de salida para crear un ambiente serio. No obstante, a medida que avanza el metraje, la trama se diluye en una sucesión de situaciones de carácter casi satírico que rompen con la atmósfera previamente creada.
A pesar de contar con el esfuerzo de Marlon Wayans (Réquiem por un sueño), como compañero de reparto, mostrando unas habilidades actorales más que decentes, la película no logra remontar y su argumento se convierte en un guion predecible, firmado por Skip Bronkie, Zack Akers y el propio Tipping, en el que el clímax se siente demasiado forzado, estropeando la curiosa evolución que estaba teniendo el protagonista.
Rescatando la mención a Sam Levinson (Euphoria), el filme se asemeja por momentos a su última serie fallida, The Idol, sobre todo, porque el director no logra conseguir establecer un tono concreto en la historia, divagando entre bromas absurdas que no acaban de encajar con la personalidad de sus personajes.

Es por ello que El mejor no llega a funcionar en su totalidad. Además, el tráiler desvela gran parte de los momentos más interesantes. No obstante, sí se llegan a ver cualidades cautivadoras que hacen que el director sea un cineasta a seguir en sus próximos proyectos. El partido lo ha perdido, ¿pero se ha dejado la piel en el campo? Desde luego que sí.
NOTA: ★★★☆☆
«EL MEJOR», YA EN CINES.
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