Crítica de ‘El Regreso de Ulises’: Una odisea entre la culpa, la fe y la lealtad de aroma escénico.

Señala el crítico y teórico cinematográfico André Bazin que el ser humano soñaba con el cine mucho antes de que este apareciera. Esta idea enraíza en el hecho de que, ya en el Paleolítico, los primeros humanos registraban en forma de imágenes actividades de la vida cotidiana, como la caza o la pesca, en las paredes de las cuevas. Otra de las cualidades innatas de nuestra especie desde su inicio es la de contar historias. En torno al siglo VIII a. C. se data uno de los primeros grandes textos de la literatura occidental: el poema épico La odisea, del poeta griego Homero, a quien también se le atribuye la autoría de La Ilíada.
La invención del cine unió ambas cualidades narrativas y visuales congénitas del ser humano, y ha dado paso a algunas adaptaciones en la gran pantalla de La odisea a lo largo de su breve historia. La primera destacada de ellas es el cortometraje de George Méliès La isla de Calipso (1905), donde el cine aún asentaba sus primeros pasos. En 1954 fue Kirk Douglas quien se puso en la piel de Odiseo en la coproducción italo-americana Ulises, de Mario Camerini. Y en 2026 llegará la esperada adaptación del clásico homérico dirigida por el elefantiásico Christopher Nolan: La odisea.

Pero antes llega El regreso de Ulises (The Return). En esta ocasión, Uberto Pasolini, productor de Full Monty (1997), es el encargado de producir, dirigir y coescribir el guion de la película, que cuenta con capital británico, francés, griego e italiano, y fue presentada mundialmente en el Festival de Toronto (TIFF 2024). El director italiano llevaba décadas tras este proyecto, que arrancó en 2022, cuando Ralph Fiennes aceptó el papel protagonista de Odiseo y sugirió a Juliette Binoche como Penélope, lo que supone la reunión en pantalla de estos dos actores tras Cumbres borrascosas (1992) y la oscarizada El paciente inglés (1996).

El regreso de Ulises es una reinterpretación intimista, humana y alejada de toda epopeya mitológica y épica que se narra en La odisea. La trama se sitúa pasados los diez años de la Guerra de Troya y el tiempo posterior en el que Odiseo (o Ulises) es dado por muerto por todos en Ítaca, excepto por su esposa, Penélope. Un sinfín de pretendientes se reúne en el palacio de este para desposar a Penélope, quien teje y desteje un sudario para Laertes con el objeto de ganar tiempo, esperar la vuelta del rey y no tomar partido por ninguno de estos mezquinos. El tiempo se agota a la misma velocidad que la paciencia de estos, que han hecho suya Ítaca y a sus habitantes, creando un estado de caos, sexo y violencia ante la falta de un orden jerárquico. En la costa yace el cuerpo de un hombre harapiento, herido y famélico, que dice haber combatido en la Guerra de Troya. Odiseo está de vuelta en Ítaca.

La mayor virtud de la película, que vertebra toda la trama y consigue mantener la atención pese a un ritmo que peca de irregular, son las actuaciones de su dúo protagonista. Fiennes (Cónclave) realiza una interpretación exigente, tanto física como emocionalmente, en la piel de Ulises, quien, tras veinte años de guerra y ausencia, en los que ha perdido a todos los hombres con los que partió y ha sido medrado por el paso del tiempo y las penurias de su viaje de regreso, debe lidiar con la culpa, la vulnerabilidad y la carga de responsabilidad sobre sus hombros.
Notable y fuerte, pero también algo más hierática y plana, es la actuación de Juliette Binoche (A fuego lento) como Penélope, que muestra la determinación y la lealtad de quien espera en las escenas sola en palacio, pero es cuando converge en pantalla con Fiennes donde la química es más palpable. Es posible que el minimalismo de la propuesta deje de lado la emoción e intensidad de algunos momentos entre ambos, sobre todo en el reencuentro final de la película, algo que puede echarse en falta.

La dirección por parte de Pasolini es aseada y correcta, destacando sobre todo cuando la cámara se cierra en los dos personajes protagonistas, expresando su lucha interior, y en las estancias del palacio o las cabañas donde estos se encuentran. Aunque de manera irregular, en ocasiones la luz cálida de las antorchas crea un contraste interesante de sombras, donde se urden las corruptelas de los pretendientes, y la luz exterior aporta a Penélope esperanza y fe, pese a las continuas presiones, incluida la de su propio hijo, Telémaco (Charlie Plummer). También hay varios insertos de planos que combinan la ferocidad del oleaje o el fuerte viento que azota la isla con las escenas donde Penélope o Ulises muestran su arrojo o navegan en sus dudas aunque no acabe de ser del todo eficiente.
La gran virtud de la película es, paradójicamente, uno de sus contras. Hay una sensación constante de que la interpretación, el tratamiento e incluso el maquillaje y vestuario de Fiennes y Binoche pertenecen a una película completamente diferente del resto del reparto y los extras. Los antagonistas son personajes planos y carentes de cualquier arista que los haga más interesantes: no esconden su naturaleza avariciosa ni sus ínfulas violentas, con algunas escenas de acción que dejan mucho que desear.
Quizá, por la decisión autoconsciente de realizar un acercamiento minimalista, íntimo y realista a la historia, el diseño de producción carece de los matices visuales y lumínicos, así como de la plausibilidad en el atrezzo, los atuendos y el maquillaje que requiere un montaje de época para que el espectador se sumerja por completo en la narración. Más aún tratándose de una producción cuyo presupuesto, en el contexto europeo, no es en absoluto desdeñable.

El regreso de Ulises es, así pues, una mirada humana a la psique del personaje de Odiseo y a la lucha con sus demonios interiores (y exteriores) en su regreso a Ítaca. Una película para volver a disfrutar de dos grandísimos intérpretes compartiendo pantalla, que se convierten en el sustento de una historia que servirá de aperitivo –no diría ni de entrante– para quienes esperan con impaciencia la epopeya de Christopher Nolan en 2026.
NOTA: ★★★☆☆
«EL REGRESO DE ULISES», YA EN CINES.
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