Crítica de ‘El Último Encargo’ (‘The Pickup’): No todo el cine tiene que decir cosas.

«A veces el cine no tiene que decir grandes cosas para que se considere cine». Leí estas palabras en una de las críticas de Letterboxd a las que he acudido tras el visionado de un largometraje que, si bien muchos critican duramente, en él solo se encuentra una respuesta distendida y no tan sesuda como otra oferta autoral o más del corte independiente. En los tiempos que corren, es normal que hayamos ganado criterio al analizar un largometraje, pero es importante también considerar que no todo se puede clasificar de la misma manera. Así, El último encargo (The Pickup) parece haber encontrado más detractores que seguidores, a mi juicio de manera injusta.
Prime Video continúa su senda de producciones en este 2025 con el estreno de este título que, si bien parece sacado de inicios de los años 2000, con estrellas en su cartel como Eddie Murphy (Navidad en Candy Cane Lane) o Eva Longoria (Mujeres desesperadas), nos adentra a mediados de la actual década en un ejercicio fílmico en el que se introducen caras mucho más contemporáneas, como la de Pete Davidson (El rey del barrio) o Keke Palmer (¡Nop!). El nuevo filme, dirigido por el autor de las anteriores entregas de Los Cuatro Fantásticos, Tim Story, nos ofrece un thriller de acción y comedia de los que se echaban en falta.

La historia sigue a Russell (Murphy) y Travis (Davidson), dos guardias de seguridad que se encargan de transportar grandes sumas de dinero en una empresa de furgones blindados. Su día a día se trastoca cuando ambos coinciden en una misión de traslado en la que serán asaltados por una banda criminal que espera poder hacerse con el botín. En un juego fugaz entre risas y explosiones de coche, la película se convierte en una especie de road movie con tintes de sketch de The Midnight Show. ¿Y qué de malo tiene eso?

Parece ser que los espectadores se han olvidado de que, en los 2000 y a finales de los 90, existió un tipo de género de filmes menos locuaces e intrincados, la mayoría protagonizados por caras como las de Martin Lawrence, Will Ferrell, Jackie Chan o el mismísimo Eddie Murphy. Rostros que ahora han evolucionado a otros nombres, como los de Jonah Hill o Channing Tatum, pero que realmente sostienen la misma esencia de bromas ridículas, donde la trama no tiene tanto peso como sí la comedia por pura comedia. Los gags fueron grandes aliados de este tipo de relatos, en los que la audiencia no les exigía un giro de guion estrepitoso ni una concordancia más allá de la necesaria. Solo momentos divertidos para echar a media tarde, ahora con la fortuna de poder verlos desde el salón de casa.

Aunque también existen otros nuevos creadores que, viniendo de hace dos décadas, han sabido adaptarse al mercado dentro de un híbrido entre el cine más convencional y el menos. Es el caso, por ejemplo, de Adam Sandler, que, tanto siendo creador como actor, ha sabido tomar roles que han caminado por la cuerda floja y que, más o menos, han convencido al público. Desde su dirección en Garra o su más que sonada interpretación en Diamantes en bruto, hemos visto a un comediante que ha evolucionado hasta convertirse en actor de método, pero sin olvidar de dónde viene ni hacia dónde va. Es cierto que, para ello, tuvo que pasar antes por las manos de un reputado PTA, quien en Punch-Drunk Love hizo que esta estrella de Hollywood se hiciera un lavado de cara completo.
Así, la oferta de títulos de Sandler encuentra más a un público que, cansado de este tipo de películas sketch, busca nuevos retos y oportunidades. Caso que, sí, no puede ser el de El último encargo, cuyo argumento recurre constantemente al deus ex machina, la fotografía es bastante pobre y las interpretaciones son más bien despreocupadas a querer ganar un Oscar, pero, ¿realmente esto importa? Como decía, hay que saber dónde poner la vara de medir y, claramente, este título no espera que esperes mucho de él, más que te produzca algunas carcajadas. El cine no tiene que decir grandes cosas siempre –coincido con el usuario de Letterboxd– porque el cine en sí puede ser muchas cosas, y al cerrarnos a él, nos perdemos tantas formas de disfrutarlo. En este nuevo título de Tim Story, lo que sí buscaría, más que una profunda capacidad de despiece narrativo y técnico, sería poder disfrutar más de lo que estamos viendo cuando lo estamos viendo.


En una época de sobreanálisis, donde el criterio parece estar muy alto, no olvidemos divisar otras propuestas, como El último encargo, que, por un rato, no nos hagan pensar mucho. A veces, pensar mucho no está tan bien como creemos.
NOTA: ★★★☆☆
«EL ÚLTIMO ENCARGO», YA EN PRIME VIDEO.
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