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Crítica de ‘Novocaine’: Jack Quaid, el nepo baby más carismático en acción.

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© Paramount Pictures

Hace unas semanas, Jack Quaid apareció en un importante partido de baloncesto con la cara hecha un cuadro: ensangrentado, con un ojo morado, el brazo en cabestrillo y el cuello inmovilizado. El público se preguntaba qué le había pasado y la respuesta es que todo formaba parte de una original estrategia de marketing, de esas que emulan las campañas virales de películas como Smile, con una máquina recreativa de boxeo para medir fuerza con su cara en lugar de un saco incluida. Todo para promocionar su nueva película Novocaine.

Y la jugada no podía estar mejor pensada, porque en Novocaine, Quaid interpreta a Nathan Caine, un anodino subdirector de banco que sufre un raro trastorno genético que le impide sentir dolor, la insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis (CIPA), que afecta a una persona entre un millón. Por esta misma razón, Nathan es un tipo que ha vivido siempre con el freno de mano echado… hasta que en plena Nochebuena unos atracadores secuestran como rehén a Sherry (Amber Midthunder), la chica de sus sueños, y Nathan abandona todas sus precauciones para ir a rescatarla por su cuenta, autoconvencido de que la policía no llegará a tiempo para hacerlo.

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© Paramount Pictures

Novocaine consigue darle una refrescante vuelta de tuerca al tan trillado subgénero de los atracos a bancos, no porque ofrezca algo nuevo en cuanto a desarrollo –con un predecible guion de Lars Jacobson encorsetado a la estructura rígida del subgénero–, sino por la singularidad de su protagonista. El personaje de Nathan convierte su rara enfermedad en su mejor arma, algo sin lugar a dudas muy original y que da pie a escenas divertidísimas. Y es que, sus directores, el dúo formado por Dan Berk y Robert Olsen (Villanos), más acostumbrados al género de terror, son plenamente conscientes de ello y hacen hincapié en el concepto del dolor desde sus créditos iniciales a ritmo de la canción Everybody hurts.

Con un título mantenido en España en su versión original y que hace referencia al mote que le pusieron a Nathan sus compañeros de clase, en alusión al anestésico utilizado habitualmente durante las intervenciones dentales, Novocaine juega con una mezcla de géneros: romance, comedia y acción. Para ello, la película arranca con un primer acto calmado que se apoya en una puesta en escena pausada, con cámara estática y fija, primeros planos y suaves movimientos de Steadicam que nos acercan al día a día de Nathan, su enfermedad y su enamoramiento por Sherry. Sin embargo, una vez que se desencadena el atraco y el secuestro, y Nate se transforma en una suerte de Super Mario con clasificación R en busca de su Peach, la película experimenta un cambio de 180 grados en la dirección de cámara, que funciona a la perfección para ilustrar la evolución del tono de la historia hacia una escalada de acción, con un frenético montaje multicámara y temblorosas cámaras en mano.  

A partir de este momento, Novocaine adquiere un carácter explícito, gore e incluso sádico. Hay huesos rotos, quemaduras, desmembramientos y litros de sangre en una espiral de violencia expeditiva sin tregua mezclada con elementos de humor negrísimo, que derivan en momentos desternillantes, entre los que la secuencia de tortura y la trampa casera al más puro estilo Solo en casa son de lo mejor. La cámara, además, se regodea en todos estos golpes y heridas, con un baño de sangre sin fin, que hará que más de uno desvíe la mirada de la pantalla.  

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© Paramount Pictures

Pero, por supuesto, la película no funcionaría sin el carisma de Jack Quaid (The Boys), quien poco a poco se va deshaciendo de la etiqueta de nepo baby (es hijo de Meg Ryan y Dennis Quaid). El actor desentona por completo en el género de acción y su personaje pasa de ser «un tío normal con un trabajo normal» a un John Wick de lo más improbable, de buenas intenciones y con un vocabulario edulcorado (con expresiones como «requetebién» o «mogollón»), que contrasta con el torrente de sangre y ultraviolencia en el que se sumerge. Junto a Quaid, el reparto secundario queda en un segundo plano, con un Ray Nicholson (otro nepo baby), disfrutón como villano, pero que recuerda a lo más manido del género y con subtramas que no encandilan tanto.

Imagen de la película Novocaine
© Paramount Pictures

Ya van dos éxitos en taquilla para Jack Quaid este año –el otro es Companion–, confirmando su talento. Aunque Novocaine adolece de un desarrollo previsible y no hubiera sido lo mismo sin Quaid, se trata de una película hilarante y entretenidísima. La mejor opción para los amantes de la acción (y la comedia) en la cartelera actual. 

NOTA: ★★★☆☆

«NOVOCAINE», YA EN CINES.


TRÁILER:

PÓSTER:

Poster de la película Novocaine
© Paramount Pictures

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Marta Medina

Marta Medina

Graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Sevilla (US) y con un nivel C2 de inglés. Fundadora de mundoCine con diferentes roles como crítica, redactora y gestora de redes sociales. Amante del cine y seguidora de la temporada de premios y festivales de cine.

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