Crítica de ‘Yakarta’: Una de las mejores series españolas del año y un canto a los perdedores, con un Javier Cámara inmenso.

Se puede hablar del indudable buen año que vive el cine español. De Sirat, que representará a España en la categoría de Mejor Película Internacional en los Óscar, tras su paso por la sección oficial de Cannes, junto a Romería, de Carla Simón. De Los domingos, flamante Concha de Oro en San Sebastián. O de este insólito momento actual, en el que cinco producciones españolas se mantienen entre las diez más vistas en la cartelera. Pero también se puede hablar del gran momento televisivo que atraviesa España. Y en eso, Movistar Plus+ este año puede presumir sin sonrojo, con series como La canción, La vida breve, la segunda temporada de Poquita fe, la próxima Anatomía de un instante, y esta Yakarta, que se ha estrenado hoy.

José Ramón Garrido (Javier Cámara, con «b» de bingo y de bádminton en los créditos iniciales, detalle nada casual en una historia donde no hay lugar para la «v» de victoria) fue, una vez, un jugador olímpico de bádminton. Ahora, sobrevive dando clases de educación física en un instituto público de Vallecas. Divorciado, padre de una hija a la que no ve mucho, ludópata y miembro de un coro, Joserra –como todos le llaman– lleva años buscando a la joven promesa del bádminton que le dé un giro a su vida, y un día, en un torneo escolar, cree encontrarla en Mar (Carla Quílez). Joserra ve en ella una tabla de salvación para cumplir su sueño pendiente: llegar a Yakarta, la ciudad donde los exjugadores como él son respetados como estrellas. Ella, en cambio, ve en él poco más que una vía de escape de su familia desestructurada.
Pero Yakarta está muy lejos. Sobre todo para dos desconocidos como Joserra y Mar. En el camino, atraviesan una España que nunca sale en las postales: una de pensiones roñosas y de mala muerte, polideportivos desconchados y estaciones de servicio perdidas en mitad de la nada, en un itinerario que pasa por Totana, Ponferrada, Torrelavega o Tardajos. Una sucesión de pequeñas road movies antes de alcanzar la capital de Indonesia. Si es que llegan…

Porque detrás de su envoltorio de drama deportivo, Yakarta es, en realidad, un retrato de perdedores. De esos que, incluso cuando ganan, siguen siendo unos perdedores. No solo en el deporte, sino también en la vida. De dos almas rotas, llenas de traumas, como lo son Joserra y Mar. Un tándem (im)perfecto, que conforman los estelares Javier Cámara (Hable con ella, Lucía y el sexo) y Carla Quílez (La maternal, La última noche en Tremor), con los que uno se vuelca inevitablemente. Con ellos, Diego San José (Ocho apellidos vascos, Celeste) firma una serie que se ve de un tirón.
A lo largo de sus seis episodios, de aproximadamente media hora, San José va desnudando al personaje de Cámara capa a capa, hasta mostrar lo que realmente se esconde bajo ese chándal pasado de moda y desgastado, ese carácter malhumorado y esa mirada agotada. Los dos primeros episodios sirven como carta de presentación de un Joserra que cambia de alumna sin pestañear –no es la primera vez–, y que defiende las trampas: «Ganar con trampas es ganar dos veces. Es ganarle a tu rival y ganarle al árbitro», dice.
Pero es en el brillante tercer episodio, dirigido por Fernando Delgado-Hierro, cuando todo cambia para obligar al espectador a reevaluar sus prejuicios sobre Joserra. Y quizá el rechazo inicial hacia este ex olímpico de Barcelona 92 diga más de nosotros que de él. Porque, al fin y al cabo, Yakarta no juzga a sus personajes; nos juzga a nosotros, los cómodos espectadores que opinamos desde el sofá, convencidos de que basta una fachada para conocer a alguien. Y no es así.

El bádminton es apenas una excusa. Un pretexto para hablar de conflictos mucho más hondos. Ese mismo deporte, que no llena pabellones ni ocupa espacios televisivos –al menos hasta que Carolina Marín, campeona olímpica y triple campeona del mundo, lo convirtió en motivo de orgullo nacional–, se convierte en el escenario perfecto para hablar del fracaso y de otros temas que no revelaremos. Joserra lo resume en tres frases que podrían imprimirse en una camiseta: «Nadie juega al bádminton si es feliz», «Esto no va de estar bien; va de estar mal para que tus rivales paguen los platos rotos» y «El problema no es el bádminton, es España».

Hacer una serie como Yakarta parece sencillo, hasta que te das cuenta de que no lo es en absoluto. Lograr ese equilibrio, y que los momentos emotivos y los asuntos que aborda se asomen con tal honestidad y naturalidad hasta calar en el espectador, es extraordinariamente difícil. San José lo consigue, en gran parte gracias a un Javier Cámara en estado de gracia, que entrega aquí una de las interpretaciones más humanas y desarmadas de su carrera.

En definitiva, Yakarta es una de las mejores series españolas del año, que no se hunde, ni aunque sus protagonistas estén hundidos. Después de verla, nunca olvidarás dónde está Yakarta, ni tampoco el nombre de Macarena del Río.
NOTA: ★★★★☆
«YAKARTA», ESTRENO HOY EN MOVISTAR PLUS+.
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