Entrevista a Gints Zilbalodis, director de la aclamada película ‘Flow’.
Hablamos en exclusiva con el cineasta letón sobre su película, los Oscar y qué animal sería, entre otros temas.
El cineasta letón Gints Zilbalodis se desplazó hace unas semanas a la capital hispalense para presentar su maravillosa película Flow en el marco de la vigésimo primera edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, y no pasó desapercibido: su película obtuvo tres más que merecidos galardones – el Gran Premio del Jurado, el Premio al Mejor Montaje y el (recién estrenado) Premio Puerta América –, concedidos por un jurado del que formaban parte el distinguido productor David Puttnam y el conocidísimo actor británico Jeremy Irons.
Unas distinciones que se suman, entre otras, a los cuatro premios con los que se hizo en la premiere de la película el pasado mes de junio en Annecy, el más importante Festival de cine de animación: el Premio del Jurado, el Premio de la Fundación Gan a la Distribución, el Premio del Público y el Premio a la Mejor Banda Sonora Original. Y no solo eso, porque Flow representará a Letonia en los Oscar, un país que hasta ahora nunca ha conseguido ninguna nominación en la categoría de Mejor Película Internacional, pero que está dispuesto a hacer historia. Para Zilbalodis, representar a su país supone «un gran honor» y subraya lo especial que es para él, ya que «es muy raro que películas sin diálogos o de animación sean seleccionadas en esta categoría». Y es que el director también opta a la de Mejor Película de Animación. Y ojo porque la película ya está en todas las quinielas de los grandes premios (los Globos de Oro, los BAFTA, y un largo etcétera de premios). Y no es para menos: Zilbalodis ha creado algo único.
Podría decirse que el 2024 ha sido un grandísimo año para el cine de animación. A las fuertes candidatas de los grandes estudios – ya sabéis, la Del revés 2 de Kelsey Mann (Disney) y la Robot salvaje de Chris Sanders (Dreamworks) –, se unen dos aspirantes independientes: Memoir of a Snail, de Adam Elliot y, por supuesto, Flow. Y, la película animada de Zilbalodis tiene un buen (y muy reciente) precedente en los premios: la Robot Dreams del español Pablo Berger, también sin diálogos y que pasó por este mismo Festival de Cine el año pasado.
Flow es, en palabras del director, la historia «de un gato al que le da miedo el agua y al que tampoco le gustan otros animales. Un día, una gran inundación destruye la casa del gato y se ve forzado a compartir un pequeño bote con otros animales». El director asiente cuando le decimos que la película se siente como una road movie y un coming of age, y también cuando se le pregunta si su cortometraje de 2012, Aqua, fue el punto de partida de la película: «Es una película simple dibujada a mano y tal vez técnicamente no sea la mejor película que haya hecho», reconoce, «pero hay algo en la historia que resonó en mí y a lo que quería volver, y hacer como una versión en forma de largometraje, aunque esta película se centra más en la relación del gato con otros animales que no estaban en el cortometraje».
Los otros animales con los que se relaciona el gato (negro) protagonista son muy variopintos: un perro labrador de lo más juguetón, un pájaro secretario, un lémur muy materialista y una capibara muy ‘chill’. Él lo tenía muy claro: «Cada uno de estos animales tenía que ser muy característico y único para que las siluetas fueran reconocibles, al igual que las voces». A la pregunta de si consideró algún otro animal en una versión anterior del guion, respondió: «En Aqua, el cortometraje, el pájaro era una gaviota, pero en este caso no funcionaba porque tenía que transportar al gato y, para ello, tenía que ser un pájaro grande, con cierta presencia y autoridad, así que elegimos el pájaro secretario, que tiene ese tipo de impresión muy majestuosa».
Zilbalodis, de treinta años, dirige la película, pero también co-escribe su guion, la edita, diseña su producción, actúa como director de fotografía y co-compone su banda sonora. Casi nada. Todo en Flow está sorprendentemente animado a mano, sin el uso de motion capture, y los sonidos de los personajes son todos reales, de animales de verdad, lo que le recuerda a una divertidísima anécdota con las capibaras: «Fuimos a un zoológico e intentamos grabar a una capibara de verdad, pero son animales muy silenciosos. Como no hacen ningún sonido, tuvieron que hacerles cosquillas para que hicieran ruidos, pero el sonido es muy inapropiado para este personaje. Es un sonido muy agudo y algo nervioso, y este personaje es muy pacífico y tranquilo, así que no encajaba, por lo que tuvimos que buscar otros animales y, finalmente, nos decidimos por un camello bebé, que es el que le pone voz a la capibara».
Por otro lado, el extraordinario y singular mundo de Flow tiene tanta importancia como sus insólitos personajes zoomórficos. Para crear este universo, el realizador se inspiró en diversas culturas, citando influencias del Tíbet, la civilización maya, la arquitectura azteca y europeas, todo ello fusionado para crear un mundo, el de Flow, que se sintiera «atemporal», como él mismo define. «Toda la ciudad en Flow está diseñada para crear una sensación claustrofóbica y laberíntica. Es un obstáculo que los personajes deben atravesar», nos explica.
Largos planos inundan – nunca mejor dicho – esta película y Gints nos desgrana: «Si tienes esta cámara que no está cortando, que sigue a los personajes y que está muy cerca de ellos, se crea esa sensación inmersiva de que estás con ellos, a su lado, de que no los estás observando desde la distancia. Yo quería que pareciera que una persona real era la que sostenía la cámara». Y así ha sido: cuando estás viendo Flow, hay veces que sientes que estás jugando a un videojuego y sosteniendo un mando. Una decisión técnica, eso sí, que fue todo un desafío a la hora de animarlo, según nos cuenta el cineasta en exclusiva a mundoCine: «En el ordenador puedes hacer que todo sea perfecto, pero quería que hubiera esas imperfecciones donde puedes sentir el temblor de la mano o como cuando la inundación golpea la cámara, la arrastra y lucha por mantener a los personajes enfocados».
Para Zilbalodis, Flow es mucho más que una película: «Solía trabajar solo y esta es un poco la historia de mi experiencia de aprender a trabajar en equipo, porque el gato también está en un viaje parecido». A propósito de los cinco animales protagonistas – un gato, un perro, un lémur, un pájaro y una capibara –, le preguntamos por cuál de ellos se decantaría si pudiera ser uno de ellos: «Creo que mi personalidad es más como la de un gato porque soy muy de hacer las cosas a mi manera, pero la verdad es que también me gustan mucho los perros. He tenido dos perros. Aunque, si tuviera que elegir, creo que sería la capibara, que es un personaje muy pacífico y tranquilo. Incluso en las situaciones más locas siempre encuentra paz, así que desearía ser una capibara», responde con una sonrisa.
Tomen nota: Flow se estrena en cines el 24 de enero en España.
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