CRÍTICA: «Su Majestad»
God Save the Queen.

El tándem Borja Cobeaga-Diego San José es uno de los más consolidados y brillantes a la hora de crear comedias de éxito en España, tanto en formato largometraje como en el campo de las series, en el que se está prodigando más en los últimos tiempos. Títulos tan taquilleros y populares como Ocho apellidos vascos o Superlópez cuentan con libretos con su firma a cuatro manos. Y otras películas, más personales, polémicas e incluso arriesgadas como Negociador o Fe de etarras tienen además a Cobeaga tras las cámaras. Es en esta línea en la que enmarcamos su última propuesta para plataforma, Su majestad, que aborda un tema tan espinoso como intrínsecamente español: la monarquía y su difícil relación con el pueblo.
Su majestad cuenta la historia «ficticia» de una princesa heredera al trono –con cierta afición a la fiesta– llamada Pilar (el nombre no es casual), brillantemente interpretada por Anna Castillo (Nowhere, Escape), que tiene que afrontar los casos de corrupción de su padre, el Rey de España, y su particular querencia por acumular millones en cuentas extranjeras (menos casual aún). Ante la posible abdicación del campechano monarca, la Princesa tendrá que comenzar a prepararse con la ayuda de un avezado Secretario de Palacio, al que da vida de forma magistral –como por otra parte nos tiene acostumbrados– el gran Ernesto Alterio (El otro lado de la cama).

La energía cómica, sí, pero también tierna y dramática, que surge del dueto Castillo-Alterio, es precisamente una de las grandes bazas de esta serie. Porque ambos personajes pueden resultar ruines, crueles y manipuladores en sus tejemanejes en la corte con claros abusos de poder. Pero también se muestran vulnerables, tiernos y adorables, humanos, en definitiva. Gran parte del mérito es, claro, de los intérpretes, pero también de unos guiones muy cuidados y llenos de matices, donde hay espacio para los grises entre tanto blanco y negro predominante.

Y es que, sin duda, hay que reconocer el atrevimiento, irreverencia e incorrección política de los que hacen gala Cobeaga y San José para abordar un tema que hace algunos años hubiera sido tabú y probablemente carne de censura. Porque Su majestad no deja títere con cabeza en esta España nuestra, nuestra querida España que cantaba Cecilia –y que se usa como parte de la banda sonora–. Los jueces del Tribunal Supremo y sus trapicheos contra raperos, los aficionados a las banderitas bailando Paquito el chocolatero, la monarquía británica, el acomodado clero y, por supuesto, los políticos, son algunas de las dianas de tan certero disparo. Entre tanto, hay espacio para convertir a dos croquetas en un maravilloso MacGuffin emocional y un capítulo en el que el siempre cercano Ramón Barea (Todos lo saben) consigue conmovernos con su maestría actoral.

En definitiva, Su majestad no es una comedia de carcajadas, pero desde luego es divertida, osada y con mucho más trasfondo de lo habitual. Una crítica ácida a los poderes fácticos, más necesaria de lo que podamos creer. Y es que, no conviene olvidar que si en las cortes siempre ha habido Reyes henchidos de riqueza y poder, a su lado se situaban bufones valientes que han sabido señalar sus defectos y reírse de ellos, aún a riesgo de que les corten la cabeza. Crucemos los dedos por tanto para que ningún juez del Tribunal Supremo secuestre a Su majestad por injurias a la corona, que todo es posible en nuestra querida España.
NOTA: ★★★★☆
«SU MAJESTAS», ESTRENO EL 27 DE FEBRERO EN PRIME VIDEO.
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