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CRÍTICA: «Tardes de Soledad»

Un espectáculo provocativo entre el arte y la barbarie.

© A Contracorriente Films

Con Tardes de soledad, Albert Serra (Pacifiction) desafía las convicciones del documental. Coloca al cine en otro peldaño, desafiando las normas y ofreciendo una mirada provocativa y desafiante que posiciona al espectador en un lugar incómodo. Galardonado con la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián, se adentra en la soledad, la violencia y la performatividad del toreo, con Andrés Roca Rey como guía.

La cámara se vuelve un testigo silencioso. A menudo, congelando instantes vibrantes, otras danzando con movimientos delicados, que van desarrollándose en los diferentes espacios como la Plaza de Toros de Las Ventas en Madrid, la Maestranza de Sevilla y la Plaza de Acho en Lima. Serra, con una mirada sensorial y envolvente, transmuta lo visceral en belleza artística y lo factual en un viaje que va más allá de lo tangible, desafiando al observador en un laberinto estético y emocional.

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© A Contracorriente Films

El director catalán, conocido por su afán provocativo y desafiante, rompe con las normas tradicionales del documental difuminando la línea que separa al espectador y al protagonista. Deshaciéndose de las gradas de la plaza de toros y obviando al público, convierte al espectador en un participante activo de la narrativa. Lo coloca directamente en la arena de la plaza de toros. Mientras que en el documental clásico, la cámara actúa como una ventana a la realidad, permitiendo al público observar sin intervenir, aquí la mirada se transforma en una inmersión total en el mundo que se presenta. La arena no es solo un espacio físico donde se desarrolla la acción, sino un lugar donde el espectador, aunque invisible, se sitúa en el centro de la corrida de toros, forzándole a sentir la crudeza, la tensión y la visceralidad del momento.

Con el uso de un lenguaje visual y sonoro que estimula los sentidos, Serra no solo documenta el simple acto del toreo, sino que lo transforma en una experiencia directa. La cercanía extrema de la cámara, los sonidos envolventes, los silencios cargados de expectativa y el ritmo del montaje crean una sensación de inmediatez que elimina cualquier distancia crítica o contemplativa del espectador. No se trata solo de un ejercicio de observación, sino de una inmersión emocional y física que provoca angustia, vértigo y adrenalina.

De esta manera, la estrategia narrativa va más allá de la simple representación de la tauromaquia; el director utiliza la estética y la puesta en escena para trascender el espectáculo y adentrarse en una reflexión más profunda sobre el miedo, el sacrificio y la belleza efímera de la propia confrontación. Al romper con las convenciones documentales, desafía al espectador a cuestionar su propia relación con la violencia, la tradición y la experiencia estética, convirtiendo la película en un acto profundamente provocativo que va mucho más allá del mundo taurino.

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© A Contracorriente Films

Más que un retrato del toreo, en este film se construye un cuestionamiento sobre el tiempo, el cuerpo y la muerte. La quietud de sus encuadres y la lentitud de su montaje refuerzan una sensación de trance, en la que el espectador se encuentra atrapado entre la fascinación y el horror. No hay explicaciones ni juicios, solo la exposición de un rito llevado al extremo, donde la figura del torero se convierte en un símbolo ambiguo: héroe o verdugo; mártir o ejecutor. Esta ambigüedad es precisamente lo que convierte a Tardes de soledad en un filme desconcertante: un ejercicio de cine que desafía tanto la moral como la percepción del espectador.

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© A Contracorriente Films

En definitiva, este film es un ejercicio extremadamente radical que confirma a Albert Serra como uno de los directores más provocativos del cine contemporáneo. Con una estética que desafía lo convencional y una narrativa que trasciende de lo fácil, Serra coloca al espectador en un espacio real lleno de contradicciones: entre la belleza y lo cruel; entre lo poético y lo violento; entre la fascinación y el rechazo. Se trata, por tanto, de un cine que no ofrece respuestas, sino que abre preguntas incómodas, desafiando nuestra sensibilidad y nuestras certezas. Un film que consigue grabarse en la retina del espectador, quien no puede evitar preguntarse: ¿dónde termina el arte y dónde comienza la barbarie? ¿o acaso son lo mismo?

NOTA: ★★★½

«TARDES DE SOLEDAD», YA EN CINES.


TRÁILER:

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© A Contracorriente Films

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Andrea González
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Andrea González

Estudiante de Crítica Cinematográfica en la ECAM y amante del cine social, con referentes como Alice Rohrwacher, Sandra Romero y Carla Simón. He asistido a festivales como Cannes y la SEMINCI. Fiel defensora de que la crítica es una herramienta para traer nuevas miradas al cine y a la sociedad.