Entrevistas

David Suárez: «El 99%, si no el 100%, de las disculpas por un chiste son falsas».

Entrevistamos al cómico y a Cristina Galán, que presentan su película ‘A nadie le importas’ en el Festival de Málaga.

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© mundoCine

Tras haber creado diversas webseries y participado en distintos podcast y programas televisivos, David Suárez, junto con Cristina Galán, compañeros en muchas de sus producciones previas, presentan en la edición número 28 del Festival de Málaga su primera película A nadie le importas. Película que participa en la sección a concurso de Zonazine, y de la que sus creadores nos hablan en esta entrevista para mundoCine.

Aunque los más destacados sean Famosos y una vieja y Vicent Finch: Diario de un ego, lleváis muchos proyectos a la espalda, siendo esta la primera película. ¿Cómo ha sido vuestra experiencia debutando en el cine? ¿Qué diferencias habéis notado con otros formatos en los que habéis trabajado?

David Suárez: Hemos aprendido a hacer una película haciendo una película. Es algo que descubres. A pesar de haber hecho más ficción y otras cosillas antes, hacer una peli es un animal diferente a lo que habíamos hecho hasta ahora. De repente, tienes que enfrentarte a algo que es una coreografía mucho más grande. Algo en lo que tienes que hacer un ejercicio de fe porque no sabes lo que estás haciendo hasta que acabas la película y la ves, que es una cosa a la que no estamos acostumbrados, porque, nosotros, generalmente, hacíamos proyectos más asequibles, más pequeños y autoconclusivos, en los que vas viendo básicamente lo que vas haciendo a medida que lo vas haciendo. Aquí tienes que hacer verdaderamente un ejercicio de «creer»: que lo que estás haciendo vale la pena como para estar tres años con ello y acabarlo y, también, esperarte que quizás, no todo sea idéntico. Es decir, a lo mejor, la idea que tú tenías en la cabeza no se va a corresponder 100% con lo que terminas haciendo. Como es algo tan coreográfico y hay tantos departamentos a diferencia de otros proyectos más asequibles, tienes que conseguir que se parezca lo más posible a tu visión original, pero saber que va a ser imposible replicarla exactamente. A veces, eso también es un alivio, porque dices: «Esto ha quedado mejor, esto ha sido más divertido, esto ha sido inesperado, esto ha sido…» Entonces, por resumir, hacer una peli también es un ejercicio de aprender a delegar y a desprenderte. No de las cosas más importantes de tu idea, pero sí de la idea original, porque no va a ser un calco jamás.

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© Festival de Málaga

A nadie le importas es un título bastante contundente. ¿Diríais que resume vuestra visión sobre la industria del entretenimiento? ¿O es más bien una reflexión sobre la vida en general?

Cristina Galán: Ambas respuestas. Por una parte, está el concepto de «nada es tan importante, no te tomes tan en serio nada, ni de lo que te sucede, ni de ti mismo». Y luego está este concepto de, efectivamente, tú tampoco eres tan importante para el resto. Es una reflexión de alivio, por una parte, y luego también de «relájate, relaja el ego».

David Suárez: Sí, es un título tan negativo como positivo. Viene a recordar que nos vamos todos a morir, en ambos sentidos. Ni tu proyecto es tan importante ni eres aquí una persona que está cambiando el mundo. Ni tampoco te preocupes si te pasan cosas malas, porque al final nada de esto tiene mucho sentido.

En la película, David (el protagonista) acaba pidiendo disculpas públicamente por un chiste. ¿Disculparse por un chiste es un acto de rendición, o una estrategia para seguir vivo en la industria?

David Suárez: Yo creo que, en el caso de un cómico como yo, que hace un humor basado en la defensa de la libertad de expresión y este tipo de rollos patateros en los que creo, sí que es cierto que, por supuesto, es un gesto hipócrita pedir perdón por un chiste cuando lo que estás defendiendo es lo contrario. Entonces, ahí no hay excusa que valga, en mi opinión. Por eso yo también no podía pedir perdón por un tema de que de verdad creo lo que creo y creo que tenía que defender esa posición. Pero también sería un error estratégico el haberme disculpado. O sea, sería idiota. Porque aunque el recorrido que he hecho, un poco por el desierto, a veces, sin ningún tipo de apoyo y que me hubiesen, digamos, echado un poco de la vida pública, al final ha sido un camino largo, pero era el único camino posible porque si yo ahora mismo me hubiese disculpado, habría perdido toda la credibilidad. Entonces, lo que de verdad habría sido el desierto eterno habría sido hacer un esfuerzo para que no me cancelasen. Esa es mi opinión.  Pero también entiendo que haya un cómico que haga un humor más blanquito y diga: «Mira, me compensa pedir disculpas porque yo, al final, no estoy aquí para hacer un rollo tan…»

Cristina Galán: reivindicativo…

David Suárez: Sí, o contestatario. Yo también eso lo entiendo. Tampoco voy aquí a decir que cualquier cómico que pida disculpas es un cobarde, no. Lo que sí creo es que el 99% de los cómicos que han pedido disculpas no lo sienten de verdad, porque nadie siente un chiste. Es mentira. Si creo que el 99%, si no el 100%, de las disculpas por un chiste son falsas. No las disculpas de «siento que haya ofendido a esta gente, a este colectivo…», sino cuando dicen «siento el chiste». Tú no sientes el chiste. Es imposible sentir una cosa que ha sucedido en tu cabeza, que tú has pensado y sentirte culpable. Es como sentirte mal por haber pensado en una adivinanza. ¿Eres idiota? No sé si me explico. Entonces, creo que es falso.

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© Festival de Málaga

Como creadores de A nadie le importas, ¿Os gustaría que la película generará debate sobre los límites del humor, o simplemente buscáis hacer reír al espectador?

Cristina Galán: Realmente, lo que queríamos era quizás despertar un poco el sentimiento de autocrítica: dónde estás, dónde estás en la vida, qué es lo que persigues, cómo te marca el ego… Más por ahí. Es una forma de decir: «Vamos a reírnos todos de nosotros mismos». Pero, desde luego, abrir debates sobre los límites del humor… diría que no.

David Suárez: No, no.

Cristina Galán: Pero tampoco es un entretenimiento banal, de «siéntate una hora y veinte y desconecta el cerebro». Si conseguimos no aburrir, ya nos damos por satisfechos. Y si ya a alguien le despierta algo que le lleva a hacer una reflexión personal, maravilloso.

David Suárez: Sí, exactamente. Yo creo que el tema de la peli no son los límites del humor, ni nunca quisimos que lo fuese, porque creemos que eclipsaría lo que de verdad queríamos decir, que es que perseguir la fama en sí mismo es ridículo. En cambio, sabíamos que tú en una peli no puedes contar ochocientas cosas, o tienes que ser muy bueno para hacerlo. Y como nosotros no somos tan buenos, no metemos lo de los límites del humor muy a saco, porque iba a parecer que el discurso era ese, y el discurso es otra cosa. El discurso es: es normal que tú puedas ser famoso y estar solo, aún rodeado de gente. Pero va más allá, es más una crítica al mundo del entretenimiento y de los cómicos, que no deja de ser, pues eso, el meme de dos ratas peleándose por un churro con música de Linkin Park de fondo. Es más eso que el hecho de «¿se puede o no se puede decir cosas?». Sin embargo, también está esta reflexión en la peli porque era imposible ocultarla absolutamente y meterla debajo de la mesa. Entonces, sí que se muestra un poco cómo los medios, cuando entrevistan a David –el personaje– en un programa precisamente por el chiste, tratan a veces de una forma exagerada y cínica el tema del humor, como si fuese una especie de casi de terrorismo. Y también está el otro lado, el de cómo se le acerca un fan y le dice: «Enhorabuena por el chiste que hiciste de la gente con síndrome de Down, porque tienes toda la razón del mundo», gente que interpreta literalmente lo que quiere decir esa persona y lo malinterpreta. Está tocado de una forma muy superficial, pero sí está ahí.

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© Festival de Málaga

En una reciente entrevista con Uri Sabat, comentaste que durante la COVID se eliminaron las dos únicas fuentes de ingresos que tenías en el momento, y que tampoco querías “tirar del rollo de dar pena y el victimismo”, sino demostrar que podrías construir tu torre de movidas por ti mismo como demostración de que puedes vivir en este país haciendo lo que quieres sin pasar por el aro de determinadas cosas. ¿Cómo encaja A nadie le importas en todo esto, y hasta que punto esta película recoge esta experiencia?

David Suárez: Voy a contar una cosa, que Cristina puede dar su versión también, porque creo que en cualquier profesión creativa sucede esto que voy a decir. Pero en las profesiones creativas sucede una cosa, que pasa en la peli y que también me ha pasado y he vivido en primera persona, que es el tema de los egos. No es como en una panadería, cuando el jefe le tiene que decir al ayudante de panaderos número dos –no sé cómo funciona una panadería– que lo tiene que echar, que tiene que despedirlo y lo que sucede es que al día siguiente, se lo comentan en su despacho de pan o lo que sea y le dice no vuelvas por aquí. En estas profesiones, con unos egos tan inflados, no suele funcionar así. No hay una reunión. No hay un no te volveremos a llamar, y siempre queda la futura promesa de hacerlo porque no se quieren romper los egos porque todo el mundo es de cristal. Yo esto lo he vivido mucho. Siempre he preferido que me digan: «Mira, que la has liado y no te queremos más». Y no sucede ese tipo de conversación. Entonces, estás en un permanente estado de espera, que es un sufrimiento bastante grande. Hombre, no es el peor sufrimiento del mundo, pero es bastante angustiante, porque es como estar esperando a que te inviten a una fiesta hasta última hora por si alguien te llama para ir, pero se acerca el día y no te llaman. Tienes la sensación de que eres un apestado. Este tipo de cosas yo sí las viví. Tampoco es una tragedia tremenda, pero sirvieron para construir parte de lo que es la peli: esa especie de ganas de estar en un sitio en el que, cuando por fin entras, no eres tan feliz. Es como: «¿Era esto? ¿Era esta mierda? ¿La barra libre y hacerme una foto con no sé quién, que ni siquiera es mi amigo?». Esa psicosis extraña, este mundo en el que todo el rato hay una plantilla de gente famosa que vive por y para la promesa del «y ahora un poquito más», «y ahora tal», «y ahora no sé qué» es un poco lo que es el mundo del entretenimiento cuando tú te pierdes. Cuando eres una persona, en cambio, un poquito más autoconsciente y dices «Mira, lo importante son tus amigos, tu familia y estar autorrealizado», yo creo que eres feliz. Pero si te pierdes en toda esa mierda, en esas pequeñas cosas que son las que te venden que son las importantes, te puedes ir a tomar por el culo. Puedes encontrarte verdaderamente solo, aunque teóricamente no lo estés porque estés actuando delante de mucha gente. Lo he explicado muy mal, pero básicamente creo que hay que tener las cosas muy claras para no acabar como el personaje. Es simplemente señalar cosas nuestras y de los demás que hemos visto y decir: «Esto es lo que no hay que hacer, porque te vas a la mierda».

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© Festival de Málaga

En la vuestra película, David busca la fama a toda costa. ¿Creéis que hoy en día el éxito en la comedia depende más de la polémica que del talento?

David Suárez: [Risas] Si alguien ha aprovechado sus polémicas de una forma obscena en España, he sido yo. Realmente no hay muchos casos. Se me ocurren más figuras como Vito Quiles o peña así, pero que no tienen nada que ver con la comedia, que puedas decir que viven un poco de este tipo de cosas: las polémicas, los conflictos… Pero en la comedia no le he visto tanto, no sé si te refieres a alguien en concreto.

Bueno, me refiero a situaciones como las vividas recientemente entre La Revuelta y El Hormiguero.

David Suárez: Bueno, pero no creo que se haya aumentado mucho los espectadores que han tenido cada uno. Creo que la polémica es más el salseo. Este medio político que hay metido luego por detrás. Pero yo creo que en España hay mucha gente haciendo comedia muy buena, incluido tanto El Hormiguero como La Revuelta. Y hay mucho cómico que creo que vive de lo único que tiene un cómico que es el talento, porque es la profesión, yo creo, en la que si te van a ver es porque se ríen contigo. Sea en mi caso, sea Dávila, sea Iggy Rubín, sea quien sea, tú metes a gente en las salas porque la gente se ha reído con un video tuyo. Y allí no van porque seas más guapo o más feo, como puede suceder más en casos como un actor, incluso un cantante. En la comedia es: si me río contigo, voy a verte. Entonces, eso es guay. Creo que estamos en un país con gente muy talentosa y la van a ver porque su valor está más que demostrado.

«A NADIE LE IMPORTAS» SE ESTRENA PRÓXIMAMENTE.

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Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta, soy graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Actualmente, estoy realizando el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.