Crítica de ‘Los Rose’: Hasta que la muerte los separe.

¿Qué sucede con (la mayoría de) las parejas, que pueden pasar con inusitada facilidad de la fusión y el amor más profundo al odio y el resentimiento más dañino en años, meses o, a veces, en tan solo unas décimas de segundo? ¿Qué extraño y caprichoso mecanismo rige nuestras relaciones, que hace que alguien pueda –en palabras de Cumberbacth en la película– «odiar esporádicamente» a la pareja con la que lleva conviviendo años y con la que ha transitado alegrías y penas, dificultades y éxitos? De estos temas, que tanto nos afectan, trata Los Rose, dirigida por Jay Roach, más una nueva versión adaptada a los tiempos actuales que un remake de La guerra de los Rose (1989), de Danny DeVito, la cual, a su vez, se basaba en una novela de Warren Adler publicada en 1981.
Los Rose cuenta la historia de la pareja formada por Ivy, interpretada por Olivia Colman, (La favorita, Wonka) y Theo, encarnado por Benedict Cumberbatch (Sherlock, Eric), desde que se conocen y comienzan su relación, pasando por la formación de su familia, hasta que inician una fase de hostilidades con resultados insospechados.

El libreto, firmado por el australiano Tony McNamara, guionista habitual de Yorgos Lanthimos (Pobres criaturas), tiene el acierto –entre otros muchos– de readaptar gran parte de la trama a los tiempos actuales. Así, por ejemplo, el personaje de Cumberbatch comienza siendo un arquitecto de gran éxito que, por una carambola del destino, que a su vez propicia el ascenso profesional de su mujer, se ve “obligado” a quedarse en casa haciendo la colada y cuidando de los niños. Este cambio en el panorama doméstico, estas fricciones con la consabida “conciliación” familiar y laboral, dan pie al inicio del fin: el arranque de las ofensivas entre ambos miembros de la pareja.

Sobra decir que Colman y Cumberbatch, amigos desde hace años, superlativos actores y productores ejecutivos de la cinta, son el alma y el motivo principal para ir a ver esta comedia. Sus interpretaciones vitriólicas, llenas de sarcasmo e ironía, sus réplicas y contrarréplicas –mérito también, por supuesto, del guion de McNamara– convierten Los Rose en un divertidísimo combate dialéctico, en el que las dosis de mala leche se combinan con una complicidad que atraviesa la pantalla.

En este sentido, la película resulta entretenida, dinámica y fresca, sin espacio para el aburrimiento. Ahora bien, si entramos en el odioso arte de las comparaciones, la cinta de DeVito de 1989, convertida ya casi en clásico de culto, contenía una mayor incorrección política, más negrura y, seguramente, más “cine” en el sentido más amplio de la palabra.
En el combate entre duplas de actores, Colman y Cumberbatch ganarían a Turner y Douglas, no por paliza, aunque sí a los puntos. Pero, en el apartado de la realización gana DeVito, ya que la dirección de Jay Roach (Los padres de ella) se muestra más bien plana, centrándose en dar espacio a los actores más que en resultar creativa u original en la planificación, con el uso de una iluminación high key y algunas pantallas verdes que dañan la vista y palidecen con la cinematografía de Stephen H. Burum (Los intocables de Eliott Ness) y el uso de claroscuros en la original cinta, que venían a marcar mejor ese aire negro, casi de cinta noir. Y el reparto de secundarios de esta cinta, con una Kate McKinnon (Barbie) buscando ser graciosa a toda costa, o un Andy Samberg (Lee Miller) correcto sin más, no viene a sumar nada especial al resultado final.

La película cuenta con estupendas líneas de diálogo, de esas que te hacen soltar una carcajada traviesa en la sala, e incluso te obligan a reflexionar sobre algunos aspectos de las relaciones humanas. Pero, sobre todo, tiene sentido por esa maravillosa dupla de actores británicos, de los que, por suerte, aún nos quedan muchas películas por ver.

Los Rose es una cinta divertida y disfrutable, que se agradece tras un verano de Supermanes de pacotilla, dinosaurios geriátricos, Karate Kids prefabricados y Cuatro No-Tan-Fantásticos. Algo así como beberse un Negroni después de una sobredosis de polos de fresa.
NOTA: ★★★½
«LOS ROSE», YA EN CINES.
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