‘El juego de Gracie Darling’, la serie sobre la desaparición de una chica tras una sesión de espiritismo, se cuela entre las más vistas de Netflix.
Cuando otra chica se esfuma tal y como lo hizo su mejor amiga, una psicóloga deberá enfrentarse a su pasado.
El juego de Gracie Darling se ha colado en el top de Netflix y actualmente ocupa el tercer puesto, codeándose con gigantes como Stranger Things. Curioso, porque no es un original de la plataforma de streaming: Netflix compró los derechos de esta serie australiana, que se estrenó allí en agosto, para varios territorios, incluida España, donde llegó el lunes.
Con seis episodios de unos 40 minutos cada uno, El juego de Gracie Darling sigue a Joni Gray, psicóloga infantil, cuya mejor amiga, Gracie Darling, desapareció durante una sesión de espiritismo en el bosque cuando tenían catorce años. Veintisiete años después, en un pequeño pueblo donde los adolescentes juegan a un macabro juego que lleva el nombre de la chica desaparecida, otra joven se esfuma en circunstancias inquietantemente similares. Joni deberá, entonces, enfrentarse a sus miedos más profundos y descubrir qué ocurrió realmente aquella noche fatídica.
Creada y escrita por Miranda Nation (Undertow) y dirigida por Jonathan Brough (Rosehaven), la serie, que se rodó en varios rincones pintorescos de Nueva Gales del Sur, está protagonizada por Morgana O’Reilly (The White Lotus), Harriet Walter (Sentido y sensibilidad) y Rudi Dharmalingam (The Lazarus Project), junto a Celia Pacquola, Annie Maynard, Dan Spielman y Anne Tenney.
En una entrevista para The West, la creadora confesó el germen de la historia estaba en su obsesión adolescente por las sesiones espiritistas: «Mis mejores amigas y yo lo hacíamos cada vez que podíamos. Cada una de nosotras estaba lidiando con un trauma personal, pero no podíamos hablar de ello, porque no teníamos las herramientas emocionales. En su lugar, nos sumergíamos en este juego emocionante donde, al poner a prueba los límites de lo conocido, podíamos traspasar fronteras y decir y hacer cosas que de otro modo eran tabú. Estas experiencias intensas y sensuales, de conexión con el más allá o de hipnosis femenina colectiva, se han quedado conmigo para siempre».
Por su parte, O’Reilly sintió una atracción instantánea por el proyecto: «Soy una lectora muy lenta. Soy un poco disléxica y, aunque me encanta leer, me lleva tiempo terminar las cosas, pero me bebí los guiones porque eran tan cautivadores, intensos y visuales. Miranda Nation es increíble». Sobre su personaje, explicó: «Joni no puede evitarlo y regresa bajo el pretexto de ayudar, pero eso hace que el pasado vuelva, y entonces se enfrenta a la posibilidad de perder la cordura, de ver apariciones, y entra en conflicto consigo misma sobre qué es real y qué no lo es».
La crítica, todavía escasa, es mixta. Decider señala que «aunque tiene algunos problemas narrativos, los misterios paralelos que plantea el primer episodio justifican seguir viéndola». The Guardian, menos indulgente, apunta que «la serie de misterio oculto derivativa no logra hechizar». Y Digital Mafia Talkies advierte: «Si te has enganchado a los pequeños misterios de asesinato en pueblos pequeños que Netflix ofrece, esto te encantará. Si eres inmune a esa tendencia, sigue así; no te pierdes nada monumental».
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