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CRÍTICA: “El Profesor de Esgrima”

El honor visto desde el prisma de un siglo y medio atrás.

© A Contracorriente Films

El cine francés lleva unos años fuertes, trayéndonos auténticos peliculones como la reciente adaptación de El conde de Montecristo. Y el final del siglo XIX, generalmente menos visitado que las guerras napoleónicas o la Revolución, es un caldo de cultivo estupendo para dramas de época entretenidos y solventes. Con esa idea llega a nuestras salas El profesor de esgrima (no confundir con El maestro de esgrima, película española de 1992), cuyo título original es Une Affaire d’Honneur.

El honor es algo muy abstracto. Lo que hoy en día se resuelve haciéndole ratio a alguien en Twitter o poniendo un par de stories turra en Insta, hace apenas un siglo se solucionaba con duelos con florete o incluso pistolas y sables, que acaban como mínimo en una cicatriz, y desde ahí, solo a peor.

© A Contracorriente Films

En El profesor de esgrima, Clement Lácaze (Roschdy Zem), un reputado maestro de armas y reconocido duelista con una escuela de esgrima en París, debe defender su honor y el de su familia cuando su sobrino Adrien (Noham Edje) se ve envuelto en un duelo con Louis Berchére (interpretado por Vincent Pérez, el director de la película), un reputado general con contactos en la prensa y la alta sociedad parisina.

Más allá del desprecio partido de su rivalidad ensangrentada, a Berchére y Lácaze les une el contexto histórico: ambos son veteranos de la guerra franco-prusiana, terminada en 1871 (el filme transcurre en 1887, dieciséis años después). Una sociedad industrial, costumbrista, que había pasado página de las monarquías, y profundamente anclada en un machismo recalcitrante. En este contexto, para de alguna forma arrojar luz a la oscuridad, aparece Marie-Rose Astié de Valsayre (Doria Tiller), un icono feminista avanzado a su tiempo.

Astié fácilmente podría ser un personaje controvertido. Algunos ‘incels’, de estos que se duchan poco y no hablan con una mujer ni por casualidad, podrían llamarla un personaje ‘woke’ impropio de su contexto histórico. Pero fue un personaje real: una escritora, enfermera y artista que luchó por el sufragio universal y por revertir leyes que consideró injustas, como la que prohibía a las mujeres francesas llevar pantalones. Su conflicto por encontrar un camino en un mundo de hombres y su relación con Lácaze marcarán el núcleo emocional de la película.

© A Contracorriente Films

La trama mantiene a uno pegado a la butaca. Todos los duelos son tensos porque la película lanza varios giros, y nunca puedes saber con exactitud lo que va a pasar, quién saldrá airoso y qué consecuencias tendrá todo ello para los protagonistas. Y no se trata solo de morir y vivir, sino de vivir en deshonra, de que tu credibilidad pública quede irremediablemente destruida. Porque el ‘qué dirán’ puede hacer más daño que el sable más afilado.

© A Contracorriente Films

El profesor de esgrima no es una película que vaya a volarle la cabeza a quien la vea, pero está notablemente bien actuada, escrita, y dirigida, con un diseño de producción que sumerge de lleno al espectador en una sociedad victoriana tan lejana y a la vez tan plausiblemente cercana. Una cinta que indudablemente retrata las inquietudes de su época y que es capaz de capturar las sutilezas culturales de su momento. Los franceses hacen buen cine de época.

NOTA: ★★★☆☆

“EL PROFESOR DE ESGRIMA”, YA EN CINES.


TRÁILER:

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Quico Gil
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Quico Gil

Periodista multimedia con patas en el marketing digital y la comunicación corporativa. Interés en las relaciones laborales. Devoción y pasión por la tecnología, la cultura y el arte. En mis tiempos libres soy músico, crítico y creador de contenido en múltiples plataformas.